La fabulosa construcción del
Segundo Templo de Jerusalén
Jerusalén 24 sept (AFP).- Decenas de miles de hombres, muchos de ellos esclavos judíos, así como caballos y camellos, 'grúas' y carretas para transportar enormes bloques de piedra, fueron necesarios para las obras del Segundo Templo de Jerusalén, cuya construcción fue tan fabulosa como la de las pirámides de Egipto.
Una reciente inspección de rutina permitió el descubrimiento, calificado de "sensacional", de la cantera explotada para tallar los inmensos bloques de piedra utilizados hace 2.000 años en la construcción del Segundo Templo judío de Herodes, en Jerusalén.
"Por fin se sabe de qué manera pudo Herodes realizar sus obras gigantescas, y dónde encontró sus bloques de piedra, algunas veces más imponentes que los de las pirámides de Egipto", declaró Yuval Baruj, director adjunto del departamento israelí de antigüedades. Esta cantera de piedra calcárea fue descubierta "hace dos meses con motivo de una inspección de rutina previa a unas obras públicas", explicó.
Situada en el norte de la Ciudad Santa, la cantera dista unos cuatro kilómetros del lugar donde se encontraba el Templo de Herodes, destruido por los romanos en el año 70 y sobre el cual fue construida la Explanada de las Mezquitas. En este lugar se encuentran los templos de la Cúpula de la Roca y de Al Aqsa, en el sector oriental de Jerusalén ocupado y anexado por Israel, tercer lugar santo del Islam, junto con La Meca y Medina, en Arabia Saudí.
"Comprobamos inmediatamente el carácter excepcional de esta cantera. Desde el punto de vista histórico es un descubrimiento sensacional", reveló Baruj. Según él, "la calidad 'malaké' ('real', en árabe) dura y de un blanco resplandeciente que recuerda el mármol, así como la talla de los bloques de piedra en ese sitio -de 5 a 7 toneladas- son sin precedentes y similares a los del Muro Occidental" (de las Lamentaciones), último vestigio del Templo de Herodes, el lugar más sagrado del judaísmo.
"El único lugar en Eretz Israel (las fronteras bíblicas) donde fueron utilizados bloques de semejantes dimensiones es el Monte del Templo, y es entonces en consecuencia de esas canteras de donde provienen", añadió.
El arqueólogo recordó que el historiador judío Flavius Jospeh (37-100, después de Cristo) un testigo capital de la época del Segundo Templo y de su caída, deslumbrado por el brillo de las fachadas del edificio, de alturas entre 30 y 40 metros, creía que habían sido hechas en mármol.
También fueron halladas en el lugar monedas, trozos de cerámica y herramientas que datan de la época de Herodes. Por primera vez fue hallado un buril de hierro de la época, clavado entre las grietas de dos bloques. Los obreros -equipos de decenas de hombres formados muchas veces por esclavos judíos- utilizaban esos buriles golpeando simultáneamente sobre la piedra, que era luego desprendida de la pared mediante maderos aceitados.
Un sorprendente sistema, mencionado por Flavio Josefo, permitía el transporte de bloques de piedra mediante palancas y carretas. Decenas de miles de hombres, caballos y camellos, eran empleados en estas tareas.
La ruta entre Ramala (Cisjordania) y la ciudad antigua de Jerusalén se encuentra a pocos centenares de metros de la cantera. "En su recorrido descubrimos hace dos semanas vestigios de la ruta construida en la época del rey Herodes, justamente para el transporte de bloques de piedra", dijo el arqueólogo.
Herodes, nombrado por los romanos, reinó en Judea, que cubría una parte de la actual Cisjordania, entre el año 37 y 4 antes de Cristo. Se le recuerda por sus obras monumentales: además de la ampliación del segundo Templo de Jerusalén, construyó la ciudad portuaria de Cesárea y los palacios de Massada, Jericó y Herodion, cerca de Belén, donde su tumba fue recientemente descubierta.
Descubren tiestos y cestas selladas con
cartuchos en la tumba de Tutankamón
El Cairo, 24 sep (EFE).- Un equipo de arqueólogos egipcios ha descubierto un conjunto de tiestos de arcilla y cestas con cartuchos del faraón Tutankamon, en su tumba, en la localidad monumental de Luxor, 720 kilómetros al sur de El Cairo.
