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10 agosto, 2006

Amor y servicio una meta a lograr

EL AMOR Y LA TERNURA, CAMINOS PARA AFRONTAR  LA ADVERSIDAD
 
Conferencia en el marco del congreso sobre humanización de la salud. 
Se trata de movernos adentro, conmovernos... cuando un hombre es lo que es desde su corazón, cuando yo soy padre desde el corazón, cuando soy madre desde mi corazón, cuando soy hermano desde el corazón, amigo desde el centro, cuando soy un hombre o una mujer desde el corazón, en esos momentos soy un sanador, materia prima de la creación, materia prima divina, movimiento de la danza del creador. Así conmovidos por ese pulso interior del amor nace en nosotros el  artista, poeta, músico o padre.  Podemos llorar , reír cantar o gritar pero sólo  si lo hacemos con amor tiene sentido. Cuando nace del corazón todo acto humano es sanador.
Nuestro problema no es la ley 100, ni la 200, ni las 300 que vamos a inventar, todos los sistemas de salud del mundo están en quiebra, no solo en quiebra económica, sino en quiebra de humanidad, en quiebra de valores; tal vez la medicina americana sea la mas rica del mundo pero es la más pobre desde el punto de vista de los valores humanos; tal vez los pacientes americanos sean los mas desprotegidos del mundo por que podemos arreglar su hígado, su bazo y su riñón o practicarles un transplante de medula ósea, pero no se puede encontrar una ciencia con conciencia, una medicina con alma. Tal vez ahora nuestra mayor riqueza sea la crisis, prueba viva de que estamos creciendo. Pues la crisis es también la mejor estrategia de crecimiento espiritual. En muchas escuelas de formación y de crecimiento, cuando el alumno no tiene crisis se le provocan; la crisis es una obligación; si yo no tengo crisis contigo es porque no me conmuevo contigo, si no hay un poquito de rechazo, de aceptación y de fricción en la relación contigo, no se está puliendo el diamante de mi corazón, no está brillando la luz que yo puedo darte a ti.  Bienvenidas sean las crisis cuando de ellas podemos aprender la lección.
Nuestro problema frente a la crisis es que atacamos o huimos, es que nos comportamos instintivamente, es que no hemos ascendido a nuestra humanidad. Vivimos las crisis de tres maneras.
A la  primera la vamos a llamar la crisis de sensibilidad; nos sensibiliza la muerte para  revelarnos la vida; ahí está la enfermedad para revelarnos que hay algo que estamos haciendo de nuestra vida y con nuestra vida, ahí está tu dolor para descubrir que detrás del dolor había una lección de luz y de amor, ahí están mis problemas para revelarnos debajo de las apariencias en nuestra genuina y humana esencia; así que cuando tenemos la crisis, el problema no es la crisis, el problema es que la crisis no nos toque, el problema es nuestra indiferencia.
El cartel aquí no es el de la guerrilla, ni el del gobierno, ni el de los paramilitares, el cartel es la indiferencia en nuestro corazón petrificado.  El miedo ha generado muchas formas de violencia, porque todas las emociones negativas son hijas del temor. En cada agresor está el miedo disfrazado de agresión.  El temor es el padre de la violencia, esta es hija del temor que nace de la ignorancia de lo que somos  la violencia nace del temor y el temor nace de la ignorancia de lo que somos, y esa ignorancia crea dos conflictos que están en la base de todos los conflictos: aversión y apego.
La aversión es el separatismo, el rechazo, el racismo, el totalitarismo; el apego es la dependencia, es el consumismo, es la farmacodependencia, es la drogadicción, es la adicción a una idea, a una ideología que separa y excluye todas las ideas, es la adicción a una religión. Estamos enfermos, esa es nuestra enfermedad, de dos cosas básicamente, de apego que es fundamentalismo, y de aversión que es anarquismo. El fundamentalismo existe en la economía y lleva al monopolio, existe en la política y es totalitarismo, existe en la religión, en la filosofía, en la ciencia. Pero el fundamentalismo crea una reacción adaptativa a nivel personal y a nivel social que llamamos anarquismo, frecuentemente