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18 mayo, 2009

“LA EXPERIENCIA DE LA TOTALIDAD”

Artículo de Mayo de 2009
Por Jennifer Hoffman

Nuestra experiencia espiritual de vida es un viaje de sanación, en el que nos comprometemos a dejar la seguridad y comodidad de nuestro Hogar y actuar como emisarios para el viaje de sanación de la tierra. Cada uno de nosotros, durante el curso de nuestras vidas, ha participado en la creación de las energías discordantes en el planeta y regresamos para participar en el proceso de sanar la vibración energética específica y única que hemos creado. Trayendo a la luz nuestras heridas y experiencias de separación desde nuestro Ser y nuestra Fuente, causadas por vidas de dolor, pena, desilusión, expectativas y la creencia en las limitaciones del espíritu y el poder del ego indicamos a nuestra voluntad que acepte la responsabilidad por nuestro papel en la separación y en la reconexión.

Al recordarnos a nosotros con el Espíritu, nos reunimos a nosotros mismos y a la familia de la humanidad a sus raíces espirituales y permitimos que la ascensión ocurra. Todos en el planeta están participando en ambos viajes de sanación, el propio y el de la tierra. Cada vida en la que hemos reforzado la creencia en la separación crea una oportunidad para que otro cree la totalidad. Este es un viaje de equilibrio, en el que permitimos que el cuerpo, la mente y el espíritu encuentren un centro común para que cada uno opere en completa consideración y participación con el otro.

Con frecuencia pensamos que a través de este viaje debemos volvernos más espirituales y que eso es una definición que nos ha hecho creer que la humanidad es un aspecto inferior, equivocado o imperfecto y que debemos superar nuestra humanidad para hacernos espirituales. Pero ya somos espirituales y cada uno de nosotros expresa su naturaleza espiritual hasta el punto de nuestro crecimiento del alma nos lo permita. Cuando estamos siendo “in-humanos” estamos completamente en la energía humana, sin espíritu, y estamos totalmente en la energía del miedo. Cada paso que damos hacia la integración de nuestra naturaleza espiritual dentro del aspecto humano introducimos la energía de amor incondicional. No hay nada malo con el lado humano de nosotros y cuando experimentamos problemas es porque el humano está operando sin las energías equilibrantes del espíritu.

La mente no es mala, destructiva e incluso defectuosa en su funcionamiento. El propósito de la mente es asegurarse que el cuerpo opere eficiente y efectivamente, proporcionando memoria y un cierto nivel de raciocinio dentro de la tercera dimensión. Cumple su propósito en una forma exacta e incluso mecánica. La mente, sin embargo, está limitada a su propia historia, memoria y limitaciones sin la perspectiva superior que proporciona el espíritu. Sin el cuerpo la mente es inútil y sin el espíritu la mente funciona dentro de sus ciclos pre-programados de memoria e historia. Cuando trabaja con el Espíritu la mente se expande más allá de sus límites tridimensionales y accede a niveles superiores de conciencia.

El cuerpo tampoco es malo o imperfecto y tiene dos propósitos, ser un envase para el espíritu y para interactuar con otros humanos en la tierra. El cuerpo simplemente cumple los requerimientos del espíritu para una presencia física en la tierra tridimensional. Y el cuerpo funciona de acuerdo con la mente – hace lo que la mente le diga que haga. Sin la mente, el cuerpo es simplemente una colección de tejido y hueso, una forma que no puede funcionar, como vemos en personas cuya mente ha sido dañada y que están en un persistente estado vegetal.

Cuando juzgamos cualquier aspecto de nosotros mismos, del cuerpo, de la mente o del espíritu, nos salimos de la totalidad y entramos a la separación, esta vez desde nosotros mismos. Necesitamos que cada uno de estos aspectos de nuestro ser sea el todo y cuando nos enfocamos en uno y negamos los demás nos limitamos a nosotros y a nuestra habilidad para cumplir nuestro propósito. Como el único propósito de cada vida es convertirse en todo, con una parte que no sea más importante que la otra, todos los aspecto de nuestro ser están interrelacionados y sinérgicos y esperando que nosotros los recordemos en la totalidad, para unir las partes de nosotros en un ser equilibrado y energéticamente ilimitado trabajando en conjunción con el Universo. Cuando somos el todo podemos co-crear porque lo hacemos desde una perspectiva integrada.

