NOTA: Sabemos que no hay casualidades sino sincronizidades, ¿será eso lo que
me está pasando? Repentinamente encuentro un mensaje tras otro de la gente
menuda. Este lo tenía pendiente desde hace mucho tiempo. Con cariño, Alexiis
15 de abril de 2007
Fernandasirioazul@fibertel.com.ar
Era la hora de la siesta. Bajo el manzano, el gato descansaba acomodándose entre las raíces gruesas y oscuras que le servían de cuna. Sebastián se acercó a Tomasito, lo agarró del pellejo y se sentó con el gato encima, debajo del árbol.
La tarde parecía parte de un cuento de hadas. Y Sebastián siempre estaba imaginando. Pero lo que más le gustaba imaginar, eran gnomos. Los veía chiquititos, gordos y con barba. Sonreían todo el tiempo, y siempre llevaban una bolsita con brotecitos, colgada por la espalda. Nunca había podido ver bien a alguno de ellos. Andaban muy apurados de aquí para allá. A Sebastián le intrigaba el hueco en el árbol. Era demasiado angosto como para meterse, y demasiado oscuro adentro como para ver bien.
De repente, le pareció que algo se movía en la oscuridad del hueco. Miró, y no vio nada. Acarició a su gato, para hacerse el distraído... y volvió a mirar. Nada.
El calor de la tarde era sofocante, y le provocaba un sopor plácido e irresistible. Bajo el árbol, la brisa le acariciaba suavemente las mejillas, y Sebastián, se fue cayendo adentro de un sueño bastante particular...
Hacia abajo Se encontró penetrando en el tronco del árbol por la cueva oscura. El lugar era inmenso, y un aroma a hierba húmeda lo inundaba todo. Una vez dentro, y una vez que sus ojos se pudieron acostumbrar a la oscuridad, alcanzó a percibir una lucecita amarillenta que se tambaleaba de un lado al otro. Se acercó un poco, luego se acercó un poquito más, y reconoció, de espaldas, la figura de un gnomo anciano, ocupadísimo en la tarea de recoger piedritas. La lucecita era un candil que la criatura sostenía en su mano.
Cuando se encontró lo suficientemente cerca, el gnomito se volteó sorpresivamente, tanto que Sebastián retrocedió un paso, y el gnomo otro mas.- Hola! Te tardaste. Soy Casimiro, y me encargo de mantener en orden este lugar. Te has fijado la cantidad de piedras que deciden venir a parar al pié de este manzano? Cada vez que recojo una, aparecen dos más... Y bien, que me dices? ¿Hacia arriba o hacia abajo? – preguntó sin dejar de prestar atención a su tarea.- ¿Hacia arriba o hacia abajo? - ¡Claro! Pregunto si deseas ir hacia arriba, o hacia abajo!
Sebastián dudó. No entendía la pregunta. Pero la situación era bastante divertida.- ¿Hacia arriba o hacia abajo? - contestó sin imaginar de qué se trataba el asunto - hacia debajo de donde? eeeeeeeeeeeehhh!!! –Inmediatamente, el sitio en el que estaba parado, comenzó a descender velozmente como un ascensor. Casimiro desde arriba, lo miraba con picardía, mientras se felicitaba a sí mismo por la rapidez con la que se había encargado de despachar al chico, con todo lo que tenía que hacer, no iba a estar haciendo de guía turístico de cada chico que les visitaba: para eso estaban los gnomos más jóvenes.
La plataforma descendió metros y metros entre rugosas paredes, en las que vivían gusanitos y bichitos bolita, hasta detenerse en un extraño espacio. Un centenar de bracitos se extendía desde el centro del tronco hacia afuera. En cada uno de ellos brillaban candiles dorados que colgaban de bracitos más pequeños. El espectáculo era impresionantemente hermoso.-
Holaaa!!! Bienvenido a las raíces de tu manzano. Mi nombre es Citrón. Soy el Guardián de las Raíces.- Mi nombre es...- Conozco tu nombre. Y conozco a tu gato. Podrías enseñarle a ser un poco más cortés con los guardianes de éste árbol?- su voz era muy suave y parecía contento.