nuestra rigidez produce anarquía en el cuerpo y esa anarquía, que son síntomas, dolores, enfermedad, es la sacudida del cuerpo frente a nuestra agresión, nuestro dogmatismo, nuestro fundamentalismo en la dieta, en la vida, en el horario, en el trabajo; el anarquismo es entonces la respuesta al fundamentalismo, y es aversión que se  manifiesta en el plano social pero también en el plano personal. Cuánto de aversión hay en una artritis, cuánto de odio hay en una enfermedad auto inmune, cuánto de resentimiento hay en una colitis ulcerativa, cuánto de soledad afectiva y de perdida de la identidad hay en un cáncer, no podríamos decirlo porque eso no se puede cuantificar, pero con seguridad, esos sentimientos y pensamientos, esa visión del mundo esta inscrita viva dentro de nuestro cuerpo, se vuelve anatomía se vuelve fisiología, se vuelve química.
Cuando una enfermera amorosa acaricia a un niño recién nacido, el niño crece al cabo de un mes 50% mas que los niños que tiene los mismos cuidadoso y la misma alimentación pero no han sido acariciados;  ¿qué ingeniero genético hay en la caricia?,  ¿qué relación hay entre el contacto humano, la caricia y  la hormona del crecimiento y todas las hormonas que hay debajo de la piel. La piel es un radar para continuar la vida, para fluir desde la vida, para entrar en contacto; hemos perdido el contacto y es ese contacto esencial de la caricia, el contacto de la mirada, el contacto de sentirte y de sentirme  lo que nos falta para  ser parte de una sola red.
Cuando revisamos recientes trabajos de investigación epidemiológica y analizamos los factores de riesgo en relación con la enfermedad descubrimos que el principal factor de riesgo de enfermarse de cualquier enfermedad  crónica es la perdida de soporte relacional. Hay comunidades enteras como el caso de un pequeño  pueblito de Pensilvania llamado Roseto en el que las estadísticas de enfermedad coronaria revelaban tasas inesperadamente bajas. Los investigadores llegaron a Roseto haciéndose muchas hipótesis, pensaban que la gente de Roseto era juiciosa, que no fumaba, que no trasnochaba, que eran algo así como san Franciscos de Asís en el corazón de Estados Unidos, y fueron y se encontraron ente que bebía y fumaba sin una dieta que descollara por lo sana.  La única diferencia que tenían en relación con las poblaciones vecinas con una tasa mucho más alta de enfermedad coronaria, era que los habitantes de Roseto  tenían una familia, como las antiguas familias colombianas, como las familias paisas, una familia abierta, amorosa, donde todo el mundo compartía la mesa, el dolor, la vida. La familia era una sólida red de soporte afectivo.
Lo extraordinario era que cuando la gente se iba de Roseto empezaba a tener infartos. Irse de Roseto era perder el efecto protector de relaciones humanas  que demostraron en otras investigaciones ser un indicador fundamental de la evolución de la salud en general.  La evolución del recién nacido está así mismo en relación con la calidad de la relación comunicación de los padres durante el embarazo; en la epidemiología de la religión, nos encontramos que el pronostico de la enfermedad terminal, cambia cuando se cree en un existencia trascendente, que vive en mi corazón, si yo tengo fe en una vida mas allá de la vida, si mi vida tiene sentido mucho mas allá del cuerpo.
Empezamos a descubrir entonces que hay una medicina imperial, y esa medicina imperial se llama el sentido de la vida, que podemos vivir la vida de muchas maneras, pero sin sentido es imposible vivir una vida de calidad
Ese sentido de la vida no esta en mi, sino en mi naturaleza, que hace parte de la naturaleza del otro, esta en mis hijos, en mi sociedad, en mi humanidad, en mis hermanos, en aquello que yo puedo darle a la vida, y mientras yo tenga algo para regalarle a la vida y alguien que abra los brazos y reciba es regalo, mi vida tiene sentido, cuando yo no puedo dar de lo que soy de lo que tengo, de mi vida, no solo de lo que se, de lo que conozco, sino de lo que siento de mis sentimiento a la vida, la vida empieza a perder sentido. 
