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07 octubre, 2009

La siembra del Homo Sapiens


Extracto del Libro “!Basta de Secretos, Basta de Mentiras!” de Patricia Cori – Alto Concejo de Sirio

Queremos conducirlos a la visión investigadora de un punto del continuo espacio-tiempo que podemos decir que ocurrió, en términos de vuestro tiempo lineal, hace unos 100.000 años. Indica un punto muy significativo de los acontecimientos que se desarrollan en vuestro cuadrante galáctico cuando una interferencia de energías altamente destructivas condujo a que fuerzas de la luz de muchas dimensiones se implicaran directamente, algo justificable por servir como un "acto secuencial" (realizado como consecuencia de algo), más que como una intervención.

Llamadas de ayuda desde los ámbitos superiores se propagaron desde el universo material a través de las cuerdas del cosmos y nosotros simplemente no pudimos pasarlas por alto - aunque sabíamos que había algo mejor que hacer que intervenir directamente en los sucesos que tenían lugar en esas civilizaciones.

A medida que la llamada resonaba como las campanas de las iglesias a través de los cielos, fuerzas de la luz de dimensiones superiores, seres angélicos y las deidades celestiales se unieron para ayudar a sanar al espacio, irradiando oleadas de amor y de luz a los seres vivientes del ámbito físico y deseando que se restableciese el equilibrio. Muchos seres conscientes de la quinta y la sexta dimensión retrocedieron hasta volver a la materia, dando nacimiento a una nueva oleada de trabajadores de la luz que ayudarían a restaurar el equilibrio entre la oscuridad y la luz en el teatro de tercera dimensión. Lentamente, las energías cambiaron y el péndulo comenzó a regresar al centro.

Allí donde la luz brilló en la oscuridad, un renacimiento del espíritu, y la red de luz Gossamer volvió a lucir con la radiación. No obstante, la densidad de la materia parecía atraer al alma colectiva y no pasaría mucho tiempo antes de que las vibraciones inferiores arrojasen una vez más vuestro ámbito a una violenta discordia.

La lucha continúa eternamente, pues así es la naturaleza del universo. Cuanto más denso es el dominio de la existencia, mayor es la polaridad que empuja y atrae a la conciencia desde sus expresiones cristalinas de perfección cosmométrica a tales manifestaciones de discordia y perturbación, tal como os hayáis experimentando en tantos niveles de vuestra existencia terrestre. En la dualidad del universo material, este es un proceso necesario, y os recordamos que la disolución de la materia es tan bella como su creación, pues ambos aspectos son interdependientes.

A medida que los seres, los planetas, las estrellas y galaxias enteras ascienden por la espiral de la evolución, otros son recién nacidos en la materia, y con estos "recién nacidos" el proceso comienza otra vez. Esto es lo que mantiene al universo en equilibrio. Es la naturaleza de toda la existencia.

A pesar de las oleadas de seres de luz que habían retrocedido hasta la realidad física, nuestros mayores se dieron cuenta de que el equilibrio en vuestro universo se había perturbado completamente, que la luz se estaba apagando, y que eran muy pocos los trabajadores de la luz encarnados como para alterar de manera significativa el patrón vibratorio que se había formado en el espacio tridimensional y restablecer el equilibrio. Parecía que, sin intervención divina, el ámbito que conocéis como el universo se hundiría en la oscuridad abismal- y finalmente se extinguiría-.

Se formó un Concejo de ángeles guerreros, andromedanos, maestros ascendidos, seres de luz de la séptima, octava y novena dimensiones, mayores de Sirio y emisarios de la luz pleyadianos, para decidir el modo más efectivo de servir a la luz en esos ámbitos. Fueron prudentes, pues sabían que, al intervenir, alterarían el karma de civilizaciones enteras, atadas continuamente a la dinámica del espacio material. Juntos, dieron nacimiento a la idea de sembrar una súper-raza de seres de luz que servirían como monitores del universo material -los nuevos centinelas de la luz-. Ese, queridos amigos, fue vuestro destino.

