Extractado del libro
EL TESTAMENTO DE SAN JUAN de J.J.Benitez.
Cap. El Segundo viaje hacia Dios
Sub-Cap. Juan, el del quinto círculo.
...................Solo hay tres religiones. Ven y te las mostraré
Y Vi una gran multitud que lanzaba alaridos y se postraban rostro en tierra, presa de enorme exitación y miedo. Sus cabellos se hallaban cubiertos de ceniza y levantaban altos fuegos a los dioses e ídolos de barro y de metal. Y esos dioses eran el rayo y la luna y la propia tierra. Y el quinto Juan habló:
Esta es la primera de las religiones: la del miedo. Los hombres evolucionarios del tiempo y del espacio deben pasar por esta etapa. Aún no conocen al Padre y, en su natural oscuridad de pensamiento, asocian aquello que temen a la divinidad. Pero el Padre les ama igualmente.
Vi despues a otra multitud, tan inmensa como la primera. Habían edificado lujosos templos de mármol y de cedro y ñla sangre corría por los tabernáculos. Aquellos hombres y mujeres no adoraban el sol ni a los ídolos de barro o de metal, sino al Gran Dios. Y toda la multitud se postraba ante el altar y ante los sacerdotes del Gran Dios y les eran sumisos. Y el quinto hombre dijo:
Esa es la segunda de las religiones: la de la autoridad. Los hombres evolucionarios del tiempo y del espacio pasan igualmente por esta etapa. Ya conocen a Dios, pero no saben aún de su paternidad. Y se entregan leales e indefensos a la voluntad de los ministros y príncipes de sus iglesias. Reciben una precaria paz espiritual a cambio de su total entrega y obediencia a las rígidas y siempre limitadas normas de la organización religiosa a la que pertenecen. Pero el Padre los ama igualmente."
Los Jinetes del Alba
Esta es la tercera de las religiones: la de la experiencia. Los hombres evolucionarios del tiempo y el espacio siempre llegan a ella. Es la religión final. La que yace en el quinto círculo del pensamiento. La que descubren y practican todos aquellos que, al fin, se hacen uno con su Monitor de Misterio. La que adoptan todos aquellos que, al fin, reconocen su filiación divina y se entregan a la voluntad de Padre. Esta es la religión verdadera: la de la búsqueda personal de Dios. La religión de la aventura. La religión de la experiencia individual: la más ardua y difícil. Y cada uno en solitario como un jinete de fuego, galopará hacia el amanecer espiritual.
La religión de la revelación.
Sólo aquellos que sean conscientes de la sublime paternidad de Dios podrán comprenderos. El resto os aborrecerá, porque aún se hallan ligados al miedo o a la sumisión. Pero yo te anuncio que ésta es la religión de la revelación. Y toda criatura evolucionaria llegará a ella, de igual forma que el niño tiende a la vejez. Si el deseo ardiente de asemejaros a Dios no latiera en lo más intimo de vuestro espíritu, esa experiencia última no tendría sentido ni sería real. Descubiri la paternidad de Dios y hacerse uno con el don divino que os habita es la señal. Entonces, sólo entonces comprendereís la prodigiosa aventura de la verdadera religión. Y esa religión final os colmará porque estaréis ante la más viva y dinámica experioencia de vuestra existencia. La religión no es sólo un sentimiento pasivo de dependencia absoluta y de seguridad en la vida eterna. Es mucho más. La religión de la revelación es un permanente descubrimiento de sí mismo y de los demás. Una carrera febril hacia la felicidad, una acumulación de sabiduría y un contínuo sobresalto. No necesitaréis entonces de templos ni de ministros de Dios. Vosotros seréis templo y jueces de vosotros mismos. Vosotros, en esa audáz carrera hacia el alba espiritual, iréis buscando lo mejor de los hombres y lo haréis vuestro. Seréis curiosidad y luz y jamás os llenaréis. La religión de la revelación dará sentido a vuestras vidas terrenales y, más adelante, a las gloriosas experiencias en las esferas del Gran Universo, vuestro inmediato hogar. La religión de la experiencia personal os dará seguridad. Y seréis admirados y respetados por vuestro dominio y templanza, incluso por vuestros enemigos. Y está escrito: Todos serán uno con el Padre. Todos están llamados a la tercera y definitiva aventura de la religión de la revelación. Tarde o temprano, Dios será admitido como la relidad de los valores, como la sustancia de las significaciones y como la vida y la verdad.
El Yo y el Universo
El hombre que practica la tercera de las religiones se identifica con el Universo. Su yo espiritual e íntimo es uno con la naturaleza. El aventurero de Dios sabe escuchar los murmullos del oleaje. Sabe interpretar la soledad de la noche. Comprende la grandiosa belleza de la armonía universal. Es uno con el arco iris. Es uno con el dolor y con la felicidad de sus semejantes. Las dudas ajenas son suyas. El jinete del alma espiritual no desprecia jamás. Respeta la vida en todas sus formas y circunstancias y sabe que él forma parte de esa vida. Habla de sus sueños y fabrica sus propios sueños. Se levanta con la brisa y es uno más en el cortejo nocturno de las estrellas. El universo es él.
El que no ha probado aún la religión de la revelación no comprende el universo. Y en su ciego afán por sobrevivir lucha por doblegar la naturaleza. No sabe que él es la naturaleza. ¿Cómo sojuzgar el universo si forma parte de vosotros mismos? Los hombres que dormitan aún en la primera y en la segunda de las religiones no saben que no se puede atar a la naturaleza. No sabe que él es la naturaleza. ¿Cómo sojuzgar el universo si forma parte de vosotros mismos? Los hombres que dormitan aún en la primera y en la segunda de las religiones no saben que no se puede atar la Naturaleza. Aquel que humilla y despedaza la Creación será aplastado por la Creación. Muchas doctrinas y religiones anhelan y predican la salvación del hombre. Pero, dime Juan, ¿cuál de ellas lo consigue finalmente? ¿Quizá las que prometen salvaros de los sufrimientos, procurando al hombre una paz sin fin?. ¿Quizá las que prometen salvaros de las dificultades, estableciendo una prosperidad basada en la rectitud?. ¿Quizá las que prometen la armonía y la belleza, divinizando la belleza?. ¿Quizá las que prometen salvar al hombre del pecado, asegurando la santidad?. ¿Quizá las que prometen la liberacón de los rigurosos códigos morales de las anteriores?. Yo te digo Juan, hijo del trueno, que sólo existe una religión capas de salvaros: la que os salva de vuestro propio yo y que libera a las criaturas del aislamiento en el tiempo y en la eternidad. Esa religión de la revelación yace en lo más íntimo de tu espíritu. Ésa es la religión de Jesús de Nazaret: la religión de los jinetes del alba espiritual; la que libera el yo, haciéndoos uno con el universo.
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