Canalización de María magdalena
Por Traudel Eicher – 3 de agosto del 2006
Grupo “Los Luceros”
Anita Manasse – estrellam@sion.com
Buenas tardes, mí querido grupo. ¡Que lindo grupo se ha hecho hoy! ¡Cuanta gente que hay! Y para los nuevos, yo les cuento, yo soy María Magdalena. Vengo, si me dejan, todos los jueves. A veces alguien se mete delante mió, pero hoy no, hoy me toca a mí.
Me toca a mí, no sé, si retarlos o como decírselos: Hemos hablado últimamente muchas veces de que ustedes se tienen que hacer responsables de ser Trabajadores de la Luz. Eso quiere decir, que ustedes tienen que vivir lo que aprenden, lo que leen. No pueden hacer oídos sordos y corazones cerrados por lo que aprenden.
Ya se los hemos dicho, que ustedes tienen que equilibrarse, ustedes tienen que dar todo ese amor que tienen en sus corazones, y que a veces es como que lo esconden y no lo quieren dejar salir. No, no es así. El amor aumenta si lo dejan fluir, si ustedes lo dejan salir de sus corazones y si sale, cada vez va haber más, y también – hoy me repito varias veces – pero ustedes ya saben que ustedes tienen que dar el ejemplo.
Ustedes, la enseñanza de ustedes, es con el ejemplo, no tienen que gritar: Escúchenme, este es mi mensaje, eso es lo que tengo que enseñar, ah, no, no es así, ya lo escucharon varias veces. Ustedes tienen que enseñar con el ejemplo como viven ustedes, como enfrentan la vida diaria, como enfrentan la vida con su entorno, sean maridos, hijos, amigos, vecinos, animales que viven en sus casas, plantas que por ahí están en su jardín, los elementales que están cuidando a sus plantas.
Todo eso es su entorno, y ustedes tienen que amar a su entorno, tienen que demostrar que ustedes son capaces de amar infinitamente, y que ustedes tienen compasión para todos los que los rodean. No importa quienes son, la compasión tiene que salir de ustedes.
Ustedes tienen que ser el Faro de Luz y Amor de donde sale el amor, la luz y la compasión para todos los demás. Y, otra vez repito, saben que acá los jueves ustedes llenan su depósito de amor y compasión, y necesitan sentir la unidad que logran en ese tiempo, que están acá en el santuario.
Y, sí, hoy a propósito lo nombro santuario, porque es eso. Y un santuario es un lugar, donde ustedes pueden, sí, hasta descansar. Donde ustedes pueden ser ustedes totalmente, donde no tienen necesidad para nada de demostrar algo que por ahí no son, o no son ya.
Acá ustedes pueden ser lo que son: ángeles humanos, y también Dios. Disfruten este tiempo juntos acá y también, últimamente lo hemos hablado varias veces, no lo encajonen, cuando salen de acá, llévenlo al viernes, al sábado, domingo, lunes, martes, miércoles, hasta el jueves, que vuelvan.
Hagan su vida de esa manera, hagan su vida de ser los Faros de Luz y Amor que ustedes se comprometieron ser, que ustedes eligieron ser. Nadie los obligó, ustedes querían ser eso, y querían serlo en ese momento, en esa época, no antes ni después. Ahora querían serlo, séanlo, ténganlo bien en cuenta.
Digan sí a su elección de antes de nacer. Sean conscientes, de que nada les pedimos que ustedes ya no eligieran de ser y de hacer, aunque sí, ahora más que nada es el momento de ser. Y por ahí, sí, significa de hacer cosas, el ser lo que son, de ser los grandes maestros, que ustedes son. Acéptenlo plenamente, y acéptenlo de corazón. Digan sí de corazón, porque repiten solamente un sí, que ya lo han dado hace muchísimos años.
Y algunas, en otras vidas ya lo fueron, ya conocen la manera de ser ahora. Y no, no tengan dudas de hacer lo que tienen que hacer para ser. Ustedes saben que todos los faros normalmente se van poniendo en lugares inhóspitos, lugares peligrosos, lugares por ahí no muy habitados. Pero también ya hemos dicho, el próximo faro esta solamente a distancia de un pensamiento.
Si ustedes piensan en el próximo faro, llegan a unirse, y se llega a formar la cadena de faros que rodea todo el mundo y digo bien, todo el mundo, no solamente la tierra. Porque hay faros de luz en otros lugares también, en otros planetas y ustedes se pueden conectar también con ellos y ellos con ustedes.
Siéntanlo en sus corazones, y les repito, todo lo que aprenden, todo lo que van a escuchar hoy, llévenlo a su diario vivir y aplíquenlo. No lo encajonen, tenerlo bien en cuenta todos los días, todas las mañanas, todas las tardes, todas las noches. Vivan cada vez más, según lo que aprenden acá.
Bueno, yo creo, que tienen unas cuantas cosas para pensar. Háganlo. Yo me despido, hasta el jueves.
Gracias María Magdalena.
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