Por toda la red Gossamer se propagó una llamada y pronto se corrió la voz por todo el universo de que tal experimento -el alumbramiento de una raza de seres físicos con cuerpos de luz capaz de anclar las frecuencias superiores - estaba en la etapa de planificación. El atrevido diseño nacido de su unión fue compartido con trabajadores de la luz de sus mundos tridimensionales en apuros y con los seres de luz de las dimensiones superiores. Moviéndose como de puntillas sobre las líneas fronterizas de la ley universal, el Consejo "conectó" con líderes de muchas civilizaciones remotas... para que se les unieran. Las respuestas fueron abrumadoramente (pero no completamente) a favor del proyecto Semilla Estelar.

La primera consideración fue la selección de un planeta hospitalario que pudiera ofrecer las condiciones más favorables en las que incubar una especie maestra de seres físicos con cuerpos de luz. Tenía que ser uno que pudiera permanecer aislado durante bastante tiempo para que la raza germinara de manera segura, cristalizara y encontrara el entorno perfecto en el que proliferar. Ahora bien, el planeta anfitrión tendría que ser accesible a la comunidad galáctica de mundos extraterrestres, que finalmente participarían en su desarrollo. Tenía que ser uno que ofreciera un entorno atmosférico y biológico ideal, pero que no hubiese desarrollado todavía una especie inteligente avanzada, pues eso alteraría el resultado... así como porque el experimento habría interferido el proceso evolutivo de cualquier civilización preexistente.

La tierra gritó, su wam (la "firma" musical del alma) impregnó todos los niveles de conciencia del cosmos. La música de la tierra sonó en los cielos, sin perturbación alguna, pues ninguna civilización indígena avanzada había arraigado jamás en su tierra virgen. No existía ni el zumbido ni la electricidad estática que ahora resuena desde Gaia. Sólo existían las armonías superiores de sus frecuencias migratorias resonantes y el latido seguro, constante, de su corazón.

Como chakra de la garganta de vuestro sistema solar, fue reconocida como el centro de comunicación perfecto del cuadrante de vuestro universo material, mediante una inteligencia que está mucho más allá de vuestro mundo, por aquellos que contemplaban desde la distancia el planeta verde-azul y vieron que el vuestro era, ciertamente, un jardín del edén.

La tierra era un territorio inexplorado, un planeta remoto preparado en todos los sentidos posibles para recibir el disparo evolutivo que la catapultaría hacia arriba por la espiral. En investigaciones posteriores realizadas por el Concejo, sus miembros observaron que, a pesar de su multiforme fauna, su flora exuberante y la abundancia de sus minerales, el tercer planeta a partir del ardiente núcleo de Ra parecía estar progresando muy poco hacia el desarrollo de una especie inteligente. Pues, durante 1 millón de años, el "hombre-mono" homo erectus seguía caminando por la tierra, sin evolucionar más allá de un estado relativamente salvaje, en una existencia de mera supervivencia.

Se consideró que la tierra era el hábitat perfecto en el que dar a luz a la raza dorada.

Fue "un matrimonio acordado en los cielos".

Se llevaron a cabo intensos estudios del medio ambiente de la tierra -las plantas distintivas y los reinos animales- y se realizaron investigaciones sobre cómo se produjo la bio-diversidad como reflejo de las distintas variables geofísica y climáticas. Se comprendió que tal diversidad ofrecería condiciones ideales para la siembra de especies extraterrestres, en la medida en que sus entornos originales pudieran replicarse en los ecosistemas de la tierra. Y ¡oh las aguas abundantes! Ningún otro planeta ofrecía tal abundancia del elemento portador de vida (el recurso esencial para la vida a través del universo).

