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22 abril, 2007

EL MAL ENTRE NOSOTROS

Red Americana de Luz
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EL MAL ENTRE NOSOTROS
Antes de nuestro nacimiento aquí en la Tierra, se decide ubicarnos en el entorno más apropiado para nuestro crecimiento personal. Emprendemos un viaje que nos proporciona incontables experiencias e incontables elecciones. Aquellos que nacen de la luz y que eligen perderse en el lado oscuro, lo hacen por decisión propia. Independientemente de lo abusiva y terrible que haya sido nuestra educación, independientemente de las razones que podamos encontrar para justificar habernos vuelto malas personas, siempre existe una elección: hacer a otros lo que se nos ha hecho a nosotros o aprender lo que significa sufrir y, como resultado, procurar tener una vida mejor.
Tratamos de averiguar, de encontrar razones por las que alguien elegiría el camino oscuro. Queremos pensar que están enfermos, justificar sus terribles acciones calificándolas de locuras para que nos resulte más fácil. Pero yo sé que no es así, aunque desearía no saberlo, y por mucho que pueda estar de acuerdo con la profesión medica de que la locura existe, y por mucho que pueda estar de acuerdo con la Iglesia en que las fuerzas del mal utilizan a aquellos que son demasiado débiles para resistirse, también sé que existen aquellos, nacidos de la luz, de Dios, a quienes las fuerzas del mal pueden poseer y de hecho poseen. También sé que esas mismas fuerzas del mal son capaces de producir y producen almas de la oscuridad y del mal que llegan a esta Tierra, como las demás, para aprender y crecer, pero éstas para aprender a ser más oscuras.
¿Puede alguien malvado ir a la luz? Un alma oscura no desea hacerlo y, es más, teme la luz y se oculta de ella. Su morada se halla entre las sombras.
¿Adónde van las almas oscuras cuando mueres? Cuando morimos, todos nosotros volvemos a casa, regresamos al lugar de nuestra creación.
¿Cómo puede saberse si alguien es un alma oscura? Resulta difícil reconocer un alma oscura hasta que decide mostrarse o es descubierta. No todas las almas oscuras son inteligentes, pero la astucia y la malicia son dos de sus rasgos principales, de modo que son capaces de ocultarse con bastante éxito tras sus múltiples caras. No obstante, la energía buena posee un modo de reconocer a la malvada, y es aquí donde juega un papel importante nuestra naturaleza instintiva. Nuestros sentimientos nos advertirán de cuándo las cosas no funcionan del modo adecuado. Debemos prestar atención a ese instinto y obrar en consecuencia.
¿Aceptará Dios a un alma en el cielo si ésta ha cometido actos de maldad? Hay muchas almas de luz que han obrado u obrarán mal. Sus razones y excusas serán diversas, así como el grado de culpabilidad o remordimiento que sientan. Algunas de estas almas causarán daño premeditadamente, mientras que para otras las acciones serán espontáneas. Llegado el momento todas moriran, y tendrán la opción de entrar en la luz o no. Dios les ofrece esa posibilidad. El no rechaza a nadie, cualesquiera que hayan sido sus actos, porque cuando entramos en la luz, estamos pidiendo a Dios que perdone nuestros pecados, tanto los graves como los leves.
La primera vez que me enfrente a un alma oscura ocurrió hace muchos años. Un día que mi marido y yo acudimos a una sala de fiestas con unos amigos por algo relacionado con el negocio de mi esposo. Yo había ido al servicio y no volví enseguida a nuestra mesa; me fui deteniendo para ver bailar a la gente cuando en una de esas paradas lo sentí por primera vez. Fue una especie de tirón en la mente y la fuerte impresión de estar siendo observada.
Me resistí desde el comienzo: todos los instintos me advertían del peligro. Mirando fijamente a la pista de baile, me encontré esforzándome cada vez más para resistir esa extraña sensación de atracción en mi cabeza, que iba haciéndose más fuerte y difícil de ignorar. No quería volverme, y cuanto más me resistía, más segura estaba de que alguien me observaba, tratando de algún modo de subyugarme. Pronto comencé a sentir mucho calor; mi cabeza estallaba por la presión y sentí el impulso de echar a correr y buscar mi mesa, de regresar a la seguridad. Como durante toda mi vida he estado familiarizada con las energías extrañas, pensé que sólo se trataba de otro "suceso"; asustada y desorientada, supe que necesitaba mantener el control. Pero de repente me sentí tremendamente abrumada, así que me volví, y allí estaba él, en el otro extremos de la sala.