El gnomo regordete, tomó uno de los candiles de una raíz que crecía cerca y sonrió.- Primero voy a explicarte en dónde te encuentras: bienvenido a la raíz. La raíz de un árbol es casi como un árbol al revés, que en vez de conectarse con el cielo, lo hace con la tierra. De ahí toma el agua y los minerales necesarios para su crecimiento. Las raíces de los árboles se conectan misteriosamente con el centro de la tierra, para absorber energía de un cristal gigante que permanece ahí desde hace millones de años y que brilla de una manera muy especial, como si latiera. El centro de la tierra es un lugar mágico. Absolutamente todos los seres vivientes se conectan con ese lugar para que la tierra los conozca, y les dé abrigo vayan donde vayan. Allí se encuentra el alma cristalina del planeta. Ese sitio guarda conocimientos infinitos, por esa razón los árboles, que están siempre conectados con el centro de la tierra, son seres muy sabios.
Sebastián no podía creer todavía lo que veía a su alrededor. Escuchaba al gnomo con interés y sorpresa.- Ahora voy a mostrarte la verdadera esencia de este árbol. Como te decía, los árboles son seres muy sabios, en primer lugar, porque viven conectados al centro de la tierra, y en segundo lugar, porque aprenden en el silencio. Ob-ser-van! Noches y días caen sobre sus copas, cientos de amaneceres y atardeceres. Conocen los secretos de los horizontes y los silbidos del viento. Los pájaros moran en sus ramas, y les cuentan las novedades de otras tierras. Pero lo más importante de todo esto, es la semilla. Allí es cuando recibe el saber más importante... allí es cuando puede conocer el secreto de la vida. Sebastián escuchaba cada vez más animado.- Y el secreto de la vida está en la semilla!- concluyó satisfecho el gnomo, (menos anciano que el anterior, pero de mejor talante) como si esa respuesta fuera la respuesta a todas las cosas en el mundo.
Sebastián se perdió en el juego de palabras. Los gnomos nunca pierden la costumbre de jugar. Miró al gnomo sorprendido, miró un poquito hacia abajo, otro poco hacia los costados, y respondió:- …No entiendo nada. - Que no entiendes? ¡Pero si es muy simple! La semilla es el secreto de la vida! Es decir, conocer la propia semilla lo es. El árbol conoce su semilla. La semilla de un árbol es como tu corazón. Es quien tiene el deseo, el sueño de crecer y echar ramas de las que saldrán posteriormente hojas y más ramas. Y cumple su deseo a la perfección, porque conoce su misión y su futuro. Y porque es capaz de hacer florecer sus sueños! ¡Hay mucho que aprender de los árboles!
Sebastián comenzó a sospechar que Citrón tenía muchas cosas que enseñarle.- Las personas tenemos semillas? Y yo? ¿conozco mi semilla?- preguntó con ansiedad.- Eso sólo lo sabes tú, y depende de una sola cosa. Conocer la propia semilla significa reconocerse, escuchar al corazón hablar. Cuando el corazón habla, nuestro mundo se llena de los sueños más audaces, y el reto es, una vez que los conocemos, animarse a vivirlos para convertirlos en realidad. No se deben ignorar nunca las palabras del corazón, porque puede llegar a suceder que nunca más vuelva a hablarnos. El árbol nunca pierde contacto con su semilla, así como tú nunca debes perder contacto con tu corazón. - ¿Cómo es que habla un corazón? - En el silencio, como el árbol. El latido de tu corazón es como un código secreto especial que él comparte contigo. Cada latido significa palabras, historias, sueños que puedes hacer germinar.