Los ingenieros del gran experimento sabían que si tenía que evitarse el debilitamiento del banco genético de la especie, tendría que introducirse en el ADN matriz un equilibrio de diversos códigos genéticos, para que tal cruce fortaleciese la raza, más que debilitarla, como sucede a menudo en otros mundos y en especies aisladas. La tierra ofrecía la diversidad ecológica de los recursos necesarios para introducir con éxito los diferentes códigos genéticos y garantizar su incubación.

Estos son los verdaderos orígenes de las cuatro razas originales de la tierra... tan únicas en su estructura, al mismo tiempo que con una naturaleza y un propósito "galáctico" común.

Resulta difícil de explicar, en vuestras teorías arqueológicas y en vuestras teorías evolucionistas del eslabón perdido, la aparición aislada en vuestro planeta de cuatro razas simientes distintas y seguido podemos deciros que éstos son los arquetipos de las razas originales, cuyo material genético fundamental formaba la "sustancia" primordial de vuestra raza, mientras que los patrones migratorios y la secuenciación de los seres tridimensionales (los de los ámbitos superiores) se tejieron en los complejos códigos de luz de vuestro increíble ADN de 12 hélices o hebras.

El material genético de estas cuatro razas primigenias estaba unido en el programa de la especie del homo sapiens. Al combinar el ADN de las cuatro razas en una matriz, los maestros-genetistas variaron las hebras para que el material genético predominante que resultaba de una frecuencia planetaria o estelar fuese sembrado en esos climas específicos de GAIA que más se parecían a los del entorno original, convencidos de que facilitarían así el desarrollo del prototipo. Esto, insistimos, tenía como objetivo fortalecer vuestro banco genético, ya que el entrecruzamiento eventual del homo sapiens aseguraría, de este modo, vuestra supervivencia.

Se identificó el clima y los recursos disponibles que mejor reproducían las condiciones de los planetas de origen genético y seguido la unión del ADN y la mezcla del material genético estuvieron determinadas, en parte, por la existencia de estos entornos bio-receptivos, en los que se plantearía la semilla de vuestros antepasados.

Igual que vosotros, en vuestra selección de jardinería de árboles, plantas alimenticias y flores, tenéis gran cuidado en calibrar la luz perfecta, el suelo y la humedad para facilitar lo más posible la fortaleza de la planta y el rápido crecimiento en su nuevo mundo, así también los maestros-genetistas implicados en la siembra se entregaron al máximo en la selección de los entornos de la tierra.

Esta es una explicación extremadamente simplista de cómo el hombre moderno se desarrolló en vuestro planeta, no sólo como una especie completamente distinta de los animales y el "hombre-mono" , sino también como una especie con características raciales distintas. Pero puede ayudarnos a imaginar cómo esas distintas razas surgieron en diferentes puntos del globo, mucho más allá del tiempo en que vuestros registros escritos intentaron dar cuenta de la increíble diversidad de vuestra especie. Puede ayudarnos a comprender por qué el modelo darwiniano fracasa tan estrepitosamente a la hora de describir los verdaderos orígenes de la evolución humana, modelo que nunca descubrirá el "eslabón perdido"... igual que nunca reconocerá al primer homo sapiens como los perfectos cristales de cuarzo de mundos y dimensiones remotas.

La formulación del código genético original supuso un esfuerzo colectivo de esas razas donantes, y seres de luz de muchos ámbitos participaron en el proceso. La familia de luz infundió el resplandor en la matriz, mientras que los maestros genetistas os conectaron a la tierra con material genético de los seres indígenas (homo erectus), galvanizando el experimento con amor y con la intención de que el propósito supremo fuese servido.

Las razas primigenias seleccionadas se consideraron prototípicas de los elementos de la tierra y resonaban con los cuatro colores primarios: negro, rojo, blanco y amarillo. A partir de estos se mezclaría nuevos colores y posteriormente emergerían nuevas características raciales. Este era el diseño original para vuestra estructura física, emocional y mental.

