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04 marzo, 2009

¿Vivimos en un holograma?

Un extraño ruido detectado por el GEO 600
podría probar que vivimos en un holograma
El detector de Hanóver quizá se haya topado
con el límite fundamental del espacio-tiempo


Yaiza Martínez. La Flecha, 23 feb (Tendencias Científicas). -

El detector de ondas gravitacionales GEO 600, de Hanóver, en
Alemania, registró un extraño ruido de fondo que ha traído de cabeza
a los investigadores que en él trabajan. El actual director del
Fermilab de Estados Unidos, el físico Carl Hogan, ha propuesto una
sorprendente explicación para dicho ruido: proviene de los confines
del universo, del rincón en que éste pasa de ser un suave continuo
espacio-temporal, a ser un borde granulado. De ser cierta esta
teoría, dicho ruido sería la primera prueba empírica de que vivimos
en un universo holográfico, asegura Hogan. Nuevas pruebas han de ser
aún realizadas con el GEO 600 para confirmar que el misterioso ruido
no procede de fuentes más obvias.

En 2006, Tendencias21 publicaba un artículo en el que se anunciaba la
puesta en marcha del GEO 600 de Hanóver, en Alemania, un detector de
ondas gravitacionales que se creía podía revolucionar la astronomía.
La misión del GEO 600 consistía en detectar de manera directa lo que
nunca antes había sido detectado: las elusivas ondas gravitacionales,
que son ondulaciones del espacio-tiempo producidas por un cuerpo
masivo acelerado -como un agujero negro o una estrella de neutrones-
y que se transmiten a la velocidad de la luz. Estas ondas
gravitacionales fueron predichas por la Teoría de la Relatividad de
Einstein, pero en realidad sólo se han podido recoger evidencias
indirectas de ellas.

Tampoco el GEO600, en sus años de funcionamiento, ha conseguido
detectar de forma directa las ondas gravitacionales pero, según
publicó recientemente la revista Newscientist quizá, casualmente, se
haya topado con el más importante descubrimiento de la física en los
últimos 50 años.

Gigantesco holograma cósmico

Un extraño ruido detectado por el GEO600 trajo de cabeza a los
investigadores que trabajan en él, hasta que un físico llamado Craig
Hogan, director del Fermi National Accelerator Laboratory (Fermilab),
de Estados Unidos, afirmó que el GEO600 se había tropezado con el
límite fundamental del espacio-tiempo, es decir, el punto en el que el
espacio-tiempo deja de comportarse como el suave continuo descrito
por Einstein para disolverse en "granos" (más o menos de la misma
forma que una imagen fotográfica puede verse granulada cuanto más de
cerca la observamos).

Según Hogan, "parece como si el GEO600 hubiese sido golpeado por las
microscópicas convulsiones cuánticas del espacio-tiempo" . El físico
afirma que si esto es cierto, entonces se habría encontrado la
evidencia necesaria para afirmar que vivimos en un gigantesco
holograma cósmico.

La teoría de que vivimos en un holograma se deriva de la comprensión
de la naturaleza de los agujeros negros y, aunque pueda parecer una
teoría absurda, tiene una base teórica bastante firme.

Los hologramas de las tarjetas de crédito y billetes están impresos
en películas de plástico bidimensionales. Cuando la luz rebota en
ellos, recrea la apariencia de una imagen tridimensional. En la
década de 1990, el físico Leonard Susskind y el premio Nobel Gerard't
Hooft sugirieron que el mismo principio podría aplicarse a todo el
universo.

Unidades de información

Según esta teoría, nuestra experiencia cotidiana podría ser una
proyección holográfica de procesos físicos que tienen lugar en una
lejana superficie bidimensional. Desde hace algún tiempo, los físicos
han mantenido que los efectos cuánticos podrían provocar que el
continuo espacio-tiempo convulsionara descontroladamente a escalas muy
pequeñas. A estas escalas, la red espacio-temporal podría granularse,
y estar compuesta de diminutas unidades (similares a los píxeles) de
un tamaño de aproximadamente cien trillones de veces el tamaño del
protón.

Si el ruido captado por el GEO600 ha registrado estas hipotéticas
convulsiones, según Hogan, la descripción del espacio-tiempo
cambiaría radicalmente. Eso supondría considerar el espacio-tiempo
como un holograma granulado, y describirlo como una esfera cuya
superficie exterior estaría cubierta por unidades del tamaño de la
longitud de Planck (distancia o escala de longitud por debajo de la
cual se espera que el espacio deje de tener una geometría clásica).

Cada una de estas "piezas" del mosaico universal sería, asimismo, una
unidad de información. Y, según el principio holográfico, la cantidad
total de información que cubre el exterior de dicha esfera habría de
coincidir con el número de unidades de información contenidas en el
volumen del universo.

Detección posible o error de fondo

Teniendo en cuenta que el volumen del universo esférico sería mucho
mayor que el volumen de la superficie exterior, este galimatías se
complica aún más. Pero Hogan también señala una solución para este
punto: si ha de haber el mismo número de unidades de información o
bits dentro del universo que en sus bordes, los bits interiores han
de ser mayores que la longitud de Planck. "Dicho de otra forma, el
universo holográfico sería borroso", explica el físico.

La longitud de Planck ha resultado demasiado pequeña para ser
detectada hasta la fecha, pero Hogan afirma que el GEO600 ha podido
registrarla porque la "proyección" holográfica de la granulosidad
podría ser mucho mayor, de alrededor de entre 10 y 16 metros.

Lo que ha detectado el GEO600, en definitiva, podría ser la
borrosidad holográfica del espacio-tiempo, desde el interior de este
universo holográfico. Cierto es que aún está por demostrar que el
extraño ruido captado, de frecuencias entre los 300 y 1.500 hertzios,
no proceda de cualquier otra fuente, reconoce Hogan.

Esta posibilidad también ha de considerarse, dada la sensibilidad del
detector para captar desde el ruido del paso de las nubes hasta el de
los movimientos sísmicos terrestres. De hecho, los investigadores del
detector se afanan continuamente en "borrar" ruidos de fondo
detectados por el GEO600, para poder definir lo importante.

Nuevas pruebas

De cualquier manera, si el GEO600 hubiera descubierto el ruido
holográfico procedente de las convulsiones cuánticas del
espacio-tiempo, entonces ese ruido obstaculizarí a los de detectarlas
ondas gravitacionales. Sin embargo, por otro lado, el hallazgo podría
suponer un descubrimiento incluso más fundamental, sin precedentes en
la historia de la física.

Según publicó recientemente la web del GEO600, para probar la teoría
del ruido holográfico, la sensibilidad máxima del detector ha sido
modificada hacia frecuencias incluso más altas.

Los científicos consideran que el GEO600 es el único experimento del
mundo capaz de probar esta controvertida teoría, al menos en la
actualidad.

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Abjini Arráiz

www.portalterraluz. com
www.abjiniarraiz. com

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