Citrón suspiró romántica y profundamente. Hablar de estas cosas lograba emocionarlo hasta la médula.
Sebastián movió la mano hasta su pecho. Sintió el tibio pulso acompasado, su propio código secreto! Un calorcito subió por su brazo hasta llegar a los hombros, se extendió por su espalda y desembocó en sus piernas. Sorprendido, miró a Citrón y vio que sonreía. - Tu corazón te responde, te recuerda que está vivo.
Sebastián cerró los ojos y pudo ver el brillo en su pecho, como de mil luciérnagas encendidas y amontonadas en el centro. El calorcito seguía transitando su cuerpo en suaves oleadas. Durante unos minutos, nadie dijo una palabra. El brillo se hizo remolino, y pudo verse entre un pizarrón y decenas de niños atendiendo a sus palabras. Niños y niñas, por supuesto. Una ventana grande dejaba entrar al sol, iluminándolo todo. La visión duró un segundo y medio y desapareció.- Tu corazón ha hablado. Te ha contado uno de sus sueños. Pero aun es temprano para saber más.
Sebastián comprendió, y decidió guardar esa imagen prometiéndose que sería una de las primeras cosas a las que atendería cuando fuera grande. Hacia arriba! Citrón miró un antiguo reloj que colgaba de su cinturón.- Caramba! Es la hora de la tercer hoja amarilla! Aquí el tiempo corre muy diferente al de los relojes humanos. Es momento de despedirme. Es preciso que siga con mi tarea, esta raíz necesita un pulido especial! Sebastián, espero que tu corazón siga conversando contigo, y que tus sueños se hagan realidad! Recuerda que puedes venir cuando quieras, la opción es HACIA ABAJO, recuerda, HACIA ABAJO!
Casi sin darle tiempo, el gnomo le dio un fuerte abrazo y se alejó atareadísimo para concluir con sus labores. La plataforma tomó velocidad. Pasó de largo por el sitio en el que el gnomo más anciano seguía aun juntando piedritas, y subió más todavía, hasta que la luz del sol se dejó ver gloriosa entre las ramas floridas.
Un simpático personaje le esperaba al finalizar el viaje, completamente vestido de verde.- Me visto así para pasar desapercibido... – miró de un lado a otro.
Parecía un espía.- Mi nombre no puede ser revelado, pero me llamo Lironio. Soy Guardián de la Copa- susurró con voz confidencial.- Soy Sebastián. Vengo de v...- Ya sé de donde vienes! Shhh!
Sebastián decidió no explicar nada más, al fin de cuentas, en ese árbol, todos sabían acerca de él.- Como te dije, soy el Guardián de la Copa , soy quien supervisa el desarrollo cromático de las hojas que crecen de las ramas en relación directamente proporcional a la producción de clorofila: en síntesis, me ocupo de que las hojas de la copa se mantengan siempre verdes – murmuró en una voz casi inaudible.
Ese gnomo actuaba extraño. Parecía muy compenetrado en su dificilísima e importante tarea. Tenía colgada de su cinturón una flauta amarilla con muchos agujeritos. - Te gusta la música?- preguntó el gnomo.- Esa flauta es tuya?- Si, es mi flauta mágica! Cada vez que la hago sonar, la copa de este manzano comienza a reverdecer y los pájaros se acercan invitados por el sonido dulce de mi flauta de viento. El gnomo, con una sonrisa enorme, acercó el instrumento a su boca, y una melodía alegre sonó como un coro de carcajadas de niños. Miles de vocecitas alegres de niños de todas edades se esparcían enredándose entre las ramas y las hojas.- Jajajajaja… Pero... eso no suena a flauta!- Sebastián se estaba divirtiendo mucho.- ¿Y quien dijo que sonaba a flauta? Nada es lo que parece en este manzano... Claro que no suena a flauta, esta flauta en particular suena a Alegría de Niños Jugando. Las hay de todo tipo: de Pájaros del Amanecer, de Baile de Ardillas en la Fiesta de las Nueces, y otros más. En particular, a mí, este es el que más me gusta, y también a la copa de este manzano. - Nunca hubiera imaginado que una flauta podría sonar así...- Ahh!