Era la paleta de colores del artista.

Existe un planeta en un punto lejano de vuestra galaxia conocido como Engan, cuyos campos gravitacionales y condiciones atmosféricas son, en muchos aspectos, similares a los de las regiones desérticas de la tierra. Planeta caliente y seco, sus limitadas zonas acuáticas y sus escasas lluvias son valoradas como recursos fundamentales, mientras que el oro abundante y los preciosos filones de minerales no tienen importancia para su población. Mucho más antiguo que Gaia, Engan ha visto el nacimiento y el renacimiento de incontables civilizaciones, la última de las cuales comenzó a morir más o menos en el momento del proyecto semilla estelar, cuando la retirada de los océanos del planeta, a causa de la destrucción de la atmósfera, causó una situación de sequía tan grande que alcanzó proporciones insostenibles. Lo que vino a continuación, naturalmente, fueron muertes masivas que redujeron la población hasta casi la extinción.

A petición de sus ancianos, los enganos fueron los primeros en acceder a participar en el gran experimento, pues sabían que, al hacerlo, su simiente seguiría viviendo, en una utopía donde el agua abundaba. El material genético de los enganos, seres de fuerza física, fuerza vital y sexualidad superior, se añadió al banco genético y el suyo sería el material genético primordial, dominante, del ADN humano.

Conocéis esto como la raza negroide; podéis asociar los enganos al color negro. El prototipo de dominancia engana del homo sapiens se depositó en los climas más calurosos de los diversos ecosistemas de la tierra, aquellos que se parecían más a su planeta árido, caliente, como el continente de África y los países de la costa panasiática, incluyendo a Australia y las islas de la región.

La segunda raza original –la Atl- era una civilización altamente evolucionada del sistema estelar de las pléyades, una constelación de estrellas situada en el epicentro de vuestra galaxia. Conocéis a sus descendientes como "piel rojas". Se unieron a la siembra de vuestro gran planeta para ofrecer el don de amor incondicional a la matriz humana. Su participación en el gran experimento aseguró que el corazón sagrado se anclase en vosotros; estableció vuestra increíble capacidad de compasión hacia toda vida y vuestra habilidad para intercambiar esa energía con todos los seres vivientes de la creación.

Se sembraron en esas tierras que se desarrollaron en el continente perdido de la Atlántida, allí donde poderosas cumbres y montañas definen el horizonte. Sus descendientes modernos pueden hallarse todavía en las tierras cubiertas de nieve y los altiplanos de la tierra: en los Himalayas tibetanos, Los Andes, las montañas rocosas... y son los esquimales, los tibetanos, los peruanos, los mayas y los nativos de las Américas.

La tercera raza original, que identificaríais en las poblaciones asiáticas (la raza amarilla), tiene sus raíces a gran distancia de vuestro sistema solar, en un planeta mucho más allá de donde llega la percepción habitual de la nasa y lejos del alcance de sus telescopios. Remoto y aislado, su anciano planeta de origen se hallaba, en muchos sentidos, en una crisis similar a la de vuestro mundo contemporáneo.

Condiciones de grave superpoblació n y la deificación de sus sofisticados recursos tecnológicos, había llevado la civilización a su punto final, en el que se hallaban simplemente autodestruyéndose. En tanto que unidad inconsciente de seres vivientes, habían entregado su poder a la tecnología a tal punto que habían llegado a ese abismo evolutivo hacia el que ahora se está deslizando la raza humana -un mundo de robots cada vez más poderosos y cuyo espíritu declina-. Habían estado intentando integrarse en otros mundos (huir de sí mismos, en cierto sentido), cuando sus redes de comunicación inter galáctica captaron la llamada para el proyecto semilla estelar.

Eran maestros de la comunicación basada en la lógica y maestros de la tecnología, verdaderos arquetipos del hemisferio cerebral izquierdo. Fueron sembrados en las áreas geográficas en las que la tierra ofrecía entornos cálidos que mantienen relativamente constante la humedad y altas temperaturas, pues ese es el ecosistema que mejor reproduce los elementos geofísicos de su planeta natal.