Según informó el ministro egipcio de Cultura, Faruq Hosni, en un comunicado del Consejo Supremo de Antigüedades (CSA), los artefactos fueron encontrados en la sala donde fueron hallados los tesoros del rey, próxima a la cámara funeraria.
El descubrimiento fue realizado durante las labores de excavaciones que el CSA realiza en el Valle de los Reyes, en la ribera oeste del río Nilo, donde se ubican las tumbas de la mayoría de los faraones del Imperio Nuevo (de las dinastías XVIII, XIX y XX), explicó el ministro.
Por su parte, el secretario general de esa institución, Zahi Hawass, reveló, además, que los expertos en la sala del tesoro hallaron también ocho cestas con alrededor de 60 cartuchos- placas de arcillas- con la estampa de Tutankamon.
Esos cartuchos ya habían sido hallados por el arqueólogo británico Howard Carter, que descubrió la tumba del faraón en 1922, "pero él los dejó en la sala del tesoro", recordó Hawass.
Por último, el responsable egipcio adelantó que los tiestos serán abiertos para conocer lo que contienen, que -según él- pueden ser semillas.
La fama del joven rey Tutankamón, que solo reinó diez años -del 1333 al 1323 antes de Cristo-, se debe a que su ajuar fúnebre ha sido el único que ha llegado íntegro a los tiempos modernos, ya que casi todos los enterramientos del Valle de los Reyes fueron saqueados durante la Antigüedad.
Las espléndidas joyas, los delicados muebles y la máscara de oro puro hallados en su cripta, que en la actualidad se exhiben en el Museo Egipcio de El Cairo, componen el más fabuloso tesoro funerario que se conserva del Egipto faraónico.
¿Estuvo el Santo Grial en Almería (España)?
Por Juan José Aguilera Hernández
No andaba mal encaminado el bueno de “Indiana Jones” (Harrison Ford), cuando recorría las ásperas y secas tierras de Almería. Curiosamente en la playa de Los Genoveses a unos dos kilómetros de la de Mónsul lugar donde se rodó la escena en la que el padre de “Indy”-(Sean Connery), logró derribar el avión alemán que los perseguía al levantar el vuelo de cientos de gaviotas con su paraguas, en el siglo XII ocurrieron unos hechos que en la realidad si tuvieron relación con una pieza reconocida por la Iglesia como posible Santo Grial, me refiero al Santo Catino de Génova.
El Santo Catino
El año 1091 los almorávides se apoderaron de Almería. En el reparto de los reinos de taifas, los esclavos gobiernan Almería por un largo período. Yayrán al-Fatá es el primer reyezuelo que gobierna Almería y Murcia con independencia. El puerto de Almería en el siglo XII se había convertido en el nido y foco más importante de la piratería sarracena, haciendo estragos por toda la costa. Este acoso constante a las armadas cristianas en el Mediterráneo provoca un total entendimiento entre el monarca leones Alfonso VII, los genoveses y los pisanos.
La primera reconquista de la ciudad de Almería fue realmente una empresa gloriosa de Alfonso VII el Emperador, que haciendo valer su título imperial y sus lazos de parentesco logró una gran cooperación peninsular, catalanes, leoneses, castellanos y navarros principalmente. Por otro lado y previa petición de Alfonso VII, el Papa Eugenio III preocupado por la cristiandad, escribió a los genoveses exhortándoles y persuadiéndoles de la necesidad de emplear su armada contra barbarie sarracena, lo que culminó en una gran cruzada para la reconquista de Almería.
La armada Genovesa esperaba fondeada en la ensenada natural que hoy lleva su nombre a la espera de la orden del emperador de atacar Almería. Esta se llegó el 17 de octubre de 1147, con un ataque simultáneo de todos los confederados. Mientras los Genoveses atacaban sin tregua por mar, castellanos, navarros y catalanes habrían brecha por la muralla del cerro de San Cristóbal y penetraban en la ciudad, esta no tardó en caer en manos de los cristianos.
