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10 enero, 2007

LOS HIJOS DEL SOL II - Segunda parte

LOS HIJOS DEL SOL II
(Segunda parte)

EL EXODO

En la ciudad de Ramsés, Josué con Aarón estaban impacientados y desilusionados. Los más allegados de entre los hebreos, habían desistido ya de los delirios de ambos. Pero nos le quedaba más remedio que esperar, puesto que Maser les había hecho llegar noticias periódicas a través de las caravanas que seguían la ruta de Madián hacia Egipto.

Lo primero que hizo Moisés fue acudir al derruido palacio de Amarna; el palacio que su padre Akenatón había edificado en homenaje a Aton. Esta ciudad ahora deshabitada y proscrita por Ramsés estaba custodiada por guardias. Muchos de los edificios de la misma habían sido demolidos y las piedras talladas con esmero se habían empleado en otros tantos templos y palacios de Tebas.

Maser tuvo que esperar a la noche para introducirse en una pequeña edificación adosada al palacio. Seguía una ruta especial que los “señores de la montaña” le habían mostrado. Tuvo que mover varias piedras hasta descubrir una losa de un metro de lado que tapaba un pequeño nicho de tipo funerario. Con la ayuda de una palanca pudo entreabrir la losa. La sujetó con una cuerda gruesa e hico que uno de los mulos que le acompañaba tirara con fuerza. Finalmente pudo entrar en una pequeña cueva de techo bajo. Tuvo que encorvarse y caminar tres o cuatro metros hasta llegar a un sarcófago. Dentro no había ninguna momia, sino los protocolos en papiros de los “Hijos del Sol”. La narración del encuentro de su padre Akenatón con los “Dioses “ y las primeras normas que habían sido pactadas por los hermanos de Fraternidad Solar y que finalmente darían sentido a los famosos “diez mandamientos” de los que habla la Biblia. Aquel tesoro que en su día buscara el general Horenjef como un poseso y que los sacerdotes de Tebas habían deseado con tanto afán, estaba ahora en manos de su legítimo dueño. Toda esta documentación pasaría después a otra Fraternidad; pero no en Egipto, sino en Qumram; en manos de los Esenio. Pero esta es otra historia, de la que nos ocuparemos en su momento.

Tuvo que cargar los mulos con grandes alforjas. En el fondo de las alforjas metió los papiros y sobre ellos varias telas, pues Maser viajaba de incógnito haciéndose pasar por mercader de tejidos.

Se disponía a cerrar de nuevo la losa, cuando divisó las teas encendidas de los guardianes del viejo templo. Aunque él había guardado un escrupuloso silencio, los cuadrúpedos le habían delatado y su relincho había despertado a los celadores. Salió precipitadamente del lugar salvando el pellejo por poco. Pero aquel error le costaría caro más adelante. Y si bien es verdad, que se llevó todos los papiros y las tablillas en cera, el sarcófago de piedra que las contenía, tenía a su vez, grabado en su exterior los sellos de la Fraternidad Solar y del antiguo Faraón Akenaton. Aquella urna era el tesoro tan buscado por los detractores del culto a Aton y por el que se había derramado mucha sangre. Al día siguiente los guardas del templo descubrirían el robo y la máquina de la represalia se pondría en marcha muy a pesar de Maser.

Finalmente llegó a Menfis. Josué y Aarón se echaron en sus brazos llorando de alegría. Los tres saltaban como niños. Finalmente el destino les había reunido de nuevo y ahora, ya no sería para dialogar sino para ejecutar el plan, que noche tras noche, habían reinventado en su mentes.

Aquel año había sido duro para los egipcios. El Nilo había bajado en el aluvión mucho barro y las aguas traían disueltas grandes cantidades de pirita; su color era rojo como la sangre; esto que se daba en diversas ocasiones, era considerado por los sacerdotes como castigo del cielo. Por otra parte las langostas habían diezmado la cosecha. Según se produjera el viento, había años en que las langostas del centro del continente eran impulsadas en ejércitos de millones de ellas sobre los campos y las cosechas egipcias y producían hambrunas. Además se habían detectado varios focos de glaucoma. El glaucoma era una de las enfermedades más temidas por los egipcios, puesto que a lo largo del pasado había diezmado a sus pobladores. Esta infección que se produce en los ojos se convertía en pandemia. Los médicos egipcios solían pintar a las personas con hena los párpados y el lagrimal para preservarlos, pero aún así era inevitable que el virus hiciera de las suyas.

El excesivo barro del aluvión, había hecho fermentar en los campos muchos focos bacterianos, los mosquitos, los batracios y las ranas formaban un ejército molesto e indestructible.

Los hebreos consideraban todas estas circunstancias como castigos divinos. De ahí que en la Bíblia fueran utilizadas como armas arrojadizas contra los egipcios. Estos hechos dieron sentido a las “Plagas de Egipto” enviadas por Yavé, para castigar a los opresores de los hebreos. Afortunadamente Dios no se dedica a estos menesteres, pero sí los narradores de los textos “sagrados” que por tribalismo religioso terminan por atribuir cada desgracia, como venganzas divinas enviadas a los enemigos ocasionales.

El implante cerebral de Maser no dejaba de funcionar:

- ¡Saca a tu pueblo de Egipto! Una tremenda plaga diezmará la población. Debéis de emprender la marcha.

Finalmente el profeta preocupado reunió a Josué y a Aarón y les conminó a comenzar el éxodo de cuantos desearan retornar a la tierra prometida. Aarón no creía que el pueblo reaccionara. Conocía muy bien a sus hermanos de raza. Eran tercos como una mula, fanáticos y muy apegados a sus posesiones, aunque en este caso no eran muchas.

- ¡Hermano! Dudo mucho que te hagan caso. Tendrás que darles algo más que palabras para convencerles.

Maser sabía con lo que se enfrentaba y le replicó con una amplia y comprensiva sonrisa.

- Aarón, reúne a los ancianos y los más notables del pueblo. Yavé, nuestro Dios, hablará por mi boca y por el báculo que tu mismo portarás.

A los pocos días se reunieron cerca de cuatrocientas personas en torno a Josué; Aarón y Maser. Todos estaban expectantes. No conocían bien a Moisés, pero Aarón les había hablado maravillas de él.

- ¡Hermanos! debemos partir cuanto antes a la tierra de nuestros antepasados, una gran plaga se avecina sobre Egipto y podemos fallecer muchos de nosotros. Ha llegado la hora marchar.

Los hebreos comenzaron a murmurar hasta que finalmente le replicaron.

- Tú eres mitad egipcio y mitad hebreo ¿Por qué debemos creerte? ¿Quién eres tú para hacerte representante de nuestro Dios?

- El poder de Dios está en mí. El me sigue a todas partes. El me ha dado poder para apartar las serpientes a nuestro paso.

