Del manual de Ejercicios Pleyadianos.
A causa de vivir en un mundo en el que los alimentos se llenan de aditivos químicos, se fumigan con pesticidas, sufren alteración de color, blanqueado, desestructuració n mediante microondas y mutación en general, resulta difícil ingerir alimentos completos, orgánicos y no adulterados. Incluso en este caso la fuerza vital del alimento disminuirá enormemente durante el tiempo que transcurre entre su cosecha, transporte y cocinado. El problema es menos grave si has crecido comiendo de un modo sano desde que naciste, pero probablemente has ingerido muchos alimentos mutados, tales como azúcar blanca, harina blanca, arroz blanco, carnes, aceites cocinados y alimentos no orgánicos desde muy temprano en la vida. ¿Cuál es el efecto que esta forma de alimentarse tiene sobre el cuerpo y el espíritu? Los humanos y los animales que comen alimentos mutados experimentan las mismas mutaciones en su propia estructura celular y sus cromosomas, como ya se ha demostrado que ocurre en las plantas. Por lo tanto, la salud de tu cuerpo, así como la capacidad de tu espíritu de vivir en tu cuerpo de una manera plenamente operativa, dependerá en parte de la naturaleza de lo que comas.
Los pleyadianos han expresado su preocupación acerca de este simple hecho y me han ayudado a desarrollar un modo de mejorar esta situación. En primer lugar, el sentido común te dirá que compres alimentos orgánicos siempre que te sea posible. Los pleyadianos han dicho que, tras cinco generaciones de producción de semillas a partir de alimentos orgánicos, cualquier mutación se corregirá si las plantas que surjan de esas semillas reciben el alimento adecuado durante su crecimiento.
En segundo lugar, utiliza granos enteros y alimentos enteros siempre que te sea posible. Las plantan han sido creadas para contener una pauta energética completa y la totalidad de enzimas necesarias para la digestión. Las plantas tienen «marcas geométricas de creación» que son similares o idénticas a las que se encuentran en el cuerpo humano. Así fueron diseñadas por los pleyadianos y los Reinos Dévicos para que todo lo necesario para estar sano y bien alimentado, así como para sanar los males, exista en la Tierra en el mundo natural. Si el salvado y el germen se retiran de los granos antes de ser ingeridos, o si la caña y los granos de azúcar se reducen a su forma más simple, las marcas de las plantas se ven alteradas y entran en el cuerpo de forma incompleta y mutada. El cuerpo entonces trata de completar la imagen intentando dar sentido a aquello que se ha ingerido. Las vitaminas B y C se extraen de los lugares donde habían quedado almacenadas temporalmente en el cuerpo para generar así equilibrio y salud; se utilizan para que estos granos y azúcares mutados lleguen a tu sistema. Para favorecer la digestión el cuerpo produce un exceso de enzimas que no harían falta si los alimentos estuviesen completos. A la larga, esto desemboca en deficiencia de vitaminas B y C, agotamiento prematuro del número total de enzimas en el cuerpo, problemas inmunológicos y propensión a alergias, así como daños en el sistema nervioso y en el cerebro. El colon no es capaz de evacuar bien debido a la pasta formada por los granos blancos y los azúcares pegajosos, provocando el regreso de las toxinas al cuerpo a través de las paredes del colon debido a la constante putrefacción. Los cromosomas y las células se ven mutados, giran sin rumbo, empiezan a generar enfermedad y no pueden crear un hogar donde el espíritu sea capaz de vivir.
La ingestión de alimentos completos cultivados orgánicamente puede erradicar este problema e incluso empezar a sanar y devolver el equilibrio interno natural. Por su puesto, si el daño ya es excesivo, pueden ser necesarios unos enemas o limpiezas de colon, o bien seguir durante un tiempo un programa de terapia de enzimas. Puede ser necesaria la toma de un suplemento alimenticio hasta que el cuerpo se recupere de las mutaciones pasadas y vuelva a funcionar normalmente. Puedes aprender estos procedimientos en libros o de un buen especialista en dietética, hierbas, iris, homeopatía o naturopatía.
Puede que por necesidad (o diversión), por mucho cuidado que tengas en casa, suelas comer en restaurantes o en casa de otras personas. Además, recoger comida y salir corriendo con ella es una señal de estos tiempos. El proceso dado a continuación para «sanar los alimentos» y devolverles la fuerza vital no puede liberar completamente la comida de productos químicos y mutaciones. Sin embargo, te ayudará a recuperarte de la mutación con resultados variables y hará que tu cuerpo sea más agradable para que lo habite tu espíritu.
1. Visualiza una rejilla ultravioleta de Transfiguració n Cuántica alrededor del alimento que vayas a comer. Coloca las manos alrededor del borde del plato o del propio alimento para facilitar la colocación de la rejilla. Aguanta la rejilla firmemente mediante tu conciencia durante treinta segundos o un minuto, o más tiempo si lo crees necesario.
2. Con la rejilla así colocada, expresa si quieres la gratitud o las bendiciones de costumbre.
3. Visualiza el símbolo del infinito, que tiene el aspecto de un número ocho horizontal, formado por luz dorada. Esta luz dorada fluye de modo continuo a través del símbolo. Coloca un extremo del símbolo del infinito cerca del alimento mientras pronuncias la siguiente invocación o una propia: «Envío gratitud a todas las fuentes de esta comida, incluyendo plantas, animales, seres sensibles, seres humanos y la tierra. Pido que aquella fuerza vital que haya perdido desde que fue recogida, transportada y preparada, le sea devuelta ahora a través del símbolo del infinito». Continúa visualizando la imagen de la luz dorada fluyendo a través del símbolo del infinito hasta que percibas que la fuerza vital ha sido devuelta tanto como sea posible. El proceso suele tardar de treinta segundos a un minuto.
4. Buen provecho.
Después de «sanar» y restaurar así el alimento unas pocas veces, serás capaz de sostener simultáneamente en tu conciencia la rejilla de Transfiguració n Cuántica y el símbolo del infinito, lo cual reducirá el tiempo necesario para el proceso.
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