¿Por qué soy agnóstico?
(¿Teocracia? No gracias.)
Este artículo de opinión personal viene de una discusión acalorada que tuve sobre el tema y de la necesidad de poner en orden mis propias ideas a la vez que compartirlas. Muy pocas veces expreso mi opinión personal, y ésta es una de esas raras ocasiones.
La palabra “agnosticismo” tiene muchos matices y no significa necesariamente incredulidad absoluta como piensa la mayoría de la gente. Existen dos tipos de agnosticismo, el negativo y el positivo:
El agnosticismo negativo es propio del racionalismo estricto de muchos científicos, que sólo creen en lo que pueden demostrar en su laboratorio. Por el contrario el agnosticismo positivo considera que todas las tradiciones religiosas contienen un núcleo de verdad y que por ello son relativamente respetables y valiosas como patrimonio cultural de la humanidad.
Este núcleo de verdad contiene preceptos éticos universales para hacer el bien, y actúa como cemento englobante de la cohesión social. El Estado aconfesional negativo es propio de los países comunistas, mientras que el estado aconfesional positivo es propio de los países demócratas, y se basa en la neutralidad y el respeto a todas las creencias.
Todas las confesiones religiosas contienen grandes verdades, pero también contienen grandes mentiras, y por lo tanto el agnóstico procura mantener su independencia de todas las religiones para no contaminarse de esas grandes mentiras, y discernir la verdad por sí mismo, sin casarse con ningún credo dogmático y sin aceptar otra autoridad que la de su propia conciencia. Es lo que se llama “espiritualidad a la carta”, en el buen sentido de la expresión, porque el agnosticismo no es siempre materialista.
El problema de la Iglesia Romana es que no es una religión más como cualquier otra, ni está en pie de igualdad con todas ellas, ya que tiene un Estado propio, el Vaticano, una monarquía absolutista con un monarca absoluto que es el Papa, que no se elige democráticamente por todos los creyentes, sino por una camarilla de supuestos “iluminados por el Espíritu Santo” que son los cardenales, a la vez que es un gran imperio de intereses económicos y un grupo de presión dentro del Estado como la Conferencia Episcopal.
Experiencia personal
Hace poco estuve asistiendo a un ciclo de conferencias muy interesante sobre Gnosis, en una escuela filosófica que se presentaba a sí misa como civil y laica. Todo fue bien hasta que llegó la última conferencia y se quitaron la máscara. Resulta que no era una escuela de filosofía, civil, laica, aconfesional e independiente de cualquier religión, como se supone que debería ser toda escuela iniciática desde la antigüedad, sino una religión paralela sometida a un orden teocrático con su patriarca, cardenales, arzobispos, obispos, sacerdotes etc. (se olvidaron del monaguillo), aunque eso sí, más simpática que las religiones tradicionales. Sentí que me habían engañado, porque se ocultó dicha información hasta la última lección. Es decir, que me estaban vendiendo una religión disfrazada de filosofía sin yo saberlo. Para hacer ese viaje no se necesitan esas alforjas.
El orden teocrático es todo lo contrario del orden democrático. Significa que existen por encima de nosotros unos individuos supuestamente iluminados que encadenan nuestro libre albedrío para decirnos lo que tenemos que hacer o no hacer, lo que está bien y lo que está mal, siempre según su opinión particularísima. Una religión con intermediarios, y un orden teocrático donde unos mandan y otros obedecen. Es lo mismo de siempre, una cuestión de poder y control mental de unos seres humanos sobre otros.
Un buen ejemplo de orden teocrático lo tenemos en el Irán de los Ayatolás, donde sus santidades le ordenan al pueblo hasta el modo en que tienen que hacer sus necesidades fisiológicas, (léase “El Libro Verde de Jomeini”) y el que no esté de acuerdo, que lo fusilen al amanecer. No obstante la religión musulmana tiene dos virtudes teóricas a mi juicio: la relación directa del ser humano con Dios, sin intermediarios, y la condena de la usura y de toda tiranía financiera. Otro ejemplo de orden teocrático lo tuvimos en la edad media con la infame Inquisición donde se quemaba a los “herejes” en la plaza pública para purificarlos de sus pecados. ¿Teocracia? No gracias.
Hay otros grupos gnósticos que han permanecido independientes y han evitado mezclarse o contaminarse con cualquier tipo de religión, y también hay otras escuelas iniciáticas que han sabido permanecer neutrales e independientes de cualquier religión como la Venerable Hermandad Masónica.