Luego mandó adelantarse a Aarón e hizo retroceder unos cuantos pasos a la multitud.

- ¡Mirad el poder de Dios!

Un rayo de luz salió de la vara que portaba Aarón y se formaron de la nada y en el suelo unas enormes cobras que parecían querer devorar a cuantos estaban presentes. Todos retrocedieron asustados. Pero de la misma vara salió un ser con una luz cegadora que acercándose a las serpientes las aplastó con sus pies. Lugo el ser incandescente se acercó a Moisés y le abrazo con ternura. Finalmente todo desapareció ante los ojos atónitos de los hebreos. Todos se quedaron maravillados con aquella magia, pues solo un hombre enviado por Dios podría realizar tales prodigios.

En los días sucesivos se precipitaron los preparativos del éxodo de los hebreos. Nada ni nadie podía impedirles marchar, puesto que no eran esclavos, como se ha dicho en forma equivocada en la Biblia y por otra parte todos los ciudadanos y pobladores de Egipto eran libres de circular por el territorio.

Maser nombró a Josué, jefe de seguridad de la caravana y le envió por delante para comunicar pueblo por pueblo y ciudad por ciudad, que la profecía se había cumplido y que había que volver a la tierra prometida.

No todos los hebreos se unieron a la odisea. Cerca de seis mil personas entre hombres, mujeres y niños, componían la avanzadilla del pueblo elegido.

El gobernador de Menfis recibió la protesta airada de patronos y empresarios que veían como su mano de obra se marchaba. Se consultaron las leyes y no había nada que les impidiera marchar. El faraón dudó en parar aquel disparate pero Ramsés II entendió que él no podía mezclarse en estas cuestiones menores, sobre todo cuando el ejército estaba combatiendo en las fronteras con los hititas. Por otra parte, al saber que Maser era un hijo bastardo de Akenatón comprendió que cuanto antes saliera de Egipto, mejor para todos, puesto que retomar la herejía del faraón loco, no era bueno para nadie y menos para recibir quejas de los sacerdotes.

Los primeros brotes de glaucoma, junto con el tifus comenzaron a detectarse en la población. Pero la desvencijada caravana ya estaba en marcha. Esta epidemia que no afectó a los hebreos, fue luego interpretada como castigo divino enviado por Yavé a los primogénitos egipcios. ¡Que barbaridad! Ningún Dios puede complacerse en matar inocentes.

Siempre me he preguntado al leer la Biblia, ¿Cómo es posible que siendo un pueblo esclavo, los hebreos salidos de Egipto tuvieran gran cantidad de oro para hacer un becerro o piedras preciosas para fabricar el escapulario del sumo sacerdote Aarón? Ningún esclavo puede almacenar estos bienes. O en todo caso no eran esclavos sino hombres libres. No voy a entrar a debatir estas cuestiones, simplemente voy a relatar lo que vi al respecto.

El templo de Ra en Menfis empleaba diverso personal, no solo de la casta sacerdotal, sino administrativa y docente. Una persona de confianza de Maser trabajaba en el mantenimiento del templo. Les vi a ambos planificando una serie de maniobras muy precisas. Se trataba de hacer suyos una serie de documentos, piedras preciosas y oro que se custodiaba en la sala del tesoro. Efectivamente la noche previa al gran éxodo, un extraño carromato tirado por bueyes se aproximó a los grandes muros del templo. Unas enigmáticas sombras salieron del templo, pero no con las manos vacías. ¿Qué llevaba dicho carromato?.....

Fue a la semana siguiente de dicho acontecimiento cuando los sacerdotes comprobaron que faltaban documentos y material de la cámara del tesoro. La policía no tardó en relacionar el robo con los servidores que hacía días no acudían a su trabajo. Tampoco les fue complicado deducir, que el saqueo de las ruinas de Amarna había sido orquestado por el mismo grupo. Y la evidencia de la marcha de los hebreos, les hacía culpables irremisiblemente.

El precepto de policía envió mensajeros a Tebas, donde temporalmente se alojaba el faraón a la vez que ordenó a un centenar de hombres y varios carros del ejército interceptar la columna hebrea, que sin duda estarían ya cerca de la frontera. Y fueron estos hechos los que dieron origen a la famosa persecución de las tropas egipcias al pueblo elegido. Hechos estos que en la Biblia aparecen tergiversados y alterados para eximir de culpa a un pueblo que debía construir un pasado sin mancha.

Aquel proceder por parte de Maser puede parecer deshonesto, pero nada más alejado de la realidad. Maser, hijo de Akenatón tan solo estaba tomando una brizna de lo que correspondía a su padre y que Horenjef y los sacerdotes de Amón habían expropiado a la Fraternidad Solar y al propio faraón. No fue un robo, sino una pequeña y justa restitución.

Josué; un excelente estratega había dispuesto cerca de doscientos jóvenes que a modo de policía iban dirigiendo al pueblo por caminos seguros. Por cada pueblo o ciudad que pasaban se les unieron cientos de otros tantos hermanos. El grueso de la caravana venía de la ciudad de Ramsés, que se estaba construyendo en el delta. Eran casi todo artesanos del adobe y de la piedra. Finalmente llegaron al delta del Nilo. En Menfis, la segunda ciudad del estado, había un numerosísimo grupo de hebreos. Y tomaron rumbo al mar, camino de Madián. Eran cerca de seis mil personas que avanzaban con entusiasmo hacia su liberación. La ilusión de los ancianos se mezclaba con los recién nacidos. Todos pensaban que aquella aventura duraría meses o en todo caso uno o dos años, como mucho, pero movilizar a todo un pueblo por el desierto no era fácil.

EL PUEBLO ELEGIDO

El Consejo de los Veinticuatro Ancianos se estaba reuniendo. De todos los rincones de la Galaxia acudían seres inteligentes, comprometidos con el plan de la Humanidad terrestre. Hacía varios miles de años que los implantes neuronales en el primate humano estaban dando los resultados apetecidos. Por otra parte, las mejoras genéticas de los distintos rincones de nuestro Universo local, habían propiciado un rápido ascenso evolutivo desde la desaparición de la Atlántida. Pero el último aporte de la raza amarilla, por parte de los seres de Proción, además de mejorar la inteligencia del antiguo poblador terrestre, habría subido la inteligencia y mejorado el sistema inmune, pero sin desearlo se había activado igualmente la superproducción de adrenalina. Este extremo producía una cierta agresividad en la raza y las previsiones de una constante belicosidad entre los humanos. Los Ancianos de la Galaxia, los que en definitiva seguían el plan de la inseminación genética de todos los planetas de este rincón del Cosmos, habían convocado a todos los espíritus comprometidos en este plan.

