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01 agosto, 2006

Colón, en Sevilla

Los restos de los huesos que yacen en Sevilla son
los de Cristóbal Colón, según su análisis de ADN

Lunes 31 de julio de 2006

San Lorenzo de El Escorial, Madrid (EFE).- Los restos de huesos que yacen en la ciudad española de Sevilla "sí son los de Cristóbal Colón", de acuerdo a los resultados de los análisis de ADN realizados, aseguró el responsable de la investigación, José Antonio Lorente.

Antes de participar en un curso de verano en San Lorenzo de El Escorial (Madrid) sobre comunicación de la ciencia, este experto que es director del Laboratorio de Identificación Genética afirmó que "ya no nos hacen falta" otros datos para afirmar que los restos de Sevilla son los del célebre marino.

Explicó que su equipo de trabajo se mantiene a la espera, desde hace alrededor de un año y medio, de algún tipo de comunicación por parte de las autoridades de Santo Domingo para poder analizar también el ADN de los restos de huesos que yacen allí, y que motivaron la incógnita de si serían esos o los de Sevilla los pertenecientes a Cristóbal Colón.

"Ya no nos hacen falta esos datos" y si finalmente "no se nos permite investigar allí, tampoco pasa nada", aunque admitió que el estudio de los huesos que están en Santo Domingo "permitiría completar la historia" en torno a esta cuestión.

http://es.news.yahoo.com/31072006/185/
restos-huesos-yacen-sevilla-cristobal-colon.html

Sin noticias de Santo Domingo

Sobre el proceso de identificación de Cristóbal Colón, Lorente ha explicado que "se estudió y se comparó con el hermano [de Colón, Diego] y con el hijo", Hernando. En el análisis de los restos se han empleado nuevas técnicas desarrolladas en Estados Unidos para reconocer a las víctimas del 11-S.

En todo caso, lo que "es seguro" es que parte de los huesos del descubridor de América está en Sevilla, pero "tiene que haber otros huesos en otros lugares" ya que del esqueleto apenas hay un 15% enterrado en la Catedral y en muy mal estado de conservación debido a la humedad del lugar. De hecho, la hipótesis que han defendido estos investigadores hasta ahora es que las tumbas de España y de la República Dominicana contengan los restos repartidos.

Los restos del descubridor de América, es decir, los 70 u 80 gramos de huesos analizados, dicen de él que se trataba de un "varón, de entre 50 y 70 años, sin marcas de patología, sin osteoporosis y con alguna caries. Mediterráneo, medianamente robusto y de talla mediana". De los restos de su hijo Hernando puede deducirse que murió antes de los 55, que medía 1,74 metros, que era robusto y que no padecía ninguna enfermedad de los huesos. Diego Colón, que murió a los 60, tenía peor salud ósea: estaba afectado de artrosis avanzada y artritis reumatoide. Una vez desvelado el misterio de dónde está enterrado el almirante, quizá sea el momento de descubir de una vez dónde nació.

Unos huesos muy viajeros

Colón, que nació hacia 1451 quién sabe dónde, murió en 1506 en Valladolid. Tres años después, su nuera María de Toledo, esposa de Diego, decide trasladarlo al Monasterio de Santa María de Las Cuevas, en Sevilla (no estaba terminada la Catedral). La misma señora convence a Carlos V para que traslade los restos de su suegro a La Española (hoy Santo Domingo) y así pueda descansar junto a su hijo Diego. La exhumación se produce en 1536, según un cenotafio de La Cartuja.

En 1795, España cede la mitad de la isla La Española a Francia. Entonces se ordena una nueva exhumación, para que los restos de tan ilustre hombre estén en suelo español, y son trasladados a Cuba. Allí permanecen hasta que España pierde la isla, en 1898, y las autoridades ordenan el traslado de los restos a la Catedral de Sevilla. Mientras tanto, en 1877, en unas obras en la catedral de Santo Domingo, aparece un cofre que dice albergar los restos de Cristóbal Colón.

http://www.elpais.es/articulo/sociedad/
Colon/Colon/elpporsoc/20060731elpepusoc_2/Tes/


Los restos de Cristóbal Colón que reposan en la Catedral de
Sevilla son auténticos, según los investigadores de la UGR

Lunes 22 de mayo de 2006

Sevilla (Europa Press).- El equipo del Laboratorio de Identificación Genética de la Universidad de Granada (UGR) que desde 2002 intenta averiguar si los restos de Cristóbal Colón reposan en la Catedral de Sevilla o en la República Dominicana --que los sitúa en Santo Domingo--, confirmó hoy, día en que se cumple el V centenario de su muerte, que "definitivamente" los huesos que se encuentran en el templo hispalense pertenecen al explorador, desestimándose así la opción americana.