El eterno problema de los seres humanos... nunca recuerdan como imaginar! Si tan solo una vez al día imaginaran un cielo más celeste, y un mundo con más amor, y flautas de alegría sonando por todos lados, recorriendo la tierra a carcajadas... vivirían en un mundo diferente. En fin, hablemos de la copa. ¿Conoces la función de la copa del manzano?- Si, es decir, no... en realidad sé que con la luz del sol, se produce la fotosíntesis. Pero creo que no entiendo bien lo que significa esa palabra, en clase la maestra...- Fotosíntesis... – se hacía el importante-... fotosíntesis... ¡El proceso más fasci-nante en la vida de una hoja! Si fuera posible hacerte tan pequeño para que pudieras espiar en el interior de una hoja, ¡qué sorpresa te llevarías! La luz del hermano sol, entra en las hojas a través de una piel transparente como una lámina de cristal que las recubre. Debajo del esta pielcita transparente, encontrarías miles de bolsitas que guardan unos paquetitos verdes muy pequeñitos.
Estos paquetitos acumulan la luz del hermano sol. Que es una luz mágica. Mientras tanto, el aire llega al interior de la hoja pasando por unas callecitas que puedes ver y encontrar en cualquier hoja, son las nervaduras. Por otro lado, el agua sube de a poquito desde la raíz. Luego, el aire y el agua se mezclan. ¿Recuerdas los paquetitos verdes muy pequeñitos? Ellos son como fábricas de alimentos. Con la luz del sol y un poco de magia de árbol, transforma la mezcla en azúcar, alimento, y en un gas que, de paso, purifica el aire que respiras.
Así es como verías las cosas si pudieras meterte dentro de una hoja. Los árboles son mágicos porque pueden transformar la luz solar!- Fascinante!!! Cuántas cosas suceden y uno ni se da cuenta...- Sebastián estaba más que sorprendido, tratando de comprender tanta magia en algo tan pequeñito y delgadito como una hoja. Desde hoy sabía que las hojas eran imprescindibles en la vida de un árbol, y nunca más arrancaría una de ellas ni siquiera para jugar. Ellas tenían un trabajo muy importante.-
Ahora voy a explicarte la fotosíntesis humana.- el gnomo se sentía a gusto con el niño, porque a pesar de poder conversar con los pájaros y los vientos, era agradable escuchar una voz humana de vez en cuando. Y poder contarle cuánto sabía sobre árboles!- ¿Fotosíntesis humana? ¿Eso también nos sucede a nosotros?- Claro!!! Pero no de la manera en que lo imaginas... Los seres humanos han olvidado que tienen la misma posibilidad que los árboles. La cosa es más o menos así: los pulmones, reciben el aire cargado con la energía mágica del sol, de los arroyos cristalinos, con un poquito de canto de pájaros y otro poco de silbido de viento. Cuando el corazón descubre esa magia, la pone a circular por todo el cuerpo. Entonces el corazón despierta de su silencio y recuerda todas las cosas que soñó una vez. Es darle al corazón un aire muy especial, un aire de vida.- Igual yo respiro aire, cuando respiro...- Si, pero no hablo de ese aire.
