"AQUELLOS Y VOSOTROS SOIS LOS MISMOS"
REENCARNACION Y RESTITUCION.
Cuántas veces no nos hemos preguntado, ¿quién soy? ¿de dónde vengo? ¿para qué estoy aquí? ¿Por qué soy así? ¿existe la felicidad? ¿existe Dios? ¿ A dónde voy al final de esta vida? ¿Volveremos a encontrarnos?
Desde el principio de la humanidad el hombre se ha hecho estas y otras preguntas que siempre le han inquietado.
En algunas culturas como la oriental, se conserva aún la creencia sobre la reencarnación aunque con distintas variantes. Pero en otras culturas, pareciera que esta creencia casi fue borrada del mapa. Y es en este Tiempo cuando la humanidad se encuentra en su mayor altura de maldad, que el hombre resurge la inquietud por saber su verdadero origen.
Para esas personas que se encuentran en la búsqueda de la verdad queremos compartirles con mucho respeto algunos puntos sobre la reencarnación del espíritu, revelación que Dios mismo en su manifestación como Espíritu Santo nos legara a toda la humanidad. Nuestro Dios, como bien sabemos todos, no es un Dios de muertos, sino de vivos, No es un Dios material, ni esculpido con manos de hombre, no, El es quien es; es Esencia y Espíritu de Verdad. Un Dios que no solo le pertenece a un pueblo, raza, nación, o religión, no, sino que es un Padre Divino para todos; sí, oyó usted bien, para todos, puesto que todos somos sus hijos. Justos o pecadores; unidos o divididos, en guerra o en paz, encarnados o desencarnados; todos somos hermanos pertenecientes a la misma familia espiritual.
Es el hombre quien se ha dividido, es el hombre quien ha creado religiones y filosofías diversas, es el hombre quien se ha alejado de la verdad y las Leyes Divinas; es el hombre quien ha creado el pecado, la guerra y el mal. Y es el hombre el que finalmente comprenderá en su esencia, ésta verdad para reconocer su origen, su esencia, su destino común.
En cada Era o en cada Tiempo, ha sido Dios mismo quien ha tenido que acercarse al hombre, o sea, a todos sus hijos, porque el hombre por su libre albedrío, borró de su corazón el camino verdadero, bueno y sin dolor, que Dios nos trazó desde el principio a la humanidad, inspirándole siempre el bien. El hombre ha preferido una aparente libertad llena de materialismo y falsos placeres, que sólo le han esclavizado, y le han causado mucho desengaño, soledad y dolor. ¿Y que ha pasado? Que el fruto que la humanidad recogemos producto de nuestra desobediencia, no es bueno, es muy amargo. Que no hemos aprovechado las lecciones que en este mundo recogemos, lecciones destinadas a nuestro perfeccionamiento espiritual, haciendo caer cada vez más a nuestro espíritu. ¿Qué busca Dios al insistir tanto en la búsqueda de sus hijos? Enseñarnos de nuevo el camino, recordarnos quienes somos, y a donde vamos, enseñarnos como podemos regenerar nuestra vida y recoger entonces los buenos frutos agradables al hombre. El quiere revelarnos todo lo bueno que hay en El, todas las riquezas espirituales de que somos poseedores sus hijos para que las apliquemos al bien común. Enseñanzas y mensajes que finalmente buscan la reconciliación, el amor, la unificación, la fraternidad y la paz, en una palabra, la perfección espiritual. ¿Somos sus únicos hijos? No, porque lo creamos o no, lo entendamos o no, tampoco somos los únicos hijos, porque en la casa del Padre, existen muchas otras moradas. Y nuestro Divino Padre de ninguno se olvida. El es el Creador y por lo tanto está en todo y en todos.
En este tiempo pues, de grandes maravillas materiales y avances científicos, es muy extraño que el hombre conociendo tanto la naturaleza material, no sepa conocerse a sí mismo, y por lo tanto, no pueda aprovechar estas lecciones y viva sin saber quien es. Es necesario meditar en todo esto para volver nuestro entendimiento al origen de nuestra vida espiritual; pasada, presente y futura. Porque es mentira que el mundo se va a acabar, es mentira que el hombre no tenga un futuro de bien, y es mentira que si ha caído, no tenga la oportunidad de alcanzar la eternidad. Lo que si se va a acabar es nuestro materialismo, nuestro pecado. Nos dice nuestro Dios, acerca de este tema:
¿Qué sabéis de vuestro pasado y hasta donde se remonta vuestro origen? ¿Qué sabéis de dónde venís, por dónde habéis pasado y a dónde os dirigís? La intuición de ello la conserváis todos los hombres; en todos los pueblos de la Tierra presienten el misterio que encierra el pasado, presente y futuro de cada espíritu. Para los unos es teoría, para otros posibilidad, para otros fantasía, otros la niegan rotundamente. Sin embargo los encuentro pensativos en torno a esa verdad. La humanidad de este tiempo forja leyendas, fantasías y hasta las tribus más remotas, hasta los pueblos escondidos en las selvas, presienten el misterio de la reencarnación del espíritu. Es que la tierra está preparada, fecundada, es que el espíritu en sus evoluciones ha alcanzado a revelar a la materia parte de ese misterio, como vosotros lo llamáis.