El investigador, historiador y genealogista, Marcial Castro, señaló que las pruebas de ADN realizadas a los huesos del almirante sepultados en la catedral andaluza y a los del hermano menor del navegante, Diego Colón, enterrado en el Museo Pickman de la Fábrica de Cerámica de La Cartuja de Sevilla, concluyen que "hay una coincidencia absoluta entre el ADN mitocondrial de ambos, que se trasmite de madre a hijo".

Asimismo, aseguró que los resultados sobre el origen de Colón, que pretendían hacerse públicos hoy al cumplirse el V Centenario de su muerte, que tuvo lugar un 20 de mayo de 1506 en Valladolid, tardarán aún dos o tres meses en darse a conocer, ya que, aunque ya hay resultados casi completos, hasta que no se estudien todas las muestras de Italia, no habrá conclusiones.

Castro sostiene que en vista de que "ya es un hecho" que los restos de Cristóbal Colón descansan en Sevilla, espera el Gobierno de la República Dominicana, que según dijo, "tiene en su poder el estudio que certifica estos datos desde hace bastante tiempo y de forma reservada", se manifieste de manera oficial sobre el tema. Este país considera que los huesos del descubridor se encuentran en una tumba situada en un monumento dedicado al almirante en Santo Domingo, aunque su Gobierno aún no ha permitido al grupo granadino investigarlos.

El Ejecutivo dominicano sostiene que en 1537 María de Rojas y Toledo, viuda de Diego Colón, envió los restos de Cristóbal a la Catedral de Santo Domingo, donde permanecieron hasta 1975, cuando España decidió que los huesos de Colón no debían permanecer en manos de extranjeros. Sin embargo, en 1877, al realizarse obras en la catedral dominicana, apareció una caja de plomo con la inscripción "Varón ilustre y distinguido Cristóbal Colón". Los dominicanos aseguran que éstos son los restos auténticos y que los españoles se llevaron los de otra persona en 1975.

Por ello, Marcial Castro apuntó que espera que el objetivo de abrir la tumba de Santo Domingo sea ahora "descubrir quién está allí enterrado".

Origen de Colón

El director del Grupo de Investigación Genética, José Antonio Lorente, informó hace unos meses a Europa Press de que para determinar el origen de Cristóbal Colón se ha trabajado con dos líneas paralelas. Por un lado, mediante la toma de muestras de saliva de habitantes de donde es frecuente el apellido Colón y por otro lado, mediante la comparación directa entre los ADN de los restos de los familiares del descubridor.

La recogida de muestras de saliva de personas de apellido Colom/Colombo/Colón se ha efectuado en Génova, Cataluña, Baleares, Comunidad Valenciana y en el sur de Francia, "con el objetivo de tener una información lo más amplia posible, sin restringir a priori ninguna posibilidad".

Según el equipo de investigación, la finalidad de la recogida de saliva es "conocer la variabilidad genética y características de los STRs y SPNs del cromosoma "Y" de las personas que porten este apellido en esas áreas y deducir la relación que puedan tener con los STRs y SNPs de los restos de Hernando y Cristóbal Colón".

La segunda línea de investigación en la que se trabaja paralelamente se basa en una "comparación directa" entre el ADN del cromosoma "Y" del príncipe de Viana, Carlos de Evreux y los del Hernando Colón y Cristóbal Colón, partiendo de la base expuesta por la llamada "teoría mallorquinista" que asegura que el príncipe de Viana era el padre del almirante Cristóbal Colón.

http://www.palenciadigital.com/portal/noticias/noticia.asp?canal=cultura&fecha=20060520&hora=185130


La madre de Colón fue una noble romana y su
padre el Papa Inocencio VIII, según un estudio

7 de marzo de 2004

Roma (EFE).- La madre de Cristóbal Colón fue una noble romana y su padre el que luego sería el Papa Inocencio VIII, según dos estudiosos italianos que rechazan que hubiera nacido en el seno de una familia de comerciantes genoveses.