Aparte de ese aire que ya conoces existe otro tipo de aire. Imagina que el universo está hecho de una sustancia mágica que forma todas las cosas. Imagina un poco más, imagina que existe una sustancia que sostiene a los planetas y las estrellas, una sustancia muy especial, esa sustancia alimenta a los cometas, a los soles, y a los seres mismos de belleza pura. Belleza que emana del corazón del universo entero. Si las estrellas no estuvieran sostenidas por esa belleza viviente, simplemente se caerían. Vamos a esa fuerza AMOR. Ahora, imagina que puedes respirarla. La creación es una idea perfecta, los colores, los sonidos, los aromas, todo está presente en el mismo momento para disfrutarlo.- No entiendo nada.-
En esta respiración se trata de activar con el AMOR, el fuego del corazón. Cuando el AMOR entra en tu corazón, es como si se avivara un fueguito en el medio de tu pecho. Ese aire de vida, ese AMOR lleva oleadas de belleza a todo tu cuerpo, pero también a tu alma. Tú debes aprender a escuchar a tu corazón, pero antes debes hacer llegar a él este mágico combustible. Es el combustible de los sueños de todos los seres del universo. Esta manera de respirar, te llevará cerca de tu corazón. Solo tienes que imaginar qué clase de aire quieres respirar. –
Entonces, ¿no es con la nariz?... Entonces... es con la cabeza!!!- ¡Es con la nariz, con la cabeza y con los pies!- respondió entre carcajadas alegres el gnomo, sabía que la cosa se estaba poniendo complicada, pero como ya sabemos, los gnomos nunca pierden la oportunidad de jugar...- Es solo cuestión de imaginar. Inténtalo: cada vez que te sientes al pie del manzano, cierra los ojos, sácate los zapatos y toca la tierra con los pies desnudos. Siente como tus pies se conectan con ese cristal gigante que está en el centro del planeta. Imagina como la luz de ese cristal entra por la planta de tus pies, pasa por tus rodillas, tus caderas, tu pecho y llega a tu cabeza.
Siente como la tierra te sostiene, cómo se pone contenta al saber que la reconoces, como el pasto se transforma en un colchoncito suave y fresco. Respira sintiendo tu pecho, sintiendo que respiras todo el AMOR que el creador puso en el aire. Respira sol, deja que su calor te envuelva y te acaricie. Escucha el canto de los pájaros, el silbar de los vientos, el cantar de los arroyos, y los latidos en tu pecho. Imagina a las galaxias danzar con los soles, el ritmo del universo es pura belleza, alegría sin límites. Respira la belleza... Respira la magia de la creación... y de a poquito, comenzarás a respirar...
AMOR!- concluyó emocionado el gnomo, y lanzó un hondo suspiro.-
¿Respirar amor? ¿El amor no es un sentimiento?- Para los humanos lo es. Para el resto de la creación es la sustancia que llena todos los vacíos. La sustancia que tienen en común todos los seres vivientes. Pero no es el tipo de amor que puede existir entre dos personas, o como el amor a un juguete o a ese pantalón que tanto te gusta.
Este AMOR nos cuenta en cada instante el afán que puso quien creó todo este universo para vernos disfrutarlo en unión y paz. Con ese AMOR se lograron las aguas más cristalinas, el verde de las hojas tan brillante, el cielo con los mejores colores del mundo. Un AMOR al alcance de todos. Sin intereses, sin egoísmo. Y ese tipo de AMOR se puede respirar siempre que nos demos cuenta de que existe, siempre que imaginemos la belleza del mundo.-
Creo que comprendo un poco más. Sería algo así como detenerse a admirar la belleza a nuestro alrededor, y tratar de respirar sabiendo que existe una magia que es invisible, pero que se puede ver reflejada en la belleza de los seres... y que esa magia es AMOR.-
¡Magnífico! ¡Magnífico! ¡Yo no lo hubiera podido expresar de mejor manera!- aplaudía y reía a carcajadas el simpático gnomito.
Sebastián se sentía orgulloso. Y el gnomo sonreía feliz. Un vientito fresco comenzó a jugar entre las hojas, los pájaros de la tarde buscaron el cielo para unirse a la bandada que viajaba hacia el este.
El gnomito tomó su flauta, y se la entregó a Sebastián.
Oración a mi maestro interior
Juan
No hay comentarios.:
Publicar un comentario