Fueron sobre todo los biólogos los que tomaron la palabra, aconsejando reajustes futuros, mediante activación de las glándulas superiores. Pero no todos se ponían de acuerdo. Algunos pensaban que el proceso debía ser más psíquico y no tan biológico. Otros aconsejaban la implantación de nuevas colonias de otras galaxias, con el fin de mezclar convenientemente diversos factores complementarios.

La reunión se prolongaba y no había acuerdo. Era habitual llegar a estas situaciones en las frecuentes reuniones que antes y ahora se siguen en el Cosmos. Determinaron por tanto esperar. Pidieron consejo al gran Maestro de Saturno Luiin, sobre la hora o la fecha propicia para seguir los debates y éste, sacando una pequeña máquina de posiciones planetarias, aconsejó seguir con la reunión, a pesar del cansancio, dado que en cuatro horas de nuestro tiempo, se iba a producir una alineación muy propicia

para recibir luz de las Esferas Superiores.

Efectivamente a las cuatro horas, todos los presentes, sintieron con sutileza una mayor aceleración psíquica en sus organismos. Ahora no había prisa, se trataba de encontrar una solución guiada por la luz del espíritu.

Tal y como lo habían hecho en el pasado decidieron activar el factor "RH a partir de una manipulación genética de una mujer egipcia. Además, se contaba con la próxima encarnación del Gran Asthar Sheran (en la religión católica, el Arcángel San Miguel), que requería de unas condiciones precisas para llevar adelante sin violencia, el próximo plan sobre el Monoteísmo en el planeta Tierra.

Es así, que la princesa Tiy fue la designada, para tal plan, de cuyo vientre naciera Akenaton, que por el efecto de esta manipulación, habría sacado el cuerpo algo deforme, y por ende, un carácter exento de violencia y más predispuesto a la religiosidad, el arte y la espiritualidad, pues sobre él cabalgaba el espíritu de Asthar Sheran y de Thotek (Dios Thot).

Antes y después de esta reunión, eran conocidas las inseminaciones genéticas, sobre las vírgenes de nuestro planeta. De hecho este conocimiento ancestral fue inspirado por los Maestros del Cielo a los Iniciados egipcios. Fueron estos a su vez los que escribieron el Génesis, que Moisés, después, entregara al pueblo hebreo como uno de los elementos fundamentales de su doctrina. En dicho libro aparece claramente una sentencia: "Los hijos de los Dioses se juntaron con las hijas de los hombres y las fecundaron…dando origen a los Gigantes".

Se estableció también que desde el planeta Hoova se transportaran genes con DNA mejorados genéticamente y se implantaran en Abraham, y sobre todo en su nieto Jacob. Fue este último el que fue inseminado con los valores de los doce planetas de nuestro Sistema, de ahí que fueran doce los hijos que tuviera. Como después se sabe por el relato histórico, José, fue vendido por sus hermanos y alcanzó prosperidad en Egipto; pero con José y sus hermanos se llevó a Egipto los valores genéticos inseminados en su padre, para mezclarse con los valores del RH- de la Reina Tiy.

Después de cientos de años. Los hebreos que salieron de Egipto, ya no eran solo sangre de Abraham, sino sangre de éste y de Akenaton; o lo que es lo mismo decir, sangre mejorada y tratada por uno y otro rincón de la galaxia. Por esto se le llamó el “pueblo elegido”, porque en su seno se daban las condiciones más idóneas para producir una aceleración psíquica de la raza y por tanto para un ensayo sociológico como nunca antes de había intentado. ¿Se podría decir, por tanto que el ser humano es una granja sujeta a inseminación y mestizaje? Pues nos guste o no, efectivamente somos el resultado de varias manipulaciones genéticas de los Dioses. Que hace tres mil años, se dio y aún hoy en día sigue su curso.

El pueblo elegido tomó el camino del desierto de Madián. Estaban llegando al mar Rojo. La policía estaba pisándole los talones. ¿Se abortaría la misión? La caravana no sabía que les perseguían. Solo Maser, Aarón, Josué, y un pequeño grupo dirigente sabían lo que trasportaba aquel carro. Josué por su parte había formado una guardia alrededor del mismo y a nadie le estaba permitido acercarse.

EL PASO DEL MAR

Fue al salir de Menfis, cuando el pueblo comenzó a divisar una extraña nube que en todo momento les acompañaba. Era una nube de color metálico, por la noche irradiaba luz, subía y bajaba a voluntad. A veces metía un ruido tremendo como si fueran truenos. Si la nube paraba, ellos paraban, si la nube se ponía en marcha, ellos se ponían en marcha. Solo Maser sabía que aquella nube no era sino una nave, donde viajaban los hermanos superiores, o mal llamados Dioses.

La caravana se dirigía al norte, hacia el “mar de juncos” es decir, al Norte del Mar Rojo, donde el mar dejada de ser tal para convertirse en lagunas, cañaverales y ciénagas. El paso hacia la península del Sinaí por este lado de la frontera egipcia era un poco tortuosa, puesto que había zonas donde el agua alcanzaba medio metro, para luego pasar a formar lagunas de dos o tres metros de profundidad, mezclado con cañas y un enjambre millonario de mosquitos de todas las especies.

Los hebreos caminaban despacio, ajenos al peligro que se les venía encima. Los hombres que Josué había dejado en la retaguardia vieron desde una de las montañas como los soldados del faraón levantaban una enorme nube de polvo. Y además la calima del desierto transportaba toneladas de polvo en suspensión, además de una temperatura infernal. El viento comenzó a levantar cortinas impenetrables de polvo. Josué, avisado por sus hombres se apresuró a avisar a Moisés.

- Maser; hemos visto soldados del faraón que vienen hacia nosotros. Por la marcha que llevan, no creo que vengan a saludarnos precisamente.

Maser sabía el por qué de dicha persecución y ordenó avivar la marcha. La tormenta favorecía la dispersión de unos y otros.

Lo que luego vi fue absolutamente fantástico y aunque me resisto a escribirlo, debo ser fiel a cuanto visualicé, a costa de ser tildado de loco. Pero antes de narrarlo, debo hablar del poder del verbo. Efectivamente como se cita en el evangelio de Juan, por el “Verbo” fueron hechas todas las cosas. Esta afirmación solo tiene sentido para los que han investigado el fenómeno parapsicológico de la psicocinesis; es decir, la capacidad que tiene la mente de mover o alterar la materia. En esta misma medida existen mantrams que verbalizándolos en cadencias precisas alteran y modifican la estructura física de los elementos. Este conocimiento era conocido y practicado en sesiones secretas por los Hijos del Sol. Maser y Josué, conocían y practicaban estos mantrams. Por medio de estos cantos cadenciosos los elementales de la naturaleza, los gnomos, y las fuerzas primordiales que programan y actúan sobre el elemento material se ponen al servicio del iniciado y actúan en forma visible y contundente.

