La belleza siempre nos fascina y la consideramos como el signo externo de la bondad.
Para los niños pequeños, cualquier cosa que proporcione placer es buena:
Una piel tersa, música, luces de colores, dulces.
¡Qué decepción averiguar que el suave gatito tiene garras que rasguñan!
A medida que crecemos nuestras nociones de belleza y placer se profundizan y se vuelven más complejas.
Observamos que, con frecuencia, la belleza de las personas es un reflejo de su yo espiritual. Y que la belleza física es superficial e insatisfactoria a menos que esté acompañada de un espíritu generoso.
Esto es lo que se llama ordenar nuestras prioridades:
Esto es lo que se llama ordenar nuestras prioridades:
Decidir o descubrir que la virtud no es aburrida, sino algo esencial.
La honestidad, la confiabilidad y la veracidad son algo que buscamos en los demás y que tratamos de alcanzar.
Estas virtudes son mejores que las ropas o los coches.
Dice un refrán: "En la edad madura, tenemos los rostros que merecemos".
Todos hemos visto el daño que el egoísmo o la disipación dejan en los rostros de antiguas bellezas.
Dice un refrán: "En la edad madura, tenemos los rostros que merecemos".
Todos hemos visto el daño que el egoísmo o la disipación dejan en los rostros de antiguas bellezas.
Cuando nuestros espíritus sean fuertes, duraderos y compasivos, seremos agradables a la vista.
Osho
No hay comentarios.:
Publicar un comentario