Las Pequeñas Acciones - 1 de Diciembre, 2006

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El Cielo está para llegar a cada alma en la tierra a renacer:

• Nuestra conexión con Dios *
• * Nuestra creencia en nosotros mismos *
• * Nuestra conciencia de nuestro servicio prestado a Dios *
• * La paz en la Tierra *

Dios siempre nos acerca a él.
CARTA #2175 Las Pequeñas Acciones - 1 de Diciembre, 2006

Dios Dijo:

La Devoción proviene de las pequeñas acciones que ustedes constantemente realizan, los actos repetidos, como arropar a sus hijos en la noche, como lavar los platos, como barrer el piso, como saludar, como sonreír; los detalles cotidianos, sus relaciones.

También hay grandes actos de devoción pero son los actos diarios menos espectaculares los que expresan una sólida devoción. ¿Qué devoción pueden expresar aquellos actos realizados por ustedes que no les entusiasma? Como sellar un sobre, como abrir un sobre, como pagar una factura, como hacer café, como ordenar la mesa. Ustedes saben qué es la devoción. Reconózcanse a sí mismos como alguien dedicado o consagrado. Se requiere de una gran devoción para hacer todo lo que ustedes hacen. Especialmente requiere de una gran devoción el realizar aquellos pequeños actos que no sean su taza de té como accesar datos, como tener que esperar, como tener que girar cheques, como mantenerse en contacto, como recoger la basura, como conducir en medio del tráfico.

Ustedes están dedicados al universo, amados. Confiesen su devoción.
Ustedes son el uno que ama.

Ustedes sirven al mundo. Ustedes prestan un gran servicio.

Prestan un gran servicio al no quejarse, al no preocuparse, al felicitar a otro, al ceder el turno a otros, al caminar por la orilla o borde de la acera, subirse al bus, bajarse del bus, ceder el paso.

Reconozco que todos ustedes ofrecen su servicio al mundo y se los agradezco. Agradezco su devoción por la causa de la vida. Agradezco por levantarse donde yo los dejo. Les he dado tareas y ustedes las han hecho. Ustedes son como las escobas con las que yo barro, amados. Se los agradezco. Gracias. Los bendigo.

Ustedes y YO servimos a la misma causa.

Mejor dicho, ustedes son como exploradores que realizan grandes descubrimientos, o pioneros que pueblan nuevas tierras y todavía siguen en la retaguardia. Ustedes pisan donde otros han pisado y donde ustedes mismos han pisado una docena o mil veces antes. ¿Quién sirve más? ¿el popular héroe? ó ¿aquel que trabaja tras bambalinas, inadvertido, incluso acomodando las cosas a su modo?
Yo les recomiendo para sus actos diarios de devoción, consagrarse en aquellos puntos donde ustedes dan incansablemente sin recibir recompensas o reconocimientos. Cuando humildemente lustran zapatos, ustedes se convierten en un rey de hombres y una reina de mujeres. Ustedes Me sirven a mí también.

El gran florecimiento es fácil de lograr. Los detalles del día a día no siempre resultan fáciles de realizar, un día sí, otro día no. Ustedes limpian las mismas ventanas de la cocina, refriegan los mismos platos, lavan las mismas prendas, las doblan. Ustedes hacen todo esto para el bienestar del mundo.

Ahora que ustedes han reconocido su grandeza en las pequeñas cosas, reconozcan también a sus iguales. Miren a las personas a los ojos y agradézcanles por lo que hacen. A ustedes se les ha ofrecido el gran privilegio de ser apreciados por sus logros. Ustedes reciben nuestra bendición cuando dicen: gracias. Ustedes son bendecidos por poder dar las gracias. Sean agradecidos de la misma forma que Yo les agradezco su participación en el mundo contribuyendo a armonizar y limar asperezas, como planchar sus camisas y colgarlas, pegar los botones y servir de la forma como ustedes sirven. Ustedes tienen cierto servicio que ofrecer y ustedes lo hacen. Parte de su servicio es agradecer a otros por sus contribuciones. Ofrézcanles respeto de Mi parte, amados. Sean generosos con ellos.

Siéntanse satisfechos de lustrar los zapatos para alguien más. Siéntase dichosos de poseer dicha habilidad. Siéntase satisfechos de haber sido escogidos para prestar el servicio que ustedes tienen para ofrecer. Sientan gratitud por ustedes mismos.
Traducido por: Gloria Helena Restrepo C.

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