Por Cecilia Campos
Cuando concluimos el año, siempre tenemos la tendencia a mirar hacia atrás para ver cómo nos fue. Es un proceso interesante porque nos indica cuanto avanzamos y nos marca las pautas para determinar lo que queremos vivir el próximo año, por lo tanto es importante darle su espacio y hacerlo muy concientemente.
Podemos ayudarnos con la agenda, ya que ella marcó nuestras citas y eventos y cada uno de ellos nos recordará lo que aprendimos, lo que no, nuestras alegrías y nuestras tristezas.
En cada alegría, podemos mentalmente darle las gracias a cada una de las personas involucradas y quizás a una especialmente y también podemos bendecir con amor y agradecimiento la situación completa y así la cerramos.
Cuando ubicamos algo aprendido a través de alguna persona ò situación, es importante reconocer el aprendizaje, reconocernos a nosotros mismos como buenos alumnos, felicitarnos y grabar muy bien ese aprendizaje en nuestro cómputo de “haberes”.
Cuando contactamos alguna tristeza, es importante reconocer y aceptar ese sentimiento en nosotros, tratar de comprender la situación y a las personas involucradas en esa tristeza. Si hace falta, escribirle una carta a alguna persona: hacerlo. Si hace falta escribir algo para drenar el dolor ò la rabia que podamos tener, es importante hacerlo, ya que mientras más cosas dejemos listas y las soltemos junto con el año que se va, entraremos en el nuevo, con ese espacio vacío y así lo nuevo podrá llenarlo con otras cosas.
Cuándo nos damos cuenta de en dónde nos equivocamos, es bueno preguntarnos ¿De qué otra manera podría haber manejado esa situación? Y ¿Cuál fue mi error?. Aquí también si hace falta, es conveniente escribirle una disculpa a las personas involucradas, asumiendo la responsabilidad por nuestro error y fijar muy bien en nuestra mente cómo hubiera podido resolver mejor esta situación.
Cada situación no resuelta que cargamos con nosotros hacia el nuevo año, constituye una carga sobre nuestras espaldas, que atraen nuestra atención hacia el pasado por “lo que me hicieron” ò “lo que hubiera podido hacer mejor”, frenando nuestro camino y atrapando nuestra atención en el pasado, lo cual impide que nos demos cuenta de las cosas nuevas y maravillosas que el nuevo año nos trae.
Y al final, también es bueno darle las gracias al Año viejo por todas las oportunidades de aprender cosas nuevas que nos trajo, por nuestras alegrías, por las personas que conocimos y nuevas experiencias y también por nuestras tristezas y equivocaciones, ya que ellas también nos hicieron crecer y reorientar nuestras vidas hacia otros rumbos.
Y PARA ABRIR EL NUEVO CICLO...
Cuando me voy de viaje, ya es una costumbre imaginarme el país adónde voy con los brazos abiertos dándome la bienvenida y bendecirlo de antemano con amor y agradecimiento por todas las cosas buenas que estaré recibiendo de él...
Cuando voy en tren por esos lugares de Dios, bendigo igualmente con amor y agradecimiento la alta calidad humana de todas las personas que consigo a lo largo de mi camino y de antemano les agradezco él darme lo mejor de sí mismas...
Y cuando voy a una reunión en donde no conozco a nadie, también bendigo con amor y agradecimiento por la alta calidad humana de todas las personas que voy a contactar, por la calidez y hospitalidad de la casa y también por darme lo mejor de sí mismas...
...Y a media que voy haciendo eso, mi cuerpo entero se llena de un sentimiento tan grande y maravilloso, que se me sale por los poros porque no me cabe de lo grande que es,...y es que cuando uno da de antemano lo que quiere recibir a tantas personas, el Universo lo multiplica por mil ò por mucho más y nos devuelve esa maravilla agigantada en bendiciones multicolores.
Amigos, el nuevo año es un viaje hacia lo desconocido, entonces podemos muy bien visualizar nuestro año 2007 con los brazos abiertos y un corazón grandote dándonos la bienvenida y bendecirlo desde ahora con amor y mucho agradecimiento, por todas las cosas buenas que nos estará dando a cada uno en su momento
¿Y quieren que les diga una cosa...?
¡FUNCIONA!!!
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Mercedes H. Navas
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