Dr. Paul Brunton
Los que buscan la Cura sólo con el fin de restablecerse para estilos de vida sensual y propósitos egoístas, pueden cometer más errores aun y, al final, quedar en peores condiciones.
EL ARTE DE CURAR necesita todas las contribuciones que pueda obtener, de todas las fuentes valiosas que pueda hallar. No puede realizar todas sus potencialidades a menos que acepte todas aquéllas: al homeópata junto con el alópata, al naturópata junto con el quiropráctico, al psiquiatra junto con el servidor espiritual. No las necesita a todas juntas al mismo tiempo, por supuesto, sino sólo como partes de sus recursos totales. Una actitud filosófica se niega a atarse exclusivamente a una sola forma de cura, cualquiera que ésta sea.
OTRA ACTITUD extremadamente fanática de la que debemos prevenirnos, es la creencia de que la curación mental desplaza a todos los demás sistemas y acciones para curar la enfermedad o mantener la salud; y que sus preceptos pueden desechar totalmente las ramas de la medicina y de la cirugía, de la higiene y del tratamiento físico. La salud y el equilibrio reclaman la aceptación, en su debido lugar, de cuanto la Naturaleza y el hombre puedan contribuir. Con estas advertencias preliminares nos aventuramos a predecir que cuando los principios y prácticas de curación mental mejoren - sea, se entiendan más racionalmente - conseguirán un lugar firme en la terapéutica, el cual tendrá que ser concedido - aunque sea a regañadientes - por los médicos más materialistas y escépticos.
EN DISTINTAS etapas de su vida en el cuerpo, se ejercen diversas influencias sobre el ser humano. Todos sabemos cómo el ambiente y la música contribuirán a crear diferentes estados de ánimo; sin embargo, con frecuencia, un factor que no se entiende o se descuida es la influencia del color. Este se halla siempre en lo que nos rodea, en una habitación, un departamento o una casa, en nuestras ropas y en nuestros muebles. Puede contribuir a la salud o quitarla; puede volver alegres o deprimentes a las emociones; puede vigorizar o desvitalizar el cuerpo; puede dar placer a los ojos o irritarlos. Por ejemplo, el rojo - que es el color del planeta Marte, y que en astrología se asocia con la guerra y la ira - puede ser estimulante y vitalizador si se halla en su forma pura y diáfana. Pero en sus indeseables matices más bien oscuros, estimula simplemente los deseos más bajos, y las sensaciones animales. Sin embargo, es un color cálido, y para quienes ya son ancianos y de circulación sanguínea deficiente, la presencia de un rojo puro en la decoración y el mobiliario les ayudará a conservar más el calor. El anaranjado brindará los beneficios del rojo, restando el aspecto negativo de éste. El amarillo es el color de la razón, y ayuda al hombre a elevarse sobre sus deseos más bajos. En su fase puramente dorada, como el color del sol, es el del logro espiritual, del maestro que logró dominio sobre sus emociones, sobre su cuerpo y sobre sus pasiones. El verde - que es el color de la Naturaleza - entraña sosiego, calma, gozo y salud. El azul puro de los cielos de Italia se asocia, astrológicamente, con el planeta Venus, que es el astro del arte, de la belleza y de la solidaridad que casi linda con el amor. En su forma purísima denota devoto amor y aspiración espiritual. Pero no basta conocer el significado de los colores; uno debe saber también otras dos cosas sobre ellos: la primera, cómo combinar distintos colores, y la segunda, cómo contrastarlos.
EN UNA AMPLIA DIVISIÓN GENERAL, la filosofía encuentra tres causas para la enfermedad: pensamiento incorrecto, modo de vida incorrecto y karma negativo . Sin embargo, debido al hecho de que el karma sólo nos trae de vuelta los resultados de los otros dos, podemos hasta limitar a éstas las causas de la enfermedad. Y aun más, como la conducta es en última instancia la expresión del pensamiento, finalmente podemos reducir las causas de una enfermedad a una sola, que es el pensamiento incorrecto. No obstante, esto es tratar el tema de forma definitiva, abstracta y metafísica. Es mejor, al ocuparnos de la enfermedad de manera práctica, mantener el triple análisis de las causas posibles. Por lo tanto, el tema no debe simplificarse demasiado, como ciertas escuelas de cura no ortodoxas lo hicieron, porque el pensamiento que produjo la enfermedad puede pertenecer al pasado remoto, a alguna reencarnación anterior, y no necesariamente a la actual, o puede pertenecer a los primeros años de la encarnación actual. En estos casos, existe el fruto de una siembra actual y conocida. Por lo tanto, tal vez no baste alterar el modo de pensar actual para asegurarnos la inmediata eliminación de la enfermedad. Si disparamos una bala en la dirección equivocada, una vez que salió del arma, no podemos controlar su curso. Sin embargo, podemos cambiar la dirección de un segundo disparo, si nos damos cuenta de nuestro error. Mientras tanto, podemos continuar nuestros esfuerzos para cambiar nuestro primer pensamiento, a fin de librarnos de pensamientos y sentimientos negativos y nocivos, mejorando de este modo nuestro carácter. Pues, si lo hacemos, el tipo de karma físico que se manifieste como la enfermedad que ellos crean, por lo menos no nos alcanzará en el futuro, aunque en el presente no podamos evitar heredarlo de nuestras vidas anteriores.
El estudio de este cuadro revelaría lo que realmente significa la enfermedad como un karma de pensamiento incorrecto, y porque muchas veces no puede ser curado sólo por un simple cambio del pensamiento actual. La prueba de esta afirmación está en el hecho de que algunas personas nacen con ciertas enfermedades o con predisposició n para ciertas dolencias, o sino las adquieren siendo bebés o niños, aun antes de haber tenido la mínima oportunidad de pensar incorrectamente y cuando todavía están en un estado de inocencia y pureza de pensamiento. No son los pensamientos incorrectos de esta encarnación, por lo tanto, los que pueden haber ocasionado esa enfermedad, en el caso de aquellas. Tampoco sería correcto sugerir que hayan heredado estas enfermedades, pues los padres pueden ser personas de pensamientos correctos y vidas elevadas. Cuando no creen que existan vidas sucesivas sobre la tierra, los estudiosos de la cura no ortodoxa se privan de una explicación más satisfactoria del problema de la enfermedad que la que ellos tienen. Dicen que fue causada por el pensamiento incorrecto, pero no pueden explicar cómo es que un bebé o un niño hayan estado pensando incorrectamente como para haber nacido con una enfermedad de la cual no son responsables, ni tampoco sus padres, como tampoco pueden explicar el hecho de haberla adquirido en edad tan prematura.
Del libro PERSPECTIVAS, de Paul Brunton, Editorial KIER
No hay comentarios.:
Publicar un comentario