Josué una vez que pasara a la tierra prometida y después de que Maser concluyera su misión, cercó la muralla de Jericó y mediante el canto de mantrams y el sonido de las trompetas las piedras se hicieron añicos cayendo estrepitosamente ante el asombro de sus moradores. Así lo recoge el libro sagrado:

Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra. Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días. Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá……..

Incluso cientos de años después Maria de Magdala y Jesús el Cristo cantando mantrams parecidos consiguieron solidificar el agua del Tiberíades por donde caminó Jesús, ante el asombro de sus discípulos.

He tenido que hacer este inciso para adentrarnos con cierto fundamento en la visión que contemplé:

Maser se puso a la cabeza del pueblo y se adentró en los cañaverales. Aarón le seguía a continuación. Josué a su vez, ordenó a sus hombres que formaran filas continuadas de todo el pueblo, animales, y carros. Luego Maser comenzó a cantar en pequeños susurros que iban creciendo hasta hacerse audibles por todos los que le seguían. Repetía constantemente las mismas sílabas, que en cadencias monótonas y repetitivas, fueron cantadas por el pueblo que venía detrás. Al poco tiempo el sonido se hizo como el rugir de una tormenta. En mi visión comencé a sentir la fuerza del verbo en mi cuerpo astral y las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos fantasmales. ¿Cómo podía tener la palabra tanto poder? Pero el verdadero milagro fue comprobar cómo el terreno se abría seco y sólido ante los hijos de Israel. El agua desaparecía como tragada por la tierra y el pueblo como trasportado por un vals sonoro fue dejando atrás el cañaveral para adentrarse en la península del Sinaí.

Esto es cuanto vi y a costa de mi cordura os lo cuento. Ciertos sonido en la boca del iniciado pueden ser el bálsamo que cierre una llaga o el dardo más mortífero del mundo. Es por esto que los Hijos del Sol emplean la voz para modificar el mundo y el silencio para modificar su conducta.

Los policías que seguían a los hebreos tuvieron que parar pues adentrarse en el mar de juncos era muy peligroso. Retornaron resignados y extrañados de que unos andrajosos hubieran burlado al mejor servicio de policía de la época.

La nube metálica guiaba al pueblo día y noche. Solo Maser sabía que en su interior viajaban los señores del cielo.

PROTOCOLOS DE LOS HIJOS DEL SOL

El calor abrasador del día y el terrible frío nocturno del desierto no desalentaron al pueblo hebreo. La nube metálica que le precedía, les había guiado a los oasis, les había avisado de las manadas de animales, de los que se podían alimentar. Incluso les había dado el maná. El maná era una concentración de sabia y de semillas vegetales germinadas de gran poder energético. Este alimento es el propio de los señores del cielo, y en su momento se lo habían dado al pueblo para preservarles de la hambruna del desierto.

Maser había mandado construir una tienda desmontable donde se entrevistaba con Yavé. Nadie podía entrar en la tienda puesto que le podría costar la muerte. Ocurría a menudo que de la nube metálica bajaba un rayo de luz a la tienda y todo se iluminaba. Maser hablaba con Yavé cara a cara. Al salir de la tienda su rostro estaba iluminado, sus ropas irradiaban luz y todos podían ver el poder de Yavé. Maser no envejecía.

Dentro de la tienda había una puerta luminosa por donde descendían los hermanos superiores o subía el propio Maser. Este fenómeno se ha llamado por la ciencia ficción, Star Gate. En realidad se trata de un xendra o canepla de grandes dimensiones que a modo de ventana comunica el cielo y la tierra. Podría llamarse también una puerta interdimensional.

Según pasaban los meses Maser se adaptaba mejor al sincronizador o implante electromagnético que le había sido impuesto en el Sinaí. Ahora podía ver en todo momento con el ojo del espíritu. Ahora tenía desarrollada la clariaudencia, por tanto escuchaba en su cerebro el sonido de las esferas, la voz del gnomo, el diálogo de la lluvia y la voz de los hermanos superiores. Maser podía ver a los seres que habían ya fallecido. Era por tanto un dotado de clarividencia. Vivía entre dos realidades.

Aarón y Josué por el contrario se ocupaban de la realidad del día a día. Aquel pueblo era duro y terco y muy difícil de gobernar. Maser no se hacía comprender por los hebreos y debía utilizar a sus dos hermanos para plasmar en la realidad cotidiana, las recomendaciones de la Ley y lo que los seres superiores le dictaban.

El pueblo se estaba volviendo ingobernable y además de no entender, comenzaban a darse robos, insubordinaciones y adulterios. Era necesario poner una norma o Ley a la que se sometieran todos. Eran doce los linajes y las tribus del pueblo hebreo y cada uno observaba su propia norma y criterio. Josué tenía cada día más conflictos y terminaba por emplear el látigo y el garrote, con gran pesar suyo.

Aarón no se hacía respetar. Cada día Maser debía ocuparse de administrar justicia y de poner cada cosa en su sitio. Los tres hermanos y sus más allegados estaban agotados. Debían tomar medidas o el proyecto del pueblo elegido se venía abajo.

Al cabo de seis meses llegaron a Madián. Jetró salió a recibirlos con los brazos abiertos y las lágrimas en sus mejillas. Séfora y los hijos de Maser salieron corriendo abrazándose al profeta. De nuevo la familia estaba junta y al pié de la montaña de Yavé.

Enseguida se constituyó el consejo de los Hijos del Sol. Jetró al ser el único hermano vivo del tiempo de Akenaton era respetado por todos y presidía la asamblea. Maser estaba a su lado derecho y Josué al otro lado. Aarón como representante del pueblo hebreo también estaba en un lugar destacado. Luego estaban cada uno de los doce jefes de cada tribu y los doce capitanes al mando de Josué. Y aunque los hebreos no lo veían con buena cara, Séfora estaba en igual medida destacada sobre todos ellos. Los hijos de Israel no tenían en gran estima a la mujer y menos que presidiera una junta tan importante, pero Jetró, que conocía el ceremonial por el que el espíritu andrógino se revelaba con la presencia del Avatar y de su lado femenino; había dispuesto que así fuera. Y así lo había aprendido de las sesiones en que Akenaton y Nefertiti presidían las juntas de los Hijos del Sol.

La asamblea se reunió por espacio de un mes entero. En ella se dictaron las normas de convivencia y los turnos de servicio. Se nombraron los jueces y los sacerdotes. Pero faltaba la Ley.

Maser no quería que se nombraran sacerdotes, pues su padre había luchado contra la casta sacerdotal y le había costado caro. El sabía que los sacerdotes terminan por imponer criterios y normas que en vez de acercar al hombre a Dios le alejan y le confunden. Todas las castas sacerdotales desde el principio de los tiempos habían hecho lo mismo y terminaban por ser la semilla del mal entre unos y otros. Pero Aarón y los hebreos no podían entender a un Dios que se revela en el corazón de los hombres. Eran seres que habían sido gobernados toda su vida y difícilmente podían entender de otro modo a Dios, si no era a través de una autoridad, de un intermediario o de alguien que interpretara el extraño lenguaje de la deidad.

