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25 agosto, 2006

ZEN

ZEN 
 
  Cuando la mente china entró en contacto con el pensamiento hindú, en la forma del Budismo, alrededor del primer siglo d.c, dos desarrollos paralelos sucedieron. Por un lado, la traducción de los sutras budistas estimularon a los pensadores chinos y los llevó a interpretar las enseñanzas del Buddha hindú a la luz de sus propias filosofías. De esta manera surgió un muy fructífero intercambio de ideas, que culminaron, en la escuela Hua-yen (sanscrito: Avatamsaka) de budismo en China y la escuela Kegon de Japón.
 
Por otro lado, el lado pragmático de la mentalidad china respondió al impacto del budismo hindú, concentrándose en los aspectos prácticos y desarrollándolos en una forma especial de disciplina espiritual que recibió el nombre de Ch'an, una palabra normalmente traducida como "meditación". Esta filosofía Ch'an fue eventualmente adoptada por Japón, alrededor del año 1200, y ha sido cultivado ahí bajo el nombre de Zen, una tradición que se mantiene viva hasta la actualidad.
 
Zen es una mezcla única de filosofías e idiosincrasias de tres culturas diferentes. Es una forma de vida típicamente japonesa, y aún así refleja el mistisismo de la India, el amor de la naturalidad y espontaneidad del Taoismo y el pragmatismo profundo de la mente Confusianista.
 
A pesar de su carácter tan especial, Zen es puramente budista en su esencia pues su objetivo no es ni más ni menos que el de Buddha: el lograr la iluminación, una experiencia conocida en Zen como satori. La experiencia de la iluminación es la esencia de todas las escuelas de filosofía orientales, pero Zen es única en que se concentra exclusivamente en esta experiencia y no está interesada en ninguna interpretación más allá de esta. En las palabras de Suzuki, "Zen es la disciplina en iluminación". Desde el punto de vista del Zen, el despertar de Buddha y el enseñar de Buddha, que todos tenemos el potencial de lograr la iluminación son la esencia del Budismo. El resto de la doctrina, incluido en los voluminosos sutras, es visto solamente como suplementario.
 
La experiencia del Zen es, por lo tanto, la experiencia de la iluminación, de satori, y ya que esta experiencia, finalmente, trasciende toda categoría de pensamiento, Zen no se interesa en ninguna abstracción ni conceptualización. No tiene ninguna doctrina o filosofía especial, ningún credo ni dogma formal y enfatiza su libertad de todo pensamiento fijo, esto la hace verdaderamente espiritual.
 
Más que cualquiera otra escuela de misticismo oriental, Zen está convencido de que las palabras nunca expresarán la verdad última. Debe haber heredado su convicción del Taoísmo, que mostraba la misma actitud sin compromisos. "Si alguien pregunta sobre el Tao y otro le responde", dijo Chuang Tzu, "ninguno de ellos lo conoce".
 
Pero la experiencia Zen puede ser pasada de Maestro a discípulo, y ha sido, de hecho, transmitido por muchos siglos por métodos especiales propios de Zen. En un resumen clásicode cuatro lineas, Zen es descrito como:
Una transmisión especial externa a las escrituras.
 
No sostenida por palabras ni letras,
 
Apuntando directamente a la mente humana,
 
Mirando directamente a la naturaleza propia y alcanzando el estado de Buddha.
 
Esta técnica de "apuntar directamente" constituye el sabor especial de Zen. Es típico de la mente japonesa, que es más intuitiva que intelectual y que le gusta entregar los hechos como hechos, sin comentario alguno. Los maestros Zen no son adeptos a la palabrería y aborrecen todo tipo de teorización y especulación. De esta manera desarrollaron métodos que apuntan directamente a la verdad, con acciones y palabras repentinas y espontáneas, que exponen paradojas del pensamiento conceptual y, como los koans, están orientados a parar el proceso mental del pensamiento, preparando así al estudiante a la experiencia mística. Esta técnica se ve muy bien ilustrada en los siguientes ejemplos de cortas conversaciones entre maestro y discípulo. En estas conversaciones, que forman la mayor parte de la literatura Zen, los maestros hablan lo menos posible y usan sus palabras para cambiar la atención del discípulo desde los pensamientos abstractos a la realidad concreta.
 
Un monje, pidiendo instrucción, le dijo a Bodhidharma:
 
"No tengo nada de paz mental. Por favor, apacigüe mi mente."
 
"Trae tu mente aquí al frente mío", replicó Bodhidharma, "y yo te lo apaciguaré!"

"Pero cuando busco mi propia mente," dijo el monje, "no la puedo encontrar."
 
"Eso!", replicó energéticamente Bodhidharma, "he apaciguado tu mente!"
 
Un monje le dijo a Joshu: "Acabo de entrar a este monasterio. Por favor enséñame."

Joshu preguntó: "Has comido tu potaje de arroz?"
 
El monje responde: "Ya he comido."
 
Joshu dice: "Entonces sería mejor que lavaras tu plato."
 
Estos diálogos hacen notar otro aspecto del Zen que es característico. La iluminación en Zen no significa retirarse del mundo, sino al contrario, una activa participación en la vida cotidiana. Este punto de vista atrajo mucho a la mentalidad china que le colocaba mucha importancia a una vida práctica y productiva y a la idea de la perpetuación de la familia, por lo que no podía aceptar el carácter monástico del Budismo hindú. Los maestros siempre hacían hincapié que Ch'an, o Zen, estaba en nuestras experiencias diarias, la "mente de todos los días", como proclamaba Ma-tsu. Se enfatizaba el despertar en el medio de las actividades diarias y dejaban muy en claro que veían a la vida diaria, no sólo como la forma de lograr la iluminación, sino como la iluminación misma.
 
 

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