La raza aria -que identificáis como la raza blanca que puebla vuestro mundo- tenía sus raíces en la constelación de Orión. Era una civilización tecnológicamente avanzada, que había vencido los obstáculos del viaje intergaláctico y había viajado lejos, viendo cada vez más lejos, queriendo comprender la vastedad de toda la existencia. Eran exploradores decididos, a quienes su naturaleza emprendedora había conducido siempre a nuevas orillas -curiosos visionarios del mundo que tenían todavía que conocer... y que conquistar.

Ellos aportaron a vuestra constitución una voluntad primordial y el deseo de destacar y dominar como especie. Es la parte de vosotros que está siempre buscando, que rechaza la limitación y que se crece en los retos.

Su planeta, el quinto a partir de su estrella central, era relativamente frío y su sol era más frío que el vuestro, y el suyo era, en un sentido estrictamente físico, el material genético más delicado que se iba a introducir en la matriz. Su piel era totalmente blanca, carente de pigmentación y requerían una protección casi total de la intensa radiación de Ra.

El prototipo de homo sapiens con dominancia aria necesitaba los entornos más fríos, más oscuros que vuestro planeta podía ofrecer, pues de otro modo nunca hubiera podido sobrevivir a la fase inicial de la siembra. Fueron alimentados en las tierras templadas entre los polos del planeta, donde rayos oblicuos reproducían del mejor modo posible los de su propio sol, y donde su extremo aislamiento geográfico ofrecería los retos que precisaban para sobrevivir.

Esta era la ecuación original -los cuatro elementos primarios de vuestra constitución galáctica-. Los enganos (tierra), maestros del ámbito físico, os dieron vuestra fuerza y vuestra resistencia física, vuestra fuerza procreadora y vuestro instinto de supervivencia. Los atl (agua) realzaron vuestra capacidad de amor y de sentidos afines a todos los seres vivos que nos rodea. Los asiáticos (aire) os otorgaron vuestra enorme habilidad para razonar y os comunicaron su intelecto superior, y la conciencia aria (fuego) aportó a la siembra la voluntad primordial y el empuje para lograr cosas y a rebelarse ante las adversidades.

El quinto elemento, la conexión anímica planetaria, se halló en el ADN del homo erectus, el primate más destacado de la tierra. Éste ofreció la forma y la estructura primordial del homo sapiens, al mismo tiempo que os enraizaba para siempre en la esencia anímica de Gaia.

Tened cuidado con no aplicar vuestros prejuicios habituales a estos prototipos. Ninguna es superior a la otra, pues soís, en casi todos los sentidos, uno y el mismo. Dentro de todos y cada uno de vosotros se halla el material genético de las cuatro razas extraterrestres (en medidas sutilmente distintas) perseguido dentro de todos vosotros, igualmente, está conectado el ADN de los seres de luz de dimensiones superiores y el de las criaturas indígenas que caminaron a dos pies desde el momento del primer amanecer, mucho antes de que el homo sapiens naciera en el planeta tierra.

Viendo esto desde una perspectiva siriana de proporciones cosmométricas, reconoceríaís que los maestros-genetistas implicados en vuestra siembra se preocuparon mucho de cumplir con las direcciones sagradas. Las cuatro direcciones principales (este, oeste, norte, sur) están representadas en las cuatro razas principales; el arriba en los códigos de luz de los ámbitos superiores, y el abajo en el hombre-mono que evolucionaba lentamente -enraizándoos al planeta tierra. Estos elementos de diseño cósmico se unieron cuidadosamente, dando origen a la séptima dirección, el adentro de vuestro ser -asiento de vuestra alma-.