Maser tomo los protocolos de la Fraternidad Solar y los leyó en la asamblea:

PRIMER MANDATO

DIOS ESTA EN TODAS LAS COSAS Y ES TODAS LAS COSAS. EL ESTÁ PRESENTE EN TODO Y EN CADA ELEMENTO. AMA CADA COSA Y ESTARÁS AMANDO A DIOS.

En cada pueblo, religión o cultura se adora a una estatua, un principio o a una imagen. Ignoramos al árbol, al niño que muere de hambre, al aire contaminado que respiramos y con ello ignoramos a Dios. Tristemente para la mayoría de los humanos Dios se limita a la estatua antropomórfica de barro, o al templo realizado para tal efecto ignorándolo a El en su esencia. Casi todos adoran al mensajero en vez del mensaje. Y Dios que vive en todo, incluso en el mosquito más insignificante, es ignorado. Se degrada la vida, y la dignidad que merece cada elemento creado. Dios vive en el amor incondicional e inteligente hacia todo lo que existe. Dios vive en todo lo visible e invisible.

SEGUNDO MANDATO

DIOS NO SE DEBE, NI PUEDE SER REPRESENTADO EN FORMA HUMANA. EL NO NECESITA REPRESENTANTES, Y NINGÚN SER ENCARNADO PUEDE SER ADORADO, PUES SERIA IDOLATRÍA.

Dios no vive en los templos sino en el corazón de cada cosa, de cada elemento y de cada latido de vida. Siendo la luz, el principio creador de la materia, veamos en Aton (al Sol) la representación del principio creador, pues todos los pueblos, todos los ríos, todas las plantas y todos los animales ven salir a Aton en el horizonte.

Esto no era entendible por una casta sacerdotal corrompida, afeminada y violenta, donde se manipulaba y se cizañaba para enfrentar a ricos y pobres, una casta donde se influía y enviaban seres humanos a guerras santas, donde a su vez se bendecía sus armas de terror y destrucción.

Cada ser humano ha creado a su propio Dios acomodándolo a sus necesidades, para justificar sus delirios, sus hábitos, sus delitos y sus imperfecciones.

Solo humanizando a Dios y divinizando al hombre podremos entender al Dios verdadero.

TERCER MANDATO

UN DÍA DE LA SEMANA SERÁ RESERVADO A DIOS. LO RECIBIRÁS AL AMANECER PURIFICÁNDOTE ANTE ATON, LIMPIARÁS TU CORAZÓN DE VENGANZA, DE AVARICIA, DE ENVIDIA Y PEREZA.

Ese día será empleado para visitar a los enfermos, consolar a la viuda, educar al huérfano, plantar el árbol, limpiar el río o sembrar el campo de la comunidad. Ese día no amasarás para ti, ni contarás tu dinero, ni servirás a tus intereses.

Hoy día el domingo lo empleamos para no hacer absolutamente nada constructivo y edificante. Se podría decir que es el día del diablo, más que del Señor, puesto que comemos más, zanganeamos más, ignoramos más al pobre y al enfermo y nos atrincheramos mas en nuestro feudo para dar rienda suelta a nuestras inclinaciones menos dignas.

CUARTO MANDATO

EL ACTO MÁS SAGRADO DE LA VIDA ES EL NACIMIENTO, POR ELLO DEBEN SER HIJOS CONCEBIDOS EN EL AMOR, EN LA SABIDURÍA Y EN LA VIRTUD DE LOS PADRES. TUS HIJOS NO SON TUYOS, SINO DE LA VIDA Y DE ATON.

¡Y TU HIJO! SIGUE LA SENDA DE TUS PADRES HONRÁNDOLES CON LA PRÁCTICA DE LA VIRTUD. HONRA LUEGO TU VEJEZ CON LA DEDICACIÓN A ATON, AL PUEBLO, A LOS JÓVENES QUE ENTRAN EN LA SENDA DEL KARMA.

Que el temerario, el asesino, el incapaz, el indeseable y el ignorante no tengan hijos, pues nacerán hijos temerarios, asesinos, incapaces e ignorantes.

Solo los hijos nacidos del amor, de la sabiduría y de la virtud de los padres pueden ver la luz.

Tristemente tenemos hijos como resultado del impulso sexual. Padres incapaces, poco maduros y con poca virtud, tienen hijos que luego se pierden en el delito, en la droga y en la ignorancia. La sociedad ha perdido el sentido de la familia y del respeto a la vida.

Al igual que se acude al médico para asegurarse de que el hijo que nazca no tenga taras físicas, se debería consultar al sabio para asegurarse de que los padres tienen la preparación psicológica y espiritual necesaria para encarnar a Dios en su seno.

Si la humanidad no dignifica y eleva el misterio de la concepción a un acto sagrado, el ser humano parirá sus propios errores y sus propias miserias. Este acto es la clave de la continuidad de la especie. No todos deberían tener hijos, aún estando sanos y teniendo medios materiales para tenerlos.

QUINTO MANDATO

NO MATARÁS A NINGÚN SER VIVO SOBRE LA TIERRA, PUES AL MATARLOS, MATARÁS A ATON. NADA, NI NADIE PUEDE JUSTIFICAR LA MUERTE DE UN SER VIVO Y TODO ES VIDA EN LA NATURALEZA. VIVE EN PAZ.

Ordeña la cabra y comerás diez mil días, mata la cabra y comerás un solo día.

Tristemente la muerte es el pan nuestro de cada día. Matamos en nombre de Dios y la Ley, con el fin de dominar a otros.

Los Hijos del Sol eran vegetarianos. Esperaban a que el manzano arrojara la manzana pues sabían que había acabado su ciclo de crecimiento, ordeñaba la cabra y tomaba los cereales cuando la espiga comenzaba su ciclo de muerte.

El hombre fue programado por los Dioses para alimentarse de leche y miel, de cereales y huevos, de aire sano y agua pura, de la virtud y del olor de las flores, del sonido de la música y del viento. Solo cuando retornemos a la verdadera Ley para la que fuimos creados, veremos el final de ésta sociedad aniquilada por sus propios errores. No existe mayor monstruosidad que matar a un semejante o consentir, aún por omisión, que un solo niño se muera de hambre.