La tesis defendida por los historiadores Lioniero Boccianti y Renato Biagioli aparece este domingo publicada en "Provincia Pavese", un diario local de Pavía (norte), cuya Universidad conserva en su biblioteca una urna donde presuntamente se hallan una parte de las cenizas del navegante.

Por este motivo, los historiadores han pedido a los responsables universitarios que se sometan los restos a la prueba del ADN. Según defienden, la madre de Colón fue la noble romana Anna Colonna, quien se casó con un príncipe de Taranto, Antonio Del Balzo Orsini, sin que el matrimonio tuviera hijos. Mientras se hallaba en Nápoles, la mujer habría tenido hacia 1446 una relación extraconyugal con un adolescente de catorce años, el genovés Giovanbattista Cibo, futuro cardenal de Génova y que luego se convertiría en el Papa Inocencio VIII.

Embarazada, Anna Colonna fue ayudada por una hermana a refugiarse en una ciudad del norte de Italia, en donde dio a luz al que sería el descubridor de América, siempre según los estudiosos. Años más tarde, Inocencio VIII consiguió que el niño fuese dado en adopción al comerciante de lanas genovés Domenico Colombo y a su esposa, Susanna Fontanarossa, que se convirtieron en sus padres "oficiales", según aparece en los libros de historia.

Esta original tesis fue presentada esta semana por sus autores en un congreso organizado sobre la figura de Cristóbal Colón en Génova, que este año es Capital europea de la Cultura. En este foro no han faltado otros anuncios sorprendentes, como el que Colón se dedicó en su juventud a la piratería, según defendió el estudioso francés Jacques Heers, autor de una biografía del genovés.

http://www.libertaddigital.com/noticias/
noticia_1276217068.html


El Señor de los huesos

Isabel y Fernando, ¿tíos de Colón?

Por Ildefonso Olmedo
Domingo 24 de Marzo de 2002

Es el próximo enigma que intentará resolver el profesor Lorente, el mismo médico que realiza las pruebas de ADN a los republicanos enterrados en fosas.

Lorente es el primero en analizar el ADN de víctimas de la Guerra Civil. Hace ocho días recogía restos de fusilados leoneses.Podríamos llamarle, para entendernos, el Sherlock Holmes de la genética. Porque el ADN, ese carné de identidad personal que nunca miente, es su especialidad. Cuando unos viejos huesos caen en sus manos, ya sea de fusilados en la Guerra Civil o del hermanastro de Fernando el Católico que algunas hipótesis por demostrar sostienen que fue padre de Cristóbal Colón (quizás su próxima investigación en tumbas de tronío), el profesor Lorente es capaz de decir más de ellos que cualquier DNI. El suyo cuenta que nació el 25 de junio de 1961 en un pueblo de Almería y que es profesor en la Universidad de Granada, la tierra donde fue asesinado Federico García Lorca sin que nunca se haya encontrado su sepultura.

Hijo y hermano de forenses uno de ellos, Miguel, es autor del libro Mi marido me pega lo normal, sobre los malos tratos a mujeres , José Antonio Lorente Acosta acaba de abrir una página inédita de la Historia de España. Porque la toma de muestras que realizó el sábado de la semana pasada en Priaranza del Bierzo (León), sobre cuatro cadáveres de un grupo de 13 republicanos asesinados de varios tiros en la nuca al principio de la Guerra Civil, es un viaje en el tiempo a un pasado que hace 66 años quedó mal sepultado en fosas clandestinas regadas por campos y carreteras de España. Por primera vez se hacían análisis de ADN para identificar a víctimas civiles del alzamiento (ver CRÓNICA del 17 de marzo).

El experto genetista, que ha sido llamado a hurgar como científico entre fosas comunes de desaparecidos de América Latina (Chile, Perú, Colombia...), tiene ahora sobre su mesa una propuesta de alcance mundial. Se trataría de identificar los restos de Colón (en la catedral de Sevilla o en la de Santo Domingo, que las dos ciudades se disputan la verdadera sepultura) y extraer su ADN para aclarar si, como sostiene el secreto autor del encargo, pudiera haber sido el hijo bastardo que el príncipe de Viana, hermanastro de Fernando el Católico, tuvo durante su breve estancia mallorquina (1458-1459) con Margarita Colom.