Sin intermediarios
Se supone que la Gnosis, o conocimiento introspectivo y directo de lo divino, es un conocimiento superior a la fe ciega predicada por todas las religiones, y por lo tanto es incompatible con cualquier religión organizada. Sobran todo tipo de intermediarios, como los sacerdotes, desde el momento en que todos somos iguales y dicho conocimiento es directo, personal e intransferible. Con este conocimiento introspectivo se puede ser gnóstico y agnóstico al mismo tiempo. Es decir, basarse en nuestras percepciones internas y rechazar toda religión supuestamente revelada a otros.
Por ello estoy convencido de que Jesús no fue cristiano, ni Marx marxista, ni Freud freudiano, sino un Gnóstico independiente en el mejor y mayor sentido de la palabra. El cristianismo como todos los “ismos” fue fundado por sus seguidores que sustituyeron el conocimiento por la fe ciega, y así inauguraron una era de tinieblas como fue la era de Piscis.
Todo esto pertenece a la vieja energía y ha quedado totalmente obsoleto, gracias a Dios. En la nueva energía de la era de Acuario todos nos convertimos en maestros y Mesías, donde nadie está un milímetro más alto por encima del otro, y donde nadie tiene nada que enseñarnos como los humildes discípulos de antaño, sino donde intercambiamos y compartimos conocimientos entre Maestros Soberanos y Reyes del Universo, en plan de igualdad absoluta, sin la menor traza de sumisión y sin más fidelidad que a la propia conciencia. No es una era de borregos ni de rebaños de fieles, sino de tejedores de alas (Wing Makers) para volver a volar como los ángeles que fuimos y somos.
El Cuarto Camino
El camino de la religión es el camino limitado del monje, como explicó el Maestro Gurdjieff, mientras que el camino del Individuo Soberano es el Cuarto Camino, llamado también “el camino del hombre astuto”. Ser astuto no significa ser malo ni perverso, sino ser inteligente y perspicaz para no dejarnos engañar, pero manteniendo el corazón noble. “Sed astutos como serpientes e inocentes como palomas.” El Maestro era del cuarto camino, pero sus seguidores no.
Esto es lo contrario de los creyentes beatos o santurrones en gringolandia, sin un gramo de discernimiento, que hasta son capaces de creerse pueblo elegido con derecho a bombardear a los “infieles musulmanes”. También puede ocurrir a la inversa. Esta santurronería, unida al miedo y a la falsa modestia, ha sido la herramienta más poderosa de la oscuridad para anular el poder personal del individuo hasta dejarlo reducido a una masa amorfa de fieles controlados por el miedo. Siempre es la misma historia: anular nuestro poder y nuestra soberanía.
Espíritu crítico
Tampoco creo ciegamente en todos los mensajes que traduzco. Los acepto como posibilidad pendiente de confirmación o desmentido. Todas las informaciones son provisionales hasta que tengamos pruebas de ello. Ya sé que es incómodo vivir de informaciones provisionales, pero es lo que tenemos. Esto se llama estar abierto sin casarse con nadie. Por eso he repetido constantemente este párrafo al final de cada traducción:
“Por favor, utilicen su propio discernimiento en cada mensaje y sientan la libertad de borrarlo a menos que algo les resuene en su interior. No crean nada ciegamente. Acepten todo como posibilidad pendiente de confirmación o desmentido. Escepticismo no quiere decir el que duda, sino el que investiga y rebusca.”
Y también esto otro:
- No hay que buscar directores, sino dirigirnos a nosotros mismos.
- No hay que buscar quien piense por nosotros, sino pensar por nosotros mismos.
- No hay que delegar poder en otras personas, sino asumir nuestra responsabilidad.
- Cualquier cosa inferior a esto sería degradar la condición Divina del ser humano.
- Cualquier cosa inferior a esto sería profanar el Libre Albedrío que tiene cada uno.
- Cualquier cosa inferior a esto sería un intento de volver a la vieja era de esclavitud.
La argumentación que sigue procede de una conferencia que di el 16 de junio de 2.002 sobre “Mi búsqueda espiritual”:
Religión versus mentira
Cuando renunciamos nuestra la independencia y al uso del discernimiento para convertirnos en marionetas de otra persona, por muy maestro que ésta sea, simplemente estamos renunciando a nuestra dignidad como seres humanos.