SEXTO MANDATO

NO ES BUENO QUE EL HOMBRE ESTE SOLO. CUANDO PUEDAS TRABAJAR Y ALIMENTARTE, GUARDARTE DE LA LLUVIA EN TU MORADA, BUSCA A UNA COMPAÑERA Y FORMA UN HOGAR. SED FIELES EL UNO CON EL OTRO. AMAROS Y ENGENDRAR HIJOS SANOS Y VIRTUOSOS. NO YAZCAS CON MUJER O VARÓN QUE NO SEA TU PROPIO ESPOSO O ESPOSA. QUE EL HOMBRE SEA HOMBRE Y LA MUJER, MUJER, ESTO COMPLACE A ATON.

Cuando puedas arar la tierra, pescar en el río o trabajar en la cantera forma un hogar. Utiliza el sexo con responsabilidad, con madurez y criterio ético. Respeta la ley natural de los sexos.

Desgraciadamente el sexo se practica de cualquier forma o manera. La infidelidad es una moda. La promiscuidad es una práctica social ponderada por los medios de comunicación y por un mundo donde el vicio impera sobre la virtud. Las relaciones de pareja duran poco tiempo y generalmente están salpicadas de la inmoralidad y la intolerancia.

SEPTIMO MANDATO

NO ROBES A TU HERMANO, CON NADA VINISTE AL MUNDO Y SIN NADA TE HAS DE IR. ENTREGA EL DIEZMO DE CUANTO PRODUZCA TU CABRA, TU VACA, TU CAMPO, O TU BARCA, AL ESTADO, PARA QUE EL ESCRIBA LO REPARTA ENTRE LOS NECESITADOS.

NO VIVAS EN LA MENTIRA NI EN EL ENGAÑO. QUE SEAN TUS RIQUEZAS LAS VIRTUDES Y EL AMOR DE LOS QUE TE RODEAN.

Se han sustituido estas leyes simples y comprensibles para todos, por leyes retorcidas, normas injustas y constitucionales contra natura. El pequeño roba las cosas pequeñas, y el grande las grandes. Incumplimos las leyes naturales sustituyéndolas por interesadas normas que hacen que el pobre sea más pobre y al rico más rico e insolidario. Hemos perdido el concepto de la solidaridad y la decencia. Cada cual trabaja para sí mismo por encima del bien común. El productor gana tres y el gestor trescientos.

Las dos terceras partes de la humanidad padecen carencias graves. Mientras que un centenar de familias posee más riquezas y bienes que seis mil millones de seres humanos. Unos mueren en la miseria y otros se vanaglorian en la riqueza.

Mientras la Justicia no impere en nuestras sociedades no dejará de haber delitos, robos e infelicidad sobre el planeta.

Terminada la lectura los hebreos protestaron porque esas leyes eran egipcias y no hebreas y Aton no era lo mismo que Yavé. Maser se enfurecía al hacerles entender que la deidad era una sola. Que lo que importaba era el espíritu de la Ley y no los formalismos, pero los representantes hebreos no aceptaban otra ley que la de Yavé.

Jetró medió en esta cuestión ordenando a Maser que subiera a la Montaña Sagrada para consultar a los “Dioses” sobre la ley que debía ser impuesta al pueblo.

Maser convocó a todos y les ordenó que rezaran, hicieran ayuno y trabajaran hasta que él regresara. Les indicó la necesidad de atraer el favor de los Dioses, practicando la virtud y estado receptivos a sus mandatos. Tomó el sendero de la montaña y se alejó ante la mirada expectante de todos los presentes.

El tiempo pasaba y aunque los primeros días todos se empeñaron en la oración y la virtud, finalmente el cansancio, la apatía y el descrédito les sometió, empleándose a la lujuria, la zanganería y la pasividad. El oro y las piedras preciosas que habían sido traídas de Egipto fueron repartidas entre los hebreos. Se hicieron collares y anillos. El desorden y la anarquía presidían el campamento. Aarón tuvo que retirarse por miedo de ser linchado. Josué estaba esperando a Maser al pié de la montaña guardando el camino de vuelta, pues temía que fuera emboscado y no llevara a cabo la misión.

Yo Homet-Nut vi como los propios Dioses del interior del Sinaí escribían con su puño y letra las tablas de la Ley y se las entregaron a Maser. Eran mandatos simples, menos trascendentes, acordes a un pueblo atávico y dogmático.

Maser se lamentaba ante los Dioses, pensando que la idea de la sinarquía no se podía llevar adelante, puesto que el ser humano no estaba preparado para ello. Los hermanos superiores le dijeron.

- No te preocupes Maser, pues hemos dispuesto que todos y cada uno de los que abandonaron Egipto no entren en la tierra prometida. Os haremos vagar por el desierto el tiempo que sea necesario para que una generación desaparezca, a la vez que nazcan hijos de la libertad y de la nueva Ley. Solo tú y Josué quedaréis de los antiguos y llegaréis a ver la tierra de promisión.

- Pero; hermanos, las enseñanzas de mi padre y los protocolos de los Hijos del Sol, son incomprensibles para esta raza. ¿Acaso han muerto tantos de los nuestros para que ahora se pierdan?

- No, Maser, hemos dispuesto que el conocimiento exotérico sea portado por Josué a la nueva tierra, pero la sabiduría esotérica y los protocolos de los Hijos del Sol, se quedarán en el desierto en manos de otra minoría, que los traducirá y los llevará a la práctica por más de mil años. Será una minoría admirada por la Historia, que creará un modelo de vida y de sabiduría semejante a los mejores momentos de los iniciados egipcios. Esta minoría estará hasta la llegada del próximo avatar. Todo está dispuesto según la Ley de las Estrellas. Ley que no conoce el ser humano, pues es la Ciencia de Dios.

- ¿Y cómo sabré elegir a esta minoría?

- Nosotros te guiaremos. Escucha nuestra voz y no te faltará la luz.

Maser lo tenía ahora claro. El plan que en un principio parecía descabellado, iba tomando forma. Los Dioses conocían todos los resortes del programa, pero ellos veían el pasado y el futuro en una unidad de acción, mientras que los pobres humanos vivimos escasamente el momento, pero plagado de prejuicios, miedo y superstición.

Descendió Maser de la montaña y tuvo que llorar al ver un pueblo embrutecido, analfabeto y terco de corazón.

Todo el pueblo vio como la nube metálica se ponía en marcha. Se tocaron los cuernos y las trompetas. El campamento se desperezó. El oro y las piedras preciosas fueron devueltos al tesoro y se retornó a la confianza en Yavé.

Jetró mando llamar a Maser, Aarón y Josué. Su tiempo se estaba acabando. El había permanecido vivo hasta acoger al hijo de Akenaton y preparar las normas y los preceptos de aquel pueblo. Contaba entonces con ciento veinte años.

- Maser; tu padre en las sesiones de la Fraternidad portaba en su pecho un escapulario con una turmalina negra, rodeada de otras piedras. Ese escapulario al igual que el sol que tú llevas al pecho se utilizaba en las ceremonias mayores para comunicarse con los Dioses. Dispón por tanto que con el oro y las piedras tomadas de Egipto se haga uno igual, y ponlo en el pecho de Aarón, como sumo sacerdote de los hebreos.