A través de nuestra historia como humanos tenemos ejemplos de cuán limitados estamos cuando ignoramos nuestra totalidad para enfocarnos en un solo aspecto de nosotros. Con un enfoque en la mente nos volvemos intelectuales, regidos por el ego y lógica con compasión limitada. Con un enfoque en el cuerpo nos volvemos auto-absortos y nuestra atención solamente está en lo físico. Con un enfoque en el espíritu ignoramos nuestra humanidad y ya no podemos interactuar a un nivel humano. Y con un enfoque singular en cualquier aspecto de nosotros mismos, estamos en juicio y continúa la energía de polaridad y separación. Nuestro viaje a la totalidad requiere que honremos todos los aspectos de nosotros porque nuestra misión es volvernos humanos espirituales, incorporando la espiritualidad en la tercera dimensión para elevarnos más allá de la humanidad hacia una integración de todas las energías más allá de la tercera dimensión. Podemos hacer esto en nuestra vida y efectivamente, lo estamos haciendo ahora.

Cuando nos enfocamos en un aspecto sobre otro ignoramos la importancia de cada parte y la contribución que cada parte hace al todo. Si nos enfocamos en una parte sobre otra, como el cuerpo sobre la mente o el espíritu sobre el cuerpo, estamos fuera de equilibrio. Nuestra experiencia de totalidad se trata de estar en equilibrio, cuerpo, mente y espíritu teniendo una igual presencia y participación en nuestra realidad. Jeshua nos recordó esto cuando dijo que íbamos a “estar en el mundo pero no seríamos del mundo”. No podemos ignorar una parte de nosotros por otra ni podemos juzgar cual parte es más importante. Nosotros somos la trinidad, cuerpo, mente y espíritu, y es a través de la sinergia de la trinidad en equilibrio que completamos el proceso de ascensión.

Es a través del cuerpo y la mente que recibimos confirmación del cumplimiento de nuestro propósito del alma. Y es a través del cuerpo y de la mente que transmutamos energía para nosotros y el planeta. Cuando elevamos nuestras vibraciones energéticas transformamos la presencia tridimensional del cuerpo en su potencial superior. Nuestras múltiples cadenas de ADN están listas para despertar una vez que podemos cargar físicamente su energía. No tenemos que hacer nada para que este proceso ocurra más que recordar quienes somos y permitir que el proceso de ascensión ocurra. Nuestra única limitación en este proceso es el miedo del ego de que será superado por el espíritu y que morirá en el proceso. Ese no es el caso pues nuestro viaje hacia la totalidad es uno de integración, no de dominación. Es la falta de confianza en el espíritu y la ignorancia de nuestra herencia espiritual lo que crea esta creencia. La energía humana, cuando se enfoca en sí misma, cree que su poder viene de la dominación, del miedo y del poder externo. La energía del Espíritu añade equilibrio, nos centra y carga la vibración superior, el amor incondicional.

Es la combinación de todos los aspectos del ser lo que crea al humano espiritual, lo cual es lo que nuestro viaje a la totalidad está creando. Así como nuestro cuerpo contiene todos los aspectos necesarios para funcionar como necesita, funciona a su potencial superior cuando integra todos los otros aspectos de nuestro ser. Sin espíritu, ni el cuerpo ni la mente pueden encarnar nuestro propósito del alma, para completar nuestra misión de traer el cielo a la tierra. El espíritu recuerda el contrato del alma y cómo lo hemos completado en el pasado. Es por eso que nuestra conexión al espíritu es tan importante porque sólo recuerda por qué estamos aquí y cómo podemos cumplir nuestra misión. Y nuestro viaje hacia la totalidad nos lleva a nuestro objetivo, crear el cielo en la tierra, interponer la energía del espíritu dentro de la experiencia humana para que estemos en equilibrio en cuerpo, mente y espíritu y seamos co-creadores con el Universo del Hogar en la tierra, maestros espirituales operando en la vibración del milagro.

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