Los mayores malentendidos, enfrentamientos y fanatismos de la humanidad se producen en los campos de la religión, la política y el sexo. A lo largo de la historia de la humanidad, en nombre de la religión, se ha asesinado a más gente que en ningún otro nombre.
Esto ha ocurrido sobre todo en las religiones mediterráneas, las llamadas “del libro”, que están basadas en la revelación, Judaísmo, Cristianismo e Islam. Pero no ha ocurrido tanto en las religiones asiáticas que están basadas en la iluminación como el Hinduismo, el Budismo, el Taoísmo, el Jainismo etc. Allí no ha existido algo parecido a una cruzada sangrienta o a una “santa inquisición”. No tienen las manos tan manchadas de sangre, aunque también hayan tenido sus conflictos.
Todas las religiones tienen grandes verdades, pero también grandes mentiras. A mi juicio, religión es sinónimo de mentira oficialmente organizada y ritualizada basada en una interpretación literalista de sus escrituras en lugar de la interpretación poética y alegórica que hacen los místicos. Cuando una verdad se sustituye por un rito, que es una caricatura de dicha verdad, se funda una religión.
Lao Tse decía al respecto: “El hombre de virtud superior no tiene virtud, y por ello precisamente la posee. El hombre de virtud inferior se aferra a la virtud, y por ello precisamente carece de ella. Tras la pérdida del Tao aparece la virtud; tras la pérdida de la virtud aparece la bondad; tras la pérdida de la bondad aparece la rectitud; tras la pérdida de la rectitud aparecen los ritos.”
Otra definición de religión es el arte de no mirar. Cuando la gente mira al altar o al sacerdote, entonces se olvida de mirar dentro de sí misma, que es donde realmente está la clave de la liberación.
Por último, una definición técnica de RELIGIÓN: conciencia de creencias, otros determinismos y abrumamiento severo, agrupando el miedo y el escapismo en el intento final del individuo para mantener la estabilidad después de impactos o pérdidas no duplicables.
Misterio = oscuridad
Todas las religiones están basadas en la existencia de intermediarios entre Dios y el devoto, interesados en manipular las conciencias de los fieles, pero lo que es peor, en el cultivo del misterio para atrapar la atención de sus devotos y dejarlos en estado de confusión.
Cuando de niños nos hablaban del misterio de la Santísima Trinidad y preguntábamos que nos lo explicaran, la respuesta era que es imposible conocerlo porque es un misterio. Pedíamos luz y nos daban oscuridad.
El MISTERIO puede definirse como un estado de conocimiento basado en el olvido del saber o como el pegamento que atrapa a los espíritus en las cosas.
Puede observarse que todas las religiones han utilizado el misterio como sistema para mantenerse y hasta la moderna publicidad o los políticos utilizan a veces el misterio para atrapar la atención.
Cuando algunas personas no entienden lo que habla un político con sus frases enigmáticas, en lugar de darse cuenta de que las está manipulando tienden a pensar que él político debe ser muy inteligente y que uno debe ser muy tonto porque no se entera nada. Pensar así es caer en la trampa que nos han tendido.
La anatomía del misterio es impredicción, confusión y luego oscurecimiento total. Los seres que utilizan el misterio pretenden o fingen que hay algo que saber antes de llegar al misterio. Hacerse el misterioso o fingir que uno sabe algo que la otra persona no sabe es la manera más degradada de llamar la atención.
También puede calificarse el misterio de impostura científica, cuando se pretende rizar el rizo en lugar de ir a la clave del asunto. Muchos profesores de Universidad utilizan el misterio para ponerse muy por encima de sus alumnos y dejarlos en la confusión, lo cual supone una desinformación y una violación de la ética pedagógica.
Los maestros espirituales aman la sencillez y la llaneza del lenguaje a la hora de transmitir sus enseñanzas. Sólo los impostores se esconden detrás del misterio y la desinformación para ocultar su ignorancia. La clave de una buena comunicación es tener la habilidad de transmitir las verdades más profundas con las palabras más sencillas, como hacía Buda o Jesús con sus parábolas.
Religión no es espiritualidad
Cada día hay menos gente interesada en la religión y más gente interesada en la espiritualidad. Menos interesados en los dogmas de los teólogos y más interesados en las experiencia de los místicos.
Hay que distinguir al teólogo del místico: El teólogo se limita a especular, a hacerse masturbaciones mentales o discusiones bizantinas, sobre lo que otros han dicho o han dejado de decir acerca de una supuesta revelación que él nunca ha experimentado personalmente, mientras que el místico habla de primera mano, de su experiencia personal y directa.