Jetró pidió a los presentes que meditaran con él durante toda la noche, y que al amanecer fuera sacado del poblado para recibir a Aton. La barca de Osiris estaba dispuesta. Jetró era su único pasajero. Finalmente iba a reunirse con sus hermanos en el cielo.

Era todavía de noche cuando una docena de los Hijos del Sol llegaron a las estribaciones del Sinaí. Formaron un medio círculo en postura de loto, recibiendo al padre Aton. Jetró en el centro del mismo, cerró sus ojos y con suave voz recitó:

- “¿Quién como tu Divino Señor y Creador de Vida? ¿Quién como tú para consolarme en el dolor y acompañarme en la aflicción? ¿Quién como tú para apaciguar mi alma e iluminar mi mente?......llévame ante tu divina presencia en la barca del Divino Osiris. Llévame a la presencia de mi espíritu….. ¿Quién como tu Divino Señor y Creador de Vida?....”

Los presentes miraron al anciano. Su cuerpo parecía levitar, como si tuviera prisa por dejar el suelo donde se sentaba. Un olor a nardos frescos invadió la zona. Maser vio cómo una figura luminosa salía de anciano. Todo había concluido, Jetró, el último de los creadores de la Fraternidad Solar había dejado esta vida y se había marchado a la verdadera vida. Lágrimas de felicidad salían de los rostros de los presentes. Pues la muerte para estos seres era una fiesta y el comienzo de la verdadera vida.

La nube comenzó su marcha y con ella todo el pueblo de Israel. Pero aquella marcha duraría casi cuarenta años. Los hebreos estuvieron dando vueltas a la península del Sinaí, hasta que el último de los salidos de Egipto muriera. Otra raza había nacido libre, obediente y fuete.

LA MUERTE DE AARON.

Tal y como el Señor había dicho a Aarón, los pecados del pueblo de Israel soportados por su frente en cada ceremonia consiguieron minar la resistencia del viejo sacerdote y poco a poco los trastornos neuronales eran evidentes. Aarón a duras penas se tenía en pié y sus manos comenzaban a temblar en los actos públicos. Los cabellos blancos y la figura cada vez más mermada levantaban en el pueblo un sentimiento de tristeza puesto que su querido sacerdote se iba apagando por momentos.

Moisés recibió órdenes directas de Yavé y fue puesto en antecedentes de cuando y como iba a morir su querido amigo. Ordenó en consecuencia parar la marcha del ya numeroso pueblo de Israel salido de Egipto y ante Hor de la Montaña se acampó exclusivamente para honrar los últimos días de su gran sacerdote. En casi postración absoluta Aarón mandó llamar a su amigo Moisés y en su presencia le dijo:

- Bien sabes, mi querido hermano que ha llegado mi hora. No deseo morir postrado. Tú que eres el predilecto del Señor pídele que me deje salir con la frente alta de entre los míos para morir en silencio.

Moisés le dijo:

- Aun pasando muchas y muchas generaciones, tu alma y la mía siempre caminarán al unísono de nuestro pueblo. Retornaremos renovando los lazos de amor en cada latitud, en cada raza y en cada tiempo y siempre serviremos a nuestro Señor. He aquí por tanto que tu ruego te es concedido. ¡Que sea hasta muy pronto, querido hermano!

Dicho esto Aarón, como impulsado por un resorte mágico se irguió sobre sí mismo. Dejaron de temblar sus manos y se iluminaron sus ojos. Se vistió después con la ropa ceremonial y entre Moisés y su hijo Eleazar, salió de su tienda en su último adiós a su pueblo.

Toda la multitud se arremolinó formando un pasillo que ascendía sobre la montaña y Aarón junto con sus seres queridos ascendía quedamente pero con dignidad hacia su último adiós.

Alguno de los presentes susurró:

- ¿Cómo es posible que este hombre vaya feliz y sereno a morir?

Solo quien conoce el “otro lado” sabe que morir aquí es nacer en la paz, en el amor y en la dicha suprema en el otro lado. El servidor solo tiene un miedo ante la muerte y no es precisamente el dejar aquí su cansino cuerpo, sino el miedo mismo a no haber sabido realizar bien su misión.

Justo cuando llegó a la parte más alta de la montaña Aarón, cayó al suelo de rodillas sin más aliento. Eleazar se abalanzó sobre su padre para levantarle, pero Moisés de un tremendo manotazo lo derribó al suelo diciéndole:

-El guerrero debe morir en la batalla, no en el lecho.

El viejo sacerdote levantó aún la vista y clavo sus ojos en los de Moisés, que permanecían imperturbables calando en su alma, mientras que todos los presentes lloraban en silencio, sin poder articular palabra alguna. Moisés se mordió los labios y gritando con rabia hacia dentro de sí mismo y en su mente le decía:

- ¡Levántate maldito seas…Levántate…!

Aarón se agarró a su bastón y en un supremo esfuerzo fue levantándose en una agonía infinita. Una vez de pié se apoyó en los brazos de su amigo Moisés y con precisión ceremonial fue despojado de cada uno de sus atributos. En la medida que Aarón se quitaba una prenda, en la misma medida le era impuesta a Eleazar. En la medida que uno se iba apagando el otro se iba encendiendo en el espíritu del Señor.

Cuando tan solo le quedó la túnica el viejo sacerdote giró su cabeza para ver por última vez las montañas y los valles, el aire y a los suyos y finalmente cayó postrado con el último aliento en los brazos de su hermano Moisés. Aarón había fallecido de un infarto cerebral.

Todos los presentes vieron maravillados como de una nube-nave metálica que estaba posada sobre la cumbre salía un rayo de luz que iluminó la frente de aquel cadáver.

ESEN

Fueron muchas las leyendas y narraciones que han pasado a la Historia, sobre la marcha del pueblo hebreo por el desierto del Sinaí, camino de la Tierra Prometida, pero eso lo podéis encontrar en los libros. Lo que no encontraréis es una pequeña historia que solo los iniciados conocen y que se trasmite de hermano a hermano desde el principio de aquellos tiempos.

Al año de salir de Madián, en el gran peregrinaje, Maser fue guiado por la voz de los Dioses y dispuso unas instrucciones que sorprendieron a propios y extraños.

Habían llegado a un oasis. Los camellos, los animales y el pueblo estaban agotados. Todos veían palmeras, una vegetación fresca, a la sombra de un enorme pedregal. Pero Maser veía donde los otros no podían ver. Siguiendo las instrucciones de la voz que escuchaba en su cabeza dijo a Josué:

- Ordena que en grupos de 49 vengan a mi todos los jóvenes de Israel, entre siete y veintiún años.