Aprendiz con el FBI

No será la primera vez que Lorente contribuya, como jefe del laboratorio de genética humana de la Facultad de Medicina de Granada, a aclarar la Historia con mayúscula. Su paso en 1992 por la academia del FBI en Virginia (EEUU) becado por la OTAN él, que fue objetor de conciencia y sus investigaciones con ADN desde 1989 le acreditan como eficaz oráculo. A partir de 1994 se especializó en hacer hablar a los huesos.

«En uno de mis frecuentes viajes a Suramérica, a El Salvador», cuenta el forense andaluz, «se me acercó un señor, que era arquitecto y muy culto, y me hizo entrega de unos viejos restos óseos. Con cierto misterio me explicó que podría tratarse del emperador Maximiliano de México. El hombre sostenía que Maximiliano no fue ejecutado en 1867 y pudo huir hasta El Salvador, donde habría vivido pacíficamente hasta su muerte... La comparación con el ADN de familiares directos del archiduque de Austria a quien Napoleón III hizo emperador en México dio negativo». Pero a veces, sabe Lorente, una simple secuencia de ADN puede cambiar la Historia (y alude a los famosos casos de Anastasia, la supuesta hija de los zares de Rusia que no era tal, y Luis XVII, el hijo de María Antonieta y Luis XVI que sí fue enterrado en la prisión parisina de Temple, según confirmaron los análisis genéticos).

Quizás por orgullo patrio o por simple prurito profesional, a Lorente le excita la futura investigación sobre los restos de Colón. «Es como si me dieran una patada en cierta parte cada vez que en EEUU leo que era un marino genovés. Imagínate si sería hermoso demostrarles que no sólo era español sino hijo de un personaje como el príncipe de Viana».

El azar ha querido que el científico vuelva a reencontrarse con Carlos de Aragón (1421-1461), el hijo del rey Juan II (padre después de Fernando el Católico) y Blanca de Navarra, su primera esposa, cuyos restos fueron localizados en 1995 en una iglesia de Santa María de Nieva (Segovia). El profesor de la Universidad de Granada fue llamado entonces para desfacer un complicado entuerto: tomar muestras de ADN y compararlas con otras del príncipe de Viana, cuyos restos se creían situados en el monasterio de Poblet (Tarragona). Lorente recibió el encargo del Gobierno Foral de Navarra. «La secuencia del ADN mitocondrial, al tratarse de madre e hijo, debería haber sido la misma, pero no fue así... Realmente había un caos de huesos en el sepulcro de Poblet, que había sido saqueado en dos ocasiones. Mi hipótesis es que los huesos de los que tomamos la muestra eran de otra persona... Ahora trabajamos con otras instituciones en el monasterio para localizar definitivamente los restos del príncipe y de otros miembros de la realeza como Jaime I el Conquistador, Pedro el Ceremonioso...».

El grueso del trabajo diario del profesor Lorente se centra, no obstante, en episodios contemporáneos más cotidianos. Dilucidar paternidades (de su equipo fue el raro hallazgo, en 1997, de las mellizas que tenían distinto padre), aclarar violaciones, identificar cadáveres y... desaparecidos.

Él fue hombre clave en la puesta en marcha en 1999 del programa Fénix: un banco nacional de ADN primero en todo el mundo sobre desaparecidos y sus familiares que acaba de hacer posible, por ejemplo, la identificación inmediata del cadáver momificado de una niña desaparecida tiempo atrás en Salou (Tarragona). «Llevamos», habla Lorente en plural, sin olvidarse ni de la Guardia Civil ni de las fundaciones que aportan los 900.000 euros anuales del Fénix (BBVA, Caja Madrid, Endesa, March, Botín, Barrié, Areces, Altadis y Telefónica), «16 casos criminales resueltos, 160 restos óseos analizados y hemos tomado muestras de ADN a 236 familias con algún desaparecido».

El viernes 15 de marzo el coche de Lorente dejó Granada en el retrovisor. Acompañado por su esposa, Begoña (trabaja para El Corte Inglés como especialista en medicina del trabajo) y sus dos hijas (8 y 6 años), enfiló la carretera rumbo a la comarca leonesa de El Bierzo. En el maletero, una bolsa de plástico blanco endurecido del tamaño de una caja de zapatos lista para recibir los trozos de huesos (dientes, fémur, vértebras) de los cuatro primeros republicanos del grupo asesinado en Priaranza en 1936.