La teología conduce al dogmatismo, al integrismo y a la interpretación literalista de los textos sagrados, salvo honrosas excepciones, mientras que la experiencia mística es lírica, poética, amorosa, tolerante y universal. Los místicos sólo tienen una religión: la Verdad, el Amor y la Libertad.
Por eso los teólogos siempre han perseguido a los místicos y hasta los han asesinado. No podían tolerar el mensaje liberador de los iluminados, y sobre todo sentían una envidia terrible de los que se comunicaban con Dios sin intermediarios ni autoridades puñeteras.
Un místico no es capaz ni de matar a una mosca, sin embargo muchos místicos han sido asesinados por inquisidores criminales a lo largo de los siglos, mientras ellos morían ejecutados como unos benditos perdonando a sus verdugos.
De todos modos hay que reconocer que el Islam ha sido mucho menos represivo con sus místicos que el cristianismo, porque no ha tenido una inquisición institucionalizada. Gracias a ello existe actualmente una gran vitalidad espiritual en los países musulmanes, como Marruecos, donde abundan las cofradías y comunidades sufís.
También en el judaísmo existe una maravillosa tradición espiritual de la Cábala heredera de los maestros cabalistas que los Reyes Católicos expulsaron de Toledo y otras ciudades españolas, cuyo centro actual está en la ciudad de Safed, al norte de Israel. Discípulos de todo el mundo acuden allí a recibir enseñanzas sublimes de estos maestros cabalistas, pero el gran rabino de Jerusalén los calificó de herejes. Otro inquisidor.
Por el contrario la tradición católica actual sufre una gran sequía de misticismo como resultado de tantos siglos de reprimir la gnosis. Cada uno recoge lo que siembra.
Esta frustración por la incapacidad de tener experiencias místicas la comentó Antonio Machado:
Ayer soñé que veía
a Dios y que a Dios hablaba;
y soñé que Dios me oía...
Después soñé que soñaba.
La "verdad organizada"
Todas las religiones proceden de experiencias directas de unos místicos, pero han sido organizadas y deformadas por teólogos y políticos sin experiencias místicas, pero con mucha codicia de poder para manipular a las masas.
“Sólo cuando hayas descartado la religión hecha por el hombre y su marca, tu Dios estará listo para morar en el interior de tu cuerpo-templo que es la única Iglesia viviente” dijo Hugh Emil de la Cruz.
Cuenta una vieja leyenda oriental que un día iban caminando el diablo y un amigo cuando de repente vieron a alguien recoger algo del suelo.
El diablo se alegró muchísimo, y el amigo le preguntó a qué venía tanta alegría, a lo que el diablo respondió:
- Ves a ese hombre que se acaba de agachar, pues acaba de encontrar la Verdad.
- No entiendo -respondió el amigo- eso sería un mal negocio para ti.
- No -replicó el diablo- porque yo le voy a ayudar a organizarla.
Moraleja: “que no me organicen, que me revientan”.
Lo auténtico desaparece y lo falso permanece
Hay quien dice que la validez de un sistema espiritual se demuestra por su persistencia a lo largo de los siglos. Son los llamados tradicionalistas. Piensan que la espiritualidad es como el vino viejo, cuanto más añeja y rancia tanto más sabrosa.
Buscan solidez y persistencia, es decir, verdades prefabricadas, porque "doctores tiene la Iglesia", y se horrorizan ante el riesgo y la aventura de cuestionar a la autoridad religiosa de investigar por su cuenta y riesgo las muchas Américas que quedan por descubrir en el campo de la mente y del espíritu, de buscar las respuestas por uno mismo, de no comulgar con ninguna tradición por muy venerable que ésta sea.
Pues bien, yo he descubierto justamente lo contrario, que la persistencia no es una característica de la Verdad sino de la mentira. La Verdad es evanescente, es decir, que desaparece, que se desvanece cuando se deja de crear porque está viva, mientras que la mentira es sólida y persistente como una piedra, es decir, que permanece después de haber sido creada porque está muerta.
Tanto es así que en el campo de la Psicología, cuando un terapeuta quiere descubrir los autoengaños de su paciente basta con investigar sus persistencias.
La verdad de Jesús desapareció cuando se fue y dejó de crearla. Lo que queda es otra cosa. La verdad de Buda desapareció cuando desencarnó; lo que queda es otra cosa. La verdad de Lao Tse desapareció cuando se fue; lo que queda es otra cosa.