La energía que desprendía era sobrecogedora y me rodeaba por completo. Sus ojos eran oscuros y penetrantes, y se clavaban con fuerza en los míos. Intenté desesperadamente desviar la mirada, pero me di cuenta de que no podía. Al principio me quedé paralizada, y después me encontré caminando lentamente hacia él. No era capaz de detenerme; él parecía controlar mi mente, y como el hierro con el imán, me sentí arrastrada hacia él.
Su expresión no cambió en ningún momento; sus ojos no se apartaron de los míos ni por un instante. Un paso, luego dos... me dirigía hacia él como una sonámbula, hasta que ¡pam! alguien chocó contra mí; una camarera con una bandeja de vasos vacíos. La bandeja y los vasos salieron disparados en todas dirección, la chica se deshizo en disculpas y con todo aquel barullo se rompió mi estado de trance. Aterrorizada, con el corazón latiéndome con fuerza en el pecho, corrí tan rápido como pude para volver con mi marido y mis amigos, de vuelta a la seguridad.
Pero tenía miedo. Había contemplado el rostro de la oscuridad. Había sentido su poderosa fuerza. Y si no hubiese sido por aquella oportuna intervención, o quizá por un ángel que me vigilaba, no puedo decir si habría sido capaz de resistir. No puedo asegurar que el extraño fuera una semilla del mal, un alma oscura, pero recuerdo perfectamente sus ojos, y aún mejor recuerdo la fuerza de su energía y cómo pareció penetrar en mi mente y dejarme sin voluntad e indefensa. Era una fuerza utilizada para controlar.
No puedo asegurar que se tratase de un alma oscura, pero mi corazón me dice que lo era.
De modo que sí, el mal está entre nosotros, y sí, no deberíamos bajar la guardia ante él. Pero la luz de Dios, la presencia y el poder de nuestros seres queridos del mundo de los espíritus y nuestra fuerza pura del amor siempre, siempre vencerán.
El mal se presenta de múltiples formas y con frecuencia muy atrayentes. Las almas oscuras necesitan víctimas para fortalecer su maldad. Como el camaleón, se convierten en lo que la víctima escogida quiere que sean, asumiendo una personalidad antes de atacar, del mismo modo en que tú podrías enfundarte el vestido perfecto. Y atacarán, una y otra vez, sólo saciadas por un breve período de tiempo. Así que, ¿qué podemos hacer nosotros?
No podemos detener el mal a menos que creamos en su existencia. Cuando lo hagamos, podremos luchar contra él. Con la ayuda de Dios, podemos luchar y podemos vencer. ¿Y que armas podemos utilizar en esta batalla? El pensamiento y el comportamiento correctos. Las ideas y acciones movidas por el amor. La tolerancia, la comprensión, la paciencia, el cuidado, el coraje, el arrojo, la sinceridad. Todas estas cosas, y el deseo y la intención de hacer siempre el bien; éstas son las armas que nos ayudaran a vencer.
Rosemary Altea
Muchos de nosotros hemos sufridos experiencias y no muy agradables en el desafío que supone encontrarse cara a cara con el mal. Esos seres oscuros movidos por la energía del bajo astral, donde el inframundo se abre paso entre las densas tinieblas de la maldad. Pero verdad infinita es, y en el transcurso de los tiempos ya vividos y los que han de vivirse, que hasta la mas pequeña luz de una vela puede iluminar la oscuridad, porque cada llama es una chispa divina de nuestro Padre/Madre Dios.
Deja que el amor de Dios te envuelva, vacíate y llénate de su Luz. El espíritu revestido de la Verdad, unido a tí, hace que nunca te sientas sólo, porque en tí no existe la oscuridad.
El amor ha transformado tú Fuerza Interior en Luz Divina.
"Camina a mi lado porque la noche llega y yo te enseñare a orar, para que el cielo escuche la súplica de tú dulce Alma llena de la más bella claridad."

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