El amor es esa sustancia invisible y milagrosa que mantiene el puente de la relación que hace de nosotros un solo cuerpo, una sola humanidad que establece en la relación medico paciente una relación terapéutica, pero que hace de toda relación humana siempre una relación terapéutica, todas mis relaciones son terapéuticas, en un sentido positivo o en un sentido negativo, lo terapéutico es lo relacional, es la calidad de mi relación.
Frecuentemente no es mi aspirina, es la sonrisa de mi corazón que florece en mis labios, frecuentemente es el abrazo, es la acogida amorosa, es la comida que preparo, es la mirada comprensiva que te emito, es mi silencio, es mi compañía silenciosa, es mi solidaridad sin ruido.
Lo terapéutico no es mi juicio ni mi diagnostico, ni mi pronostico, lo terapéutico siempre está presente por que la vida y el amor se conjugan en presente, la vida no existe en el futuro ni en el pasado sino ahora y aquí en el momento único en que me puedo dar íntegro.
Así empezamos a descubrir que nuestra primera crisis es de sensibilidad. Si nosotros despertamos a la sensibilidad, a la capacidad de conmovernos interiormente desde el corazón, si yo llevo tu imagen a mi corazón como hacen los maestros tibetanos y la siento dentro mi corazón y la acaricio desde mi corazón y vivo tu dolor en mi corazón, eso es terriblemente terapéutico y nosotros lo conocemos, eso hace parte de una medicina milenaria, la única medicina universal en todas las culturas que se llama la sanación, eso no es un patrimonio de los médicos sino de un sistema médico que es una estrategia de adaptación y supervivencia de una cultura entera.
Nosotros creemos que los sistemas médicos son los sistemas de los trabajadores de la salud, pero no es así, los sistemas médicos son sistemas de creencia y la ciencia es una partecita del sistema médico. Mi concepción y visión del mundo determina mis actitudes frente a la vida, mis hábitos en la vida cotidiana es el principal determinante de mis enfermedades. El 70% de nuestras enfermedades depende del estilo de vida, entonces qué estamos haciendo con más hospitales, con más presupuestos, con más programas de salud, si el programa de salud es despertar el médico interior, es despertar la conciencia de lo que tu eres, es despertar tu capacidad de conmoverte, es llevarte e identificarte otra vez con tu hermano y tu hijo, es empezar a sanar la vida y a sanar la tierra desde tu interior, no es sanar el universo afuera, es sanar el universo interior, no es conquistar a la guerrilla y a los paramilitares sino es acariciar al guerrillero que cada  quien tiene en su corazón, al paramilitar que cada uno de nosotros llevamos en el corazón, a ellos enfrentados en dependencia o en odio permanente que hacen que nuestro cuerpo sea ese teatro en el que toda la conmoción social del miedo, el terror, la agresión o la violencia se está desarrollando.
El problema no está ocurriendo en los llanos orientales o en la zona de distensión o en la plaza de Bolívar o en Ruanda, el problema está ahora vivo y aquí en nuestro corazón y cuando despertamos ese corazón a la humanidad empezamos a despertar la ternura; la ternura es esa cualidad blanda, fluida, transparente inocente, incondicional que brota del corazón cuando por fin sin máscara uno es capaz de dar de lo que tiene, de lo que es.
En la ternura tu no puedes dar ni más ni menos que tu vida en la ternura no se calcula, tu no piensas voy  a ser tierno, ustedes no se imaginan eso, tu eres tierno porque te nace, tierno porque te fluye y te fluye con todo el cuerpo, con toda el alma no sólo con las palabras, te fluye con los ojos, te cubre con la música de tu vida. Miren un niño que es tierno y es tierno por excelencia, un niño vive una emoción con todo su cuerpo, todo su cuerpo gime, todo su cuerpo se sacude, todo su cuerpo solloza, todo su cuerpo se vuelve cálido, blando y vulnerable en un momento de ternura.