Esa "otra cosa" se llama religión, es decir, un sustituto de la Verdad, una caricatura de la misma que produciría risa si no fuera a veces tan agresiva con la libertad de las personas. Esta caricatura de la Verdad conduce al integrismo o fundamentalismo por su propia naturaleza.
Precisamente el que la Verdad de Jesús, Buda o Lao Tse haya desaparecido ahora es la prueba de que realmente era auténtica. Es decir, que lo auténtico desaparece y sólo lo falso permanece.
Por ello dice el Zen, "si encuentras a Buda mátalo". Es decir, que la idea de Buda como concepto es una persistencia, mientras que la experiencia búdica o Nirvana es la extinción de todas las persistencias, entre las cuales, la persistencia más profunda es la del propio sentido del ego.
Dicho de otro modo, no se puede beber el vino de una nueva espiritualidad en los odres viejos de las antiguas religiones.
La Verdad nace y muere
La Verdad de la que hablo es Algo Vivo y por lo tanto tiene las cualidades de la Vida que son el nacimiento, el crecimiento, la decadencia y la muerte. Lo único que no muere es lo que ya está muerto, como la estatua de un santo. Sólo lo que está vivo tiene la capacidad de morir.
Es como la danza de Siva, creación y destrucción al mismo tiempo. Algo terrible para los seres humanos amantes de la solidez y de la permanencia, pero fascinante al tiempo como la vida misma.
Eso lo entendieron muy bien los Mayas, que abandonaron sus ciudades cuando ya había pasado su tiempo. Pero ahora están volviendo a renacer porque es otro tiempo de expansión. Quizás fue la civilización más auténtica.
También lo entendieron los Rosacruces, que periódicamente se autodisuelven durante varios años, y desaparecen totalmente, para luego volver a recrearse.
No lo entendieron bien los tibetanos (aunque sí algunos lamas). Por eso vinieron los chinos a recordárselo por la fuerza, con violencia y crueldad.
Tan importante es saber crear como saber desarrollar y descrear, saber nacer como saber crecer y morir, porque todo tiene su tiempo en la Vida. La filosofía budista de la impermanencia se parece a lo que digo, pero hablo desde la frescura de mi propio descubrimiento, no desde el dogma de una religión.
Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.
No hace falta recordar que lo dijo Antonio Machado.
Anarquismo espiritual
Aunque no me gustan las etiquetas, podría definirme como anarquista espiritual. No renuncio a mi libre albedrío ni a mi soberanía personal, por muy maestro que el otro sea, lo que no me impide aprender de los verdaderos maestros.
Sé equivocarme sólo y no necesito que otro se equivoque por mí. Pero también sé acertar la mayoría de las veces, aprender de mis errores y corregirme.
Krishnamurti decía al respecto que ninguna organización debe guiar a las personas: “La Verdad es una tierra sin caminos, absoluta e ilimitada, y no se puede llegar a ella por medio de religión o secta alguna, que sólo son muletas o ataduras para el espíritu humano.”
Anteriormente Antonio Machado había dicho lo mismo con sus conocidas estrofas que no está de más recordar:
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.
Krishnamurti no quería discípulos, porque “cuando seguimos a alguien dejamos de buscar la Verdad, y nadie posee la llave de la Verdad más que uno mismo”. Todos los años pronunciaba sus conferencias en Saanem (Suiza) y cuando se encontraba con los mismos oyentes les decía “¿qué hacen ustedes aquí otra vez? ¿es que no han comprendido nada?”.
Sobre las técnicas de meditación decía Krishnamurti: “Sentarse con las piernas cruzadas y repetir ciertas frases es un esfuerzo consciente por meditar, y forma parte de un deseo. Desear tener una mente tranquila es lo mismo que desear tener una casa hermosa o un buen vestido. Sólo cuando dejamos de desear, llega la meditación y la paz.”
Añadía Krishnamurti que “cuando un guru o maestro dice saber algo, miente. La iluminación no es algo que deba lograrse, no es algo a lo que se pueda llegar paso a paso, como si subiéramos una escalera. La mente debe estar libre de toda autoridad, sin seguidores, ni discípulos, ni patrones. Nadie puede guiar a nadie ni ser la luz de otro. Sólo uno mismo puede ser su guía, pero tiene que estar completamente sólo.”
Una vez le preguntaron a un sadhu alemán en India quién era su guru. Él se besó las manos y se tocó sus propios pies. Estaba diciendo que él era su propio maestro espiritual.
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