Reencarnar: volver al mundo para nacer de nuevo; surgir el espíritu en un cuerpo humano. Esa es la verdad sobre la resurrección de la carne, de que os han hablado. La reencarnación es un Don que Dios ha concedido a vuestro espíritu para que no se limite a la pequeñez de la materia, a su efímera existencia en la Tierra, a sus naturales debilidades; sino que, procediendo el espíritu de una naturaleza superior, pueda tomar cuantas materias le sean necesarias.
Sin embargo, el mundo, al principio combatirá encarnizadamente esta revelación, dándole un cariz de doctrina extraña y falsa, para hacer desconfiar a los hombres de buena fe. Decidme: ¿Quién sois? ¿Qué sois? ¿Quién creéis ser? Acaso la materia que desciende al sepulcro o el espíritu que se eleva hacia la eternidad, hacia el infinito. ¿Quiénes fuisteis antes de esta vida, quiénes sois en la presente, y quiénes seréis en el futuro? Estos son los misterios que sólo al Juez Divino corresponde saber. Por ahora debe bastaros comprender que el verdadero significado de la ley de reencarnación que os revelo, es una suprema verdad.
"Este es el tiempo que vengo a deciros con toda claridad que la reencarnación del espíritu existe, que ella es desde el principio de la humanidad como luz de justicia y de amor Divinos.
Cuán importante es que esta humanidad llegue al conocimiento de lo que significa la restitución espiritual, para que así, pensando que el espíritu tiene un pasado que sólo Dios conoce, acepte con amor, paciencia, respeto y hasta alegría su cáliz de amargura, sabiendo que con ello está lavando manchas pasadas o presentes, está saldando deudas y está haciendo méritos ante la Ley. No habrá elevación en el dolor mientras no se sufra con amor, respeto a mi justicia y conformidad ante lo que cada quien se ha labrado para sí; mas esa elevación en medio de las pruebas, sólo el conocimiento sobre lo que es la Ley de la restitución espiritual, podrá dársela a los hombres.
Por eso es que instituí, como una de mis leyes de amor y de justicia, la reencarnación del espíritu, para concederle un camino más extenso, que le brinde todas las oportunidades necesarias para lograr su perfeccionamiento.
Si esta existencia fuera la única, en verdad os digo que ha mucho tiempo que habría apartado de ella el dolor, pues sería injusto que sólo hubieseis venido a este mundo a beber el cáliz de amargura; más los que hoy están sufriendo y llorando, es porque ayer se deleitaron con exceso; pero ese dolor les purificará y les hará dignos de elevarse para gozar en forma más pura en las moradas del Señor.
Nadie se revele ante la idea de tener que volver a este planeta en otro cuerpo, ni penséis en que la reencarnación es un castigo para el espíritu. Todos los espíritus destinados a morar en la Tierra han tenido que pasar por la Ley de la Reencarnación, para poder alcanzar su evolución y llevar a cabo la misión que les he confiado.
No sólo los espíritus de poca elevación tienen necesidad de volver a encarnar; también los espíritus elevados, vuelven una vez tras otra, hasta dejar concluida su obra. Elías, es el más grande de los profetas que ha venido a la Tierra y a pesar de las grandes obras que hizo y de las grandes pruebas que dio, hubo de volver a este mundo, en otro tiempo, en otra materia y con otro nombre. (para más información, leer en las Escrituras, la vida de Juan el Bautista, la transfiguración en el monte Tabor, entre otros hechos.)
En aquél tiempo dije a Nicodemo, quién me había buscado de buena fe para hablar conmigo: Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del espíritu, espíritu es. No os sorprendáis si os digo que es necesario nacer otra vez, ¿Quién comprendió aquellas palabras?
