para mejorar su percepción
¿Lo sabía? Comunicarse con el mundo vegetal permite incrementar nuestro psiquismo. Haga la prueba después de leer esta nota.
Las plantas tienen capacidad expresiva. Pueden funcionar como nuestras mascotas y salir en nuestra defensa si alguien quiere molestarnos. Pero para ésto último es necesario estar en sintonía con ellas.
Proponemos ejercicios de parapsicologí a práctica para enseñarles a las plantas a responder a sus pensamientos. Los juegos y experimentos explicados en esta nota tienen como finalidad obtener un registro visible de la denominada "energía vegetal".
Un vínculo personal
Incalculables reacciones pueden surgir de una planta hacia usted, si es su dueño y la ama. Por otra parte, hasta podría hacerla intervenir en sus juegos habituales. Organice un partido de naipes y ubique a su planta amiga detrás de su rival. Es probable que ella reaccione de un modo especial si su oponente pretende engañarle. Puede hacer lo mismo cuando alguno de sus familiares pretenda descubrir una situación de un modo engañoso que convenga a los intereses particulares de él. Hasta podrá usted saber, gracias a su planta, si su pareja le es infiel o no.
No crea que está observación es exagerada. Se sabe de una hoja de rosa que señaló al deleznable criminal que asesinó a un pariente y falsificó su testamento. Si tiene alguna duda....
Reúna seis colaboradores.
Por sorteo, determine a uno que actuará como criminal de plantas.
Intruduzca una por una a las seis personas en la habitación donde guarda la planta amiga que dará testimonio.
Deje a cada persona a solas con la planta durante unos minutos, e indíquele a la que desempeña el papel de asesino que la amenace con romper o morder una de sus hojas.
Completada la entrada en la habitación de cada sospechoso, llámelos a todos y ubíquelos frente a la planta, todos a la misma distancia de ésta. Pregúntele a la planta quién es el asesino. Ella responderá de alguna manera, y se valdrá quizá de otra planta para identificarlo.
Conversar con plantas
Las plantas pueden ser programadas y automatizadas. Y se puede entablar con ellas una suerte de "charlas".
Esta es una guía para contactar con un ejemplar vegetal.
Si la planta acaba de llegar a su casa, acaricie sus hojas suavemente y hablelé con las palabras que habitualmente utiliza para dar la bienvenida a las personas que aprecia o a una mascota. Repita la experiencia cinco minutos durante una semana.
Quizá note que a la planta le cueste acostumbrarse al nuevo habitat; tal vez ella no congenie con otras variedades que la acompañan ahora. Ensaye maniobras para aportarle el mayor bienestar.
A continuación, amenace a la planta con hacerle daño. Compare las dos reacciones, para verificar su intensidad. Trate de que sea fuerte el mensaje que brota de su voz, controlando sus pensamientos y emociones, con el fin de enviar a la planta información clara. Por ejemplo, si amenaza con arrancar una flor o una hoja, hágalo con la convicción de que lo hará y no con la idea de hablar por hablar, dado que la planta percibirá su intención.
Si su corazón es muy sensible, procure que otra persona represente el papel de malvado. En ese caso, usted deberá a limitarse a observar desde las proximidades las reacciones del vegetal, y a tomar nota.
Si usted obtiene no obtiene respuesta, es probable que pertenezca al grupo que, por razones no detectadas aún, no entran en sintonía con las plantas. En ese caso, solicite la compañía de otras personas. Es probable que una de ellas gima inesperadamente, como presa de un terrible dolor, cuando usted maltrata a un vegetal. Y... ¡convenzasé! No habrá sido por casualidad.
El geranio y el malvón son dos plantas que responden activamente al ser dañadas (golpes, sacudidas de sus ramas...)
Si con el propósito de experimentar opta por maltratar a una planta, hágalo sólo una vez con cada una y no repita la experiencia hasta que haya pasado por lo menos una semana. No olvide que cuando una persona lastima a una planta, ésta manifiesta su terror ante la presencia de quien la molesta, agitando sus hojas, que tenderán a contraerse y a achicharrarse.
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