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16 marzo, 2010
Libres de prejuicios
Hemos despertado y crecido suficiente como para dejarnos llevar. Para vivir en el ahora, sintiendo libremente desde la médula, saboreando la vida con lo dulce y amargo que nos brinda, Siendo con mayúscula.
Hemos tenido que rehacernos borrando patrones antiguos y caducos que nos limitaban, hemos pasado por locos y desajustados, mientras el cambio se ha gestado lentamente hasta alcanzarnos y reacomodarnos en una nueva Tierra.
Dejarnos llevar por emociones y sentimientos propios nos expande nos brinda vitalidad, porque cuando nos permitimos sentir soltamos el temor aprendido. Es entonces cuando comienza la verdadera vida, conectado a sentimientos y emociones reales, viviendo intensamente cada momento sin perder ni un instante.
Despierto, como nunca antes, nace "el verdadero ser humano" aquel que disfruta la vida que le fue dada, sin miedos, ni quejas, por el contrario agradecido de cada nuevo día en que puede hacer la diferencia.
El humano que esta atento a la vida y la crea paso a paso descubre verdades inherentes a toda la vida, con ello eleva su nivel de conciencia y ya no condena ni se auto-condena, no justifica ni se auto-justifica, ya no es víctima ni culpable, porque sabe que ha estado viviendo en un proceso evolutivo que lo ha hecho crecer a cada paso, aprendiendo de cada experiencia por dolorosa que fuese.
Asume su responsabilidad en cada circunstancia que vive, sabiendo que él mismo la crea para sí en cada elección tomada y la enfrenta potenciando su crecimiento progresivo.
Su vida puede ser dolorosa o divertida, depende de la manera en que reciba cada desafío, con fortaleza o con debilidad. Ya no sigue un patrón, es plenamente libre, se ha liberado de sistemas y prejuicios, en ello radica la verdadera libertad y la ha descubierto.
El pecado y el castigo quedan obsoletos, solo causa y efecto son la regla, cada cosa con lleva otra, cada siembra cosecha frutos, entonces solo hay que cuidar que la semilla sea buena, la tierra fértil y la estación correcta. Ya no hay cargas auto-impuestas, por el contrario solo experiencias vividas a conciencia.
Hemos estado sanando al ego (la personalidad) nuestro primer carcelero, y hemos podido vernos y sonreído con benevolencia.
No se trata de ser perfectos, más bien auténticos y reales. La auto-comprensió n desnuda al ego y ya no necesita creerse la gran cosa.
Eliminando la auto-importancia, que solo nos causa problemas, podemos tomar la vida con humor, receta que los propios médicos promueven al descubrir que la risa induce la buena salud.
Dejarnos llevar significa soltar las ataduras de los prejuicios y liberarnos al amor. Poco a poco el maestro interior enciende la luz para revelar la propia presencia, sin apegos, liberado de "los debería" comienza la relación con los demás desde el profundo Yo.
Por Marisol Stevens
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