Yo os quise decir que una vida humana no es bastante para entender una sola de mis lecciones y que para que lleguéis a comprender el libro que esta vida encierra, os son necesarias muchas existencias. De ahí que la carne tenga que servir sólo de báculo al espíritu en su tránsito por la Tierra. (para mayor información, leer en las Escrituras, los pasajes relacionados a Nicodemo.
Yo os digo que nunca neguéis por el solo hecho de que no comprendáis, pensad que si sólo fuese verdad lo que vuestra pobre mente comprende, no existiría nada. ¿Habrá quién, después de escuchar o de leer este mensaje, lo rechace como lección inútil o falsa? Yo les digo que sólo aquél que llegare a encontrarse en un grado de materialismo extremo o de ciego fanatismo, podría rechazar esta luz sin que su espíritu se conmoviese. La ciencia, las religiones y los teólogos no podrán descubrir en este tiempo cómo obra mi justicia. Cada corazón humano es una prueba viviente de mi justicia y de mi sabiduría. A veces en el corazón de un miserable se oculta el espíritu del que en otro tiempo llevó corona sobre su cabeza, o en un presidiario se esconde el que en otra vida privó de su libertad a un pueblo.
Entre la humanidad se encuentran seres que en otro tiempo cruzaron el desierto en pos de una promesa divina; que oyeron la voz del Señor sobre un monte; también descubro a otros que vivieron en el tiempo de Jesús; vieron sus obras y escucharon su palabra, que me siguieron al desierto y comieron de los panes y de los peces que di a comer a la multitud cuando ascendieron a la montaña para oír aquella voz, y a los que anduvieron entre las turbas gritando el día de mi crucifixión. Los que ayer se mofaron de Jesús al verlo jadeante con la cruz a cuestas, son los que ahora han tomado mansamente su cruz para encumbrar la cuesta. Los que en aquel tiempo gritaron: ¡crucificadle! ahora se han consagrado a servirme y amarme.
La reencarnación es la oportunidad que Dios en su amorosa justicia, ofrece al espíritu, para que recobre su pureza y retorne al camino. Esa es la forma en que puede aprovechar la experiencia recogida en su peregrinaje.
¿Quién estará apenas en el primer peldaño? ¿Quién en las tinieblas del abismo? ¿Quién en los más elevados peldaños? Son secretos que sólo mi justicia conoce.
La escala que en sueños vio Jacob, hoy se levanta luminosa delante de cada espíritu, invitándole a ascender y a conocer los misterios que los hombres no han podido penetrar. ¿Sabéis qué significado encierra aquella escala que en sueños contempló Jacob? Esa escala representa la vida y la evolución de los espíritus. El cuerpo de Jacob dormía en el momento de la revelación; pero su espíritu se encontraba despierto. El se había elevado hacia su Padre, buscando como medio la oración y al penetrar su espíritu las regiones de la luz, alcanzó a recibir un mensaje celestial que quedaría como jun testamento de revelaciones y verdades espirituales para su pueblo, que es toda la humanidad, porque Israel no es nombre material sino espiritual.
Jacob veía que aquella escala estaba apoyada en la Tierra y que su cúspide tocaba el Cielo; esto indica el camino de elevación espiritual que empieza en la tierra a través de la carne y termina fundiendo su luz y su esencia con la de su Padre, fuera de toda influencia material. Vio el patriarca que por aquella escala subían y descendían ángeles, representando ello, el incesante encarnar y desencarnar, el continuo ir y venir de los espíritus en pos de luz, o también en misión de restituir y de purificarse para elevarse un poco más al retornar al mundo espiritual.
Es el camino de evolución espiritual que conduce al perfeccionamiento, por eso Jacob contempló en la cumbre de la escala la forma representativa de Jehová, indicando que Dios es la meta de vuestra perfección, de vuestras aspiraciones y el supremo galardón de infinitos goces, como compensación de arduas luchas, a los prolongados sufrimientos y a la perseverancia por llegar al seno del Padre.
Cuando os digo que "aquellos y vosotros sois los mismos", quiero haceros comprender que la evolución la vais logrando mediante las reencarnaciones de vuestro espíritu. Desde el instante en que la voz del Padre os dijo: "Creced y multiplicaos" hasta el presente, no se ha detenido un instante vuestra evolución, mas ¡cuán lentamente camináis!
Hoy en el tiempo de la restitución, devolved la paz a los que hayáis dado muerte en su fe, sanad a los que hayáis herido con vuestra palabra, pagad vuestras deudas, derramad en vuestros hermanos la caridad de vuestro amor y estaréis cumpliendo con mi Ley.
Fuente de Información: TERCER TESTAMENTO
www.eltercertestamento.org
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