Hemos indicado, sólo brevemente, como los cuatro elementos de la tierra, aspectos quintaesenciales de vuestra existencia en el planeta, se hallan tipificados en las cuatro razas raíces. Estos constructores multidimensionales han de mantenerse en el recuerdo a medida que avanzamos, pues estamos profundizando en las raíces de vuestra conciencia y podéis oír el sonido de vuestro ego (esa parte de vosotros que ha sido entrenada y programada para ver al otro como diferente de vosotros) sonando resistente a la realidad de vuestra constitución multiracial, multidimensional y extraterrestre. .

Estáis comenzando a recordar cómo la conciencia de vuestra raza está arraigada en las estrellas y que vuestro programa genético incluye el ADN de muchas razas se trata de un recuerdo ancestral, enterrado en las profundidades de vuestro subconsciente. .. mucho más profundamente de lo que vuestras mentes lógicas han estado preparadas para hurgar hasta ahora. Esa es la razón por la que la mayor parte de la raza humana sigue juzgando negativamente a aquellos que son de otro "color". Atrapados en la polaridad extrema de los campos de la tierra, la mayoría de vuestra raza todavía ve la diferencia antes que la similitud (el mutuo desarrollo y los dones que se manifiestan a través de la coexistencia pacífica y el entrecruzamiento) . De hecho, debéis recordar que, si no fuese por esa diversidad genética, la raza humana simplemente no habría sobrevivido del mismo modo que poblaciones enteras de flora y fauna se han extinguido en otros entornos planetarios genéticamente aislados.

La lección de vuestra interdependencia racial debería enseñarse en vuestras escuelas y comentarse en los espacios públicos, allí donde las semillas de la tensión racial germinan y con frecuencia se convierten en conflicto y hacen estragos entre vuestra juventud. La ironía de vuestra resistencia racial es que vuestras aparentes diferencias son en realidad vuestra fuerza, así como que constituyen vuestra igualdad. Vuestra diversidad racial es tan necesaria para vuestra supervivencia como el aire que respiraís y el agua que bebéis. El material genético introducido en vuestro diseño fue elegido para combinar las virtudes de algunas de las civilizaciones más avanzadas del universo en vuestra constitución, al mismo tiempo que se aseguraba la supervivencia de vuestra especie.

Aún a riesgo de ser redundantes, volveremos a formular un hecho simple. Aquellos de vosotros que todavía albergaís sentimientos de superioridad racial sobre otros, deberíais recordar que sin los más oscuros, más claros o diferentes, muy probablemente no habríais llegado al siglo XXI en el planeta tierra.

Comprendiendo vuestras verdaderas raíces -vuestra unidad- redescubriréis la absoluta belleza del otro y aprenderéis a amarla y como parte de vosotros mismos.

Entonces reconoceréis el corazón en expansión de la humanidad.

Entonces entenderéis el significado y el valor del Uno.

Saqueando el nido

Cuando las fuerzas de la luz del Concsejo anidaron cuidadosamente al homo sapiens en el calor de los campos nutricios de Gaia, fuerzas polares se introdujeron en la órbita de la tierra para "robar la cuna" de vuestra incubación en lo que creían ser su terreno… y sólo suyo.

Tenemos que retroceder en la historia e intentar describir brevemente los acontecimientos celestes que estaban esculpiendo las formas de la realidad terrestre en el momento del nacimiento de vuestra raza.

Como hemos explicado ya en el material referente a la Atlántida, el planeta excéntrico, Nibiru, pasó a toda velocidad por vuestro sistema solar hace unos 450,000 años, a continuación de su expulsión de sirio B -la deidad solar ascendente de nuestro triple sistema solar. La mecánica celeste creó un dinamismo por el cual Nibiru seguiría entrando una y otra vez en el cuerpo de vuestro sistema a intervalos aproximadamente de unos 3.600 años y luego regresaría a los campos exteriores de Sirio, de donde revotaría de nuevo... en un circuito sin fin entre los dos sistemas estelares.