El rico botín del saqueo de la ciudad fue entregado por el Emperador a los genoveses; pero ellos, de todo el despojo, se contentaron solamente con el plato de esmeralda, del tamaño de una escudilla, de gran valor y que aquella señoría tuvo siempre en gran estima y veneración. Era el plato de esmeralda, el Santo Catino usado, según Orbaneja, por Cristo en la última Cena y una de las más veneradas reliquias que los cristianos almerienses quisieron ofrecer en gratitud por la liberación.
Esta misma noticia la daba el 1642 fray Ángel Manrique, monje del císter, asegurando la estima con que los genoveses guardaban el Santo Catino que se usó en la Cena del Señor.
Aquí arrancó la leyenda que elevó este recipiente esmeralda a la santidad, pero hoy en día en franca competencia con otras reliquias que también optan a ser el Grial de la Ultima Cena: El Cáliz Ardagh, el caldero de Gundestrup, el Grial de Valencia, la Sacra Catina de Génova, el Vaso de Nanteos, el Cáliz de Antioquía, la Copa Hawstone Park, y el Santo Catino. Hoy el Santo Catino se encuentra en el museo de la Catedral de San Lorenzo en Génova
Escrito por Juan José Aguilera Hernández
http://perso.wanadoo.es/ricardo.cob/citas.htm
http://www.museosanlorenzo.it/
http://www.almeriamisteriosa.tk/
http://almeriamisteriosa.iespana.es
Almería medieval
Aunque puerto de la actual capital de Almería (Portus Magnus) ya era explotado y apreciado por los comerciantes romanos, es en el medievo cuando se da una riquísima y por desgracia ignorada relevancia de esta provincia. Cuando Abderramán III decide en el 955 amurallar el poblado que se había formado alrededor de la atalaya que la importante “República de Pechina” tenía en la costa, nace la ciudad. Almería era una población total y radicalmente islámica.
La Almería musulmana (del árabe Al-Mariyat, espejo del mar) llegó a ser una ciudad grandiosa. Después de Córdoba, era la ciudad más influyente y próspera de la península y una de las más ricas de todo el orbe islámico. El almirante de la flota, que residía en Almería, era de facto el segundo poder en la España de la época y tenía a su disposición nada menos que trescientas naves que fondeaban en el puerto. Ibn Maymun fue el más grande de estos almirantes de Almería, al que Almanzor envenenó envidioso de su poder.
Con la caída del Califato de Córdoba, Almería sigue cobrando importancia, llegando a ser, como reino independiente, una de las taifas más prósperas. La ciudad tenía al menos quince puertas, que guardaban la entrada a una ciudad de cerca de un millón de metros cuadrados, laberíntica y abigarrada. De todas esas puertas, los contemporáneos destacaban por su belleza tres de ellas, que tenían un raro patio interior. (En toda la España musulmana, sólo había dos ejemplos más de este tipo de puertas: una en Sevilla y otra en Granada).
Llegó a tener hasta diez mil telares, que creaban maravillosos tejidos de seda, entre los que destacaban un “tejido de Almería” que era importado a casi todo el mundo árabe compitiendo con las muselinas de seda de la India. Las crónicas medievales hablan maravillas de la actividad comercial de la ciudad y de la prontitud con que los almerienses hacían frente a los pagos. No sólo los tejidos, sino también mercado de esclavos y eunucos (Pechina y Verdún eran los comercios de esclavos más grandes de toda Europa), orfebrería y mármol (se han encontrado lápidas funerarias de mármol de Macael hasta en Nigeria) eran su fuerte.
El puerto almeriense era un prodigio de animación y bullicio. Sin duda uno de los más importantes del Mediterráneo en época califal, de taifas y con los almorávides. Éstos últimos dieron cobijo a piratas, convirtiendo al puerto no sólo en la envidia, sino también en el terror de sus enemigos. El investigador Castro Guisasola publicó en 1930 el libro “El esplendor de Almería en el siglo XI”, título que habla por sí solo.
La Almería musulmana está presente en muchos textos medievales, como el Romance del Conde Arnaldo o “Las Serranillas”, del Marqués de Santillana. Los árabes también cantaron las magnificencias de la ciudad, como el sabio almeriense del siglo XIV, Aben Jatima, en su libro “Ventajas de Almería respecto a los otros países de España”.