La guerra civil

«Después de localizar la fosa y hacer las exhumaciones, los de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica me pidieron que se hicieran las pruebas de ADN dentro del programa Fénix. Les tuve que explicar que las víctimas de la Guerra Civil no estaban incluidas. En enero pasado volvieron a insistirme y me tocaron algunas fibras sensibles».

Aunque en su propia familia no hubo víctimas de la guerra, Lorente entendió la demanda de quienes nunca pudieron enterrar a sus muertos. «Esto es pura justicia, histórica y humana. Imagínate que te saquen de tu casa una noche, te peguen un tiro, te echen en la cuneta y 60 años después nadie se haya preocupado de recogerte...Así que me ofrecí a hablar con la Universidad a ver qué se podía hacer. Les expliqué que no era posible realizar los 13 análisis.De común acuerdo, elegimos a cuatro porque parecían mejor identificados antropológicamente. No había dinero para más».

Empezaba así su primer trabajo vinculado con la guerra española.De otras batallas fratricidas, en tierras americanas, había investigado más. «Cuando estuve con el FBI, en Virginia, conocí a muchas delegaciones de países de habla hispana que nos visitaban y todas querían que les ayudáramos a identificar a sus desaparecidos».Lorente no supo decir que no.

El programa Fénix, años después, terminó cruzando fronteras y ya funciona en Colombia, México e incluso EEUU. Y en el laboratorio de la Universidad de Granada la cooperación internacional se materializa en cajas con huesos y otros restos orgánicos que de vez en vez llegan desde América: hace unos meses, 300 muestras de familiares de desaparecidos con Pinochet, antes restos para su identificación de los 14 miembros del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru que asaltaron en 1997 la embajada de Japón y fueron acribillados por militares de elite enviados por el hoy fugado Alberto Fujimori, o de las víctimas (magistrados y terroristas) del sangriento asalto en 1985 al Palacio de Justicia de Bogotá, sede de la Corte Suprema de Colombia.

A por los huesos de los cuatro republicanos leoneses fue él en persona. Le acompañó su familia, la pequeña bolsa blanca de los restos y unos kits con bastoncillos para tomar muestras de la mucosa bucal de los familiares vivos de Juan F. Falagán, Emilio Silva, Manuel Lago y Enrique González Miguel. A partir de ahora hablará el ADN, «una ciencia exacta». Lo demás es historia.

Gracias al ADN

Luis XVII

El corazón. Más de dos siglos estuvieron los expertos especulando sobre si el niño fallecido el 8 de junio de 1795 en la prisión de Temple de París era o no el hijo de los reyes Luis XVI y María Antonieta. En abril de 2000 la ciencia despejó la incógnita analizando el corazón del pequeño, conservado desde entonces: Era el de Luis XVII.

Josef Mengele

El muerto. Una prueba de ADN practicada en 1999 confirmó que el cuerpo enterrado desde 1979 en un cementerio de Ambu (Brasil) con el nombre de Wolfgang Gërhard era efectivamente el del médico nazi del campo de Auschwitz. El ángel de la muerte había fallecido ahogado en el mar. Su ADN se comparó con el de su hijo Rolf.

Anastasia

Impostora. Ana Anderson apareció en Berlín en 1924 diciendo que era la gran duquesa Anastasia, hija del zar Nicolás II, y hasta su muerte en 1984 aseguró que había sobrevivido al asesinato de la familia imperial rusa en 1918. La ciencia dio al traste con el mito de Anastasia cuando en 1997 sometió a la prueba de ADN unos huesos hallados en 1991 en una fosa común en los Urales: eran los restos del zar Nicolás II y su familia, Anastasia incluida.

Thomas Jefferson

Paternidad. El ADN desveló también que el tercer presidente de EEUU, Thomas Jefferson (1743-1826), ardiente defensor de la separación de las razas, mantuvo una relación con una esclava negra, Sally Hemings. Al menos el primogénito de la mujer, Eston, era hijo del redactor de la Declaración de Independencia de EEUU.

http://www.elmundo.es/cronica/2002/336/1017047690.html

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