Ese lenguaje infinito que un bebé tiene para conquistar a su madre es el ritual de desarrollo, él no se nutre de leche, la leche es la nutrición material, él se nutre de ternura y el río de leche es realmente un río de ternura y si no hay ternura la leche no nutre porque yo puedo coger un niño y darle biberón y cambiarle los pañales a la misma hora y ese es un bebé de alambre que se voltea contra la pared y se deprime y se desnutre y altera hormona de crecimiento y todas esas cosas que los médicos conocemos porque es que nosotros no nos nutrimos de cantidad de cosas, de calorías, nos nutrimos de calidad, aún el alimento es un portador de la calidad de la vida y esa calidad de la vida está envasada en un recipiente esencial que es la presentación exterior del amor y ese recipiente esencial lo llamamos la ternura.
Pero el ritual de desarrollo no se ha acabado; el ritual de desarrollo es un ritual de apertura amorosa y consiste en que cuando el niño es estimulado, el primer reflejo que tiene cuando nace, es un reflejo de moro, un reflejo fantástico; él abre todo su cuerpo, abre sus brazos y se extiende como abrazando el mundo y luego se cierra y abraza. Es como si nuestra programación fuera abrazar, pero abrazar no solo con zeta sino con eses; ese es el fuego de una llama consumidora de Dios en nosotros, que es un fuego consumidor; un fuego de la fusión, es el fuego que se está realizando segundo a segundo en el sol, la fusión; y que está permitiendo la vida en la tierra.
Estamos aquí para fundirnos, para unirnos, para enriquecer nuestra unidad a través de nuestras diferencias; para ser un universo que permite que realicemos una permanente síntesis como humanidad. Estamos aquí para abrazarnos, pero abrazarnos con los ojos, con el conocimiento, con la actitud, con el pensamiento; a formar con la naturaleza, de la que nosotros somos una parte, la red de conciencia que llamamos la humanidad, a formar si se quiere dentro de la religión occidental cristiana, el cuerpo místico  de Cristo; a comulgar, pero a comulgar con la vida viva en el otro, a comulgar con el paciente, con el hijo, con el río, con el pájaro, con la flor, conmigo mismo aceptando mi propia naturaleza y entendiendo que soy mucho más allá de la naturaleza química del cuerpo; que soy sentimiento, emociones, pensamiento y espíritu unidos en un vórtice de conciencia que se desplaza hacia el centro de la galaxia, que es un aspecto de la conciencia de Dios también; a demostrarnos que ese es un Dios tierno, que cuando somos tiernos, es Dios dentro de nosotros el que fluye y el que puede sanar y el que da la vida; a entender que venimos a perder la vida, es decir a dar todo lo que somos, hasta la vida, porque solo dando lo que somos adquirimos la vida de la misma manera, solamente cuando expiramos podemos volver a inspirar. La vida es una inspiración permanente, un renacimiento permanente después de esa pequeña y vivificadora muerte que consiste en darse entero a través del servicio.
A Dios, lo podemos llamar como Gabriela Mistral,  "el que sirve” ; toda la naturaleza es un anhelo de servir; la naturaleza es  servicio; un hombre y una mujer, son un hombre y una mujer cuando sirven, cuando dan su nota fundamental, cuando no vienen a competir, sino a compartir, cuando el paradigma básico del consumo se nos transforma en el paradigma esencial del dar, porque es dando como se recibe. Esa escala de valores fundamentales que nace con la ternura, no nos desgasta puesto que si yo te doy $10, quedo $10 más pobre; pero si yo te doy amor, quedo infinitamente más rico de amor; si te doy una sonrisa, no me quedo más pobre, sino infinitamente más rico; y si yo siembro una sonrisa en tu corazón y  tu siembras una sonrisa en el corazón de tu maestro, cuando vas a la escuela, y el maestro la siembra en todos los niños y todos los niños la siembran en todas partes, esa sonrisa, que fue una pequeña mariposa que se desplazaba en tus labios, se ha vuelto un huracán de amor;  al cabo de una semana, el amor se multiplica, es milagroso,  en el milagro del amor es dividiendo como se multiplica, el amor es intrópico, neguentrópico.
 
Jorge Carvajal
Compartido por: Ana Carolina
 
Gracias Vivian por compartir el mensaje:
 
Fraternalmente en la luz del amor
Miccael Sais
 

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