Todo esto empezó a venirse abajo cuando el papa Eugenio III convocó una cruzada contra la ciudad. Cristianos del sur de Europa se reunieron para acabar con “La cruel Almería”, como la llamaban los juglares de la época. En el sur de Francia, los romances comparaban Almería con una “piscina” que lavaría los pecados de aquellos que se unieran a la cruzada.
El conde Ramón Berenguer de Barcelona, Alfonso VII de Castilla, el rey García Ramírez IV de Navarra y Álava (nieto del Cid) o el gran duque Guillermo VI de Montpellier junto con los genoveses y pisanos, que veían como una infranqueable competencia el emporio del puerto de la ciudad y que habían sufrido los ataques de su flota, se dieron cita ante las murallas de Almería. Cada uno traía entre sus huestes a lo más granado de la caballería europea, nombres protagonistas de romances medievales (como el conde de Astorga, Ramiro Flores de Guzmán, llamado la “Flor de las Flores” en el “Poema de Almería”, compuesto a raíz de la conquista).
Tras una breve pero intensa resistencia, las murallas fueron asaltadas por doce puntos. Alfonso VII no quiso negociar paz alguna. De los habitantes de la ciudad, diez mil pudieron huir milagrosamente hacia Murcia y veinte mil se refugiaron en la Alcazaba. De éstos últimos, la mayoría de los varones fueron pasados a cuchillo. Alfonso VII, “el Sultancillo”, como le llamaban despreciativamente los almerienses, devastó Almería y destruyó sistemáticamente las industrias de la ciudad. Era el año 1147.
En el año 1147, un ejército genovés aliado de Alfonso VII desembarcó en la playa de los Genoveses de Cabo de Gata para participar en la conquista de Almería. Desde entonces la ciudad adoptó la enseña genovesa (cruz latina en gules sobre campo de plata) como símbolo propio.
El botín fue espectacular (entonces como ahora, las guerras de religión eran a menudo sólo una excusa para llenarse los bolsillos). Los soldados se los llenaron, pero los nobles se llevaron la mejor parte. Los jefes genoveses se llevaron el “Sacro Catino”, una gran fuente de esmeralda finamente tallada a seis puntas en la que, según la tradición, Jesucristo sirvió el cordero en la última cena. Alfonso VII se llevó partes de la gran mezquita, que depositó en el monasterio de las Huelgas de Burgos, y ricos tejidos, con los que sería confeccionada la famosa casulla de San Juan de Ortega. El conde de Barcelona se llevó las espectaculares puertas de la Puerta de Pechina, forrada de cuero de buey y tachonada con clavos de bronce, cuya última pista nos lleva a la capilla vieja de la Universidad de Barcelona.
A partir de ahí comienza una lento declinar. Tras diez años de dominio castellano, los almohades lograrían recuperar la ciudad e intentan devolverle su antiguo esplendor, sin conseguirlo en absoluto. Los granadinos la hacen luego su puerto principal, pero Almería ya no es la de antes. Es destacable el épico y durísimo asedio que volvió a sufrir en 1309 por parte de las tropas de Jaime II, que no pudieron con la sólida resistencia almeriense. En esta época, Almería es el escenario de batallas, incursiones y razzias entre los cristianos de Murcia y los moros de Granada.
Tras la reconquista definitiva, en 1489, pronto se ve que la ciudad no significaría para los cristianos lo que fue para los árabes. Se podría afirmar que, mientras los Reyes Católicos estaban celebrando gozosamente la Navidad en la Alcazaba, después de entrar en la ciudad un 26 de diciembre, un estilo de vida y una época brillante expiraba en la ciudad. Este brusco deterioro de las prosperidad de Almería está adobado además con una sucesión de terremotos, dos de los cuales son terribles: el de 1518, que elimina para siempre la Vera musulmana, matando a todos sus habitantes, y el de 1522, que se dejó sentir hasta en las Azores, y que devasta Almería por completo, convirtiéndola casi en un solar y siendo la principal causa de que hoy no quede ninguna de las increíbles construcciones que los árabes habían levantado en ella. Estos terremotos y la esquilmación demográfica hace que apenas haya mención a Almería hasta la modernidad.
(Resumido por Guillermo Herrera, Periodista Licenciado)
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