- ¿Para qué quieres que llame a tantos niños? ¿Qué les digo a sus padres? Además hay miles. Nos llevará todo el día formar los grupos.

- Diles que es la voluntad de Yavé.

Josué se fue refunfuñando, puesto que asentar el campamento era ciertamente una tarea dura y precisamente a Maser se le antojaba jugar a cosas extrañas. – Cada día entiendo menos a los Dioses- -se decía así mismo- a la vez que se disponía a acatar las órdenes.

Maser tomó asiento entre dos palmeras, mirando a la lejanía del desierto. Los primeros cuarenta y nueve jóvenes llegaron y se pusieron a su lado mirando al mismo punto. Maser les dijo:

- ¿Decidme lo que veis?

Los jóvenes contestaron que veían arena, palmeras, el cielo o los diversos elementos que componían el paisaje.

Durante dos días estuvo realizando la misma pregunta a los diversos niños que acudían a aquella extraña prueba. Al tercer día, después de hacer la misma pregunta, surgió una respuesta extraña, que hizo levantar risas sonoras de los jóvenes que le acompañaban:

- Veo un extraño ser con pezuñas de cabra, manto rojo y unos ojos muy grandes.

Maser esbozó una sonrisa, pues finalmente uno de los jóvenes estaba viendo exactamente lo que él veía. Se trataba de un clarividente; un muchacho que desde el vientre de la madre tenía la facultad de ver con los ojos del espíritu.

- ¿Puedes escuchar cuanto dice? – preguntó Maser-

- Dice que es el señor del oasis, que se llama Pan y que es el gobernador de las plantas y de los vegetales. Que gobierna sobre las cosechas y sobre los elementales que anidan en el bosque.

Maser se quedó maravillado puesto que aquel joven además de clarividente era clariaudiente. Por fín podía contrastar con alguien su propia locura, su propia percepción.

Desde el día que había entrado en el Sinaí y que los Dioses le habían puesto aquella extraña cosa dentro de su cabeza, su vida se había trasformado en una pesadilla. Maser al igual que el muchacho tenía desarrollado el sexto sentido. Y os aseguro que no es fácil vivir con este castigo.

- ¿Cómo te llamas y cuántos años tienes?

- Me llamo Esen, tengo dieciséis años y pertenezco a la casta levita.

El pelo repleto de tirabuzones casi tapaba la cara de aquel joven. Era guapo, alto y delgado. Desde el vientre de la madre no había comido carne ni pescado alguno, puesto que no lo toleraba y lo devolvía. Sus padres habían tenido muchos problemas para adaptarle a la vida real, puesto que en los primeros años hablaba con sombras, duendes o Dioses con el consiguiente miedo de sus progenitores, que pensaban habían engendrado a un niño con las facultades mentales enfermas. Pero Esen, con el tiempo aprendió a mentir, y a contar lo que convenía en cada momento. Era un superviviente.

Maser testó a todos los jóvenes del pueblo. Fueron tres niños más los que percibían algunos aspectos de Pan, Uno le oía, otro veía una luz brillante donde él estaba y el último podía sentirle dentro de su cuerpo como si se integrara dentro de su propia alma. Pero era Esen, quien en forma extraordinaria podía vivir en las diversas realidades interdimensionales que rodean al ser humano.

Maser tenía ya un objetivo claro y la primera semilla de lo que sería la continuidad esotérica de los Hijos del Sol. Desde aquel día, los cuatro niños junto con algunos otros despiertos e interesados por lo sobrenatural, comenzaron a reunirse con el profeta. Les confió la traducción de los papiros y las tablillas de Amarna y les instruyó en la ciencia del espíritu. Fueron muchos años, pero valió la pena. Ahora, el Avatar del Carnero estaba terminando su misión entre los humanos.

Un pueblo renovado, joven y con un tremendo orgullo, dejaba las últimas arenas del desierto del Qumram. La tierra prometida estaba al otro lado de la montaña.

- Josué, toma al pueblo y parte hacia la tierra prometida por el Señor. Yo no entraré. Guíales por el camino de la virtud. Te esperan grandes luchas y peligros, pero la mirada de los Dioses está sobre ti y no te dejarán.

Josué lloraba desconsolado, abrazado al cuello de su maestro. Séfora, con profundas arrugas en el rostro y sus cabellos blancos, estaba expectante. Los hijos de Maser también le rodeaban con el amor y la admiración que corresponde a uno de los más grandes avatares del la Historia.

- Mi padre, y mis hermanos me llaman a su lado. Debéis partir hacia la tierra prometida. Ha llegado mi hora. Debéis dejarme.

Fueron muchas las protestas y las lágrimas, pero el profeta de Dios no cedía fácilmente.

Maser se quedó con Esen, que ya contaba con casi cuarenta años y setenta y un hombres más.

Yo Homet-Nut vi, cómo seres de una altísima evolución, que viajaban en la nube metálica, implantaron en los setenta y dos hermanos un pequeño dispositivo, que solo se puede ver con los ojos del espíritu, semejante al que le fue implantado en la base del Sinaí al propio Maser. Esto es cuanto ocurrió y así lo contó el libro sagrado:

Números 11-24 Y salió Moisés y dijo al pueblo las palabras de Jehová; y reunió a los setenta varones de los ancianos del pueblo, y los hizo estar alrededor del tabernáculo. Entonces Jehová descendió en la nube, y le habló; y tomó del espíritu que estaba en él, y lo puso en los setenta varones ancianos; y cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron. Y habían quedado en el campamento dos varones, llamados el uno Eldad y el otro Medad, sobre los cuales también reposó el espíritu.

Con lágrimas en los ojos los unos y los otros se fueron distanciando en las rojas arenas de aquel paraje. La comunidad que se quedó con Maser fue llamada la Comunidad esenia de los Hijos del Sol, por ser Esen quien la lideró y dirigió hasta su muerte. Pero esta es otra historia que contaré en su momento.

Y de la nube metálica que se había definitivamente parado salió un chorro de luz que llegaba hasta el suelo. Y por el interior del pasillo de luz fue ascendiendo Maser ante los atónitos ojos de los esenios. Hasta que finalmente la nube se lo llevó a gran velocidad en dirección al Sinaí.

Desde entonces los monjes de la comunidad esenia dejaban siempre en sus ceremonias una silla vacía, por que pensaban que algún día, su padre, Moisés, volvería en la misma forma que se había marchado.

Yo soy Homet-Nut, desde los registros eternos del tiempo. Es mi deber contar cuanto ví y escuché. Solo quien deba creer creerá. Solo quién tiene los ojos del espíritu despiertos verá las imágenes y leerá entre líneas, lo que las parábolas y los cuentos encubren como el legado de los Hijos del Sol.

Homet-Nut.


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