Los annunaki (regentes de Nibiru), entraron en contacto con la tierra por primera vez en ese momento y, como muchos otros que han descubierto nuevos mundos, celebraron una nueva tierra -una tierra que creyeron les conduciría a su salvación. Tenéis que entender esto acerca de los annunaki y su posterior intervención en el proyecto siembra estelar: ellos, residentes de un planeta perdido (en cierto sentido) en el espacio, vieron la tierra, entorno biológicamente atractivo, como una posible solución a su inevitable extinción.

Su manera de enfocar la conquista de la tierra, no era muy diferente de la de los planes habituales de vuestro gobierno secreto para invadir otros reinos en el espacio, pues vuestros actuales regentes (descendientes de los annunaki) no son menos arrogantes que sus grandes antepasados en su creencia de que los otros mundos están ahí para la caza y la captura.

Ciertamente, es la historia que se repite.

Al igual que vuestras misiones de exploración espacial habituales, los primeros equipos annunaki que aterrizaron estaban interesados al comienzo en la minería de la tierra, por su abundancia de minerales productores de energía y minas de hierro y cobre (recursos que serían fundamentales para su supervivencia en el espacio oscuro entre Sirio y Ra). Sólo posteriormente, cuando comprendieron que su planeta natal, Nibiru, estaba condenado a extinguirse, desarrollaron un plan para evacuar a sus líderes y a la élite familiar y lentamente reconstruir su civilización en el suelo de Gaia..

Esto lo contamos con mayor detalle en el segundo libro de la trilogía, Vuelve la Atlántida. Allí hemos descrito los acontecimientos celestes que condujeron por primera vez a Nibiru a vuestro sistema solar. Permitir que reproduzcamos aquí esta información para vosotros y que así podáis comprender más claramente cómo entraron en vuestra realidad y se entrelazaron con vuestra evolución humana:

Cuando Nibiru se acercó lo suficiente para realizar un sondeo a gran escala del planeta, los annunaki montaron en sus "grandes naves" y se acercaron para mirar más de cerca, sorprendiéndose de encontrar un planeta remoto y subdesarrollado, lleno de especies vegetales y animales, pero sin signos visibles de una civilización inteligente.

Esto, para seres de un sistema estelar mucho más antiguo, como Sirio, fue un descubrimiento revolucionario. Sabiendo que el universo rebosa vida inteligente, para ellos era novedoso que un planeta con tantos y tan ricos recursos aún no estuviera cultivado por una especie inteligente superior a los animales que encontraron durante sus primeras misiones exploratorias.

Dejaron el planeta tierra a su proceso evolutivo natural con la esperanza de ver grandes saltos en su progreso cada vez que volvieran a vuestro sistema solar, porque sabían que algún día necesitarían formas de vida inteligentes que produjeran energía para ellos. Para los annunaki, la tierra era ahora su parcela privada, y tenían intención de explotar su propiedad, supervisando su progreso de vez en cuando, proceso que era facilitado por su nuevo recorrido por el universo tridimensional.

Con cada entrada cíclica en el cuerpo de Ra, los nibiruanos descubrieron más cosas sobre los planetas que acompañaban a la tierra en su órbita alrededor del sol. Como en el caso de Marte, investigaron y colonizaron otros cuerpos celestes del sistema solar, pero vosotros erais siempre la diana y el punto de enfoque de su interés, porque la tierra era el planeta más apetecible. Observaron el cambiante rostro de Gaia, y estudiaron la flora y la fauna de sus vastas tierras vírgenes. Como científicos curiosos, intervinieron ocasionalmente en el proceso de la tierra con tecnologías que pertenecían a vuestro futuro, alterando el progreso general de las formas de vida que abundaban en esa etapa para que encajan con sus necesidades futuras.

En un momento muy posterior, en uno de sus numerosos retornos a los lejanos confines de nuestro cuerpo estelar, oyeron hablar del Gran Experimento que se estaba planeando para Gaia y se indignaron. Creyeron que estábamos inmiscuyéndonos en sus dominios, porque observaban y esperaban que la tierra alcanzara el punto en el que ellos podían cosechar sus recursos, y tenían sus propias ideas respecto a cómo intervenir genéticamente en vuestro planeta.

Planeaban mezclar su propia semilla con la del primate Homo Erectus para crear una fuerza bruta inteligente capaz de trabajar las minas de la tierra para ellos.

Sus primeros experimentos habían sido prometedores.

Cuando sus centinelas tuvieron noticia de que el nuevo homo sapiens, la super-raza de seres de luz, había sido sembrado con éxito, decidieron que el único modo que tenían de mantener el control de su propiedad era sabotear la nueva raza humana, para retirar nuestra atención del planeta tierra para siempre.

Es posible que os sorprenda oír que las primeras abducciones por parte de extraterrestres ocurrieron hace 100,000 años, cuando los equipos de los annunaki descendieron sobre la tierra y retocaron vuestro ADN, desactivando 10 de las 12 hebras que formaban parte de vuestra constitución original: vuestro código de luz.

Se os despojó de vuestro inmenso potencial, se os dejo en los puros huesos requeridos para vuestra supervivencia como raza y para ser los futuros súbditos del gobierno de los annunaki. Sus intenciones para vuestro planeta simplemente no permitían que una super-raza de seres multidimensionales alterara sus planes de una definitiva conquista del planeta.

Obviamente, ellos sabían que quienes os habían dado a luz estaban, en cierto sentido, prestando atención a vuestra incubación en el cálido nido de la luz de Gaia. En aquellos pacíficos días de vuestro emerger como Homo sapiens, los seres de luz del universo estaban enfocados en vosotros, celebrando vuestro futuro como nuevos cuidadores del sistema solar donde recibís, porque vuestro destino era alcanzar la grandeza tanto dentro de vuestro reino como más allá de sus límites.

Ellos, los annunaki, sabían que responderíamos a su acto invasor -el sabotaje del Gran Experimento- , pero estaban en posición de actuar rápidamente. Cuando los bio-manipuladores genéticos completaron su misión, sus ingenieros lanzaron una rejilla alrededor del planeta, un inmenso campo de fuerza que creó unas ondas tan disonantes que, de hecho, descubrimos que éramos incapaces de conseguir sintonizar con vosotros. Aunque con el tiempo hemos podido ajustar nuestra frecuencia para atravesar su campo debilitado y llegar a un creciente número de vosotros, la trama sigue rodeando vuestro mundo y aún continúa perjudicándoos. Ha causado una gran alteración de la tierra, al tiempo que os ha alterado a muchos niveles... particularmente allí, donde actúa con los propios vórtices electromagnéticos de Gaia.

¿Verdaderamente podéis concebirlo: un universo multidimensional de fuerzas oscuras y fuerzas luminosas, en el que seres galácticos de toda forma y vibración han establecido, en realidad, el curso del destino humano?.

Os estamos diciendo que la historia de vuestro propio nacimiento es, de manera significativa, un reflejo de numerosas civilizaciones "extraterrestres" . De éstas hay muchos matices de realidad y muchos matices de ser. Por todas partes hay opuestos polares (disminuyendo a medida que se asciende la espiral de retorno a la Divinidad); almas en transición -almas en transformació n-; el nacimiento de naciones extraterrestres; la muerte de otras.

Estáis alcanzando el punto en el que os hacéis conscientes de donde venís y eso, queridos amigos, constituye una clave importante para comprender hacia dónde os encamináis, pues el viaje no va muy bien dirigido, ni refleja vuestra comprensión de ese aspecto ubicuo y omnipresente de vuestra limitación en tercera dimensión: el tiempo. Es cuestión de progreso: de la oscuridad a la luz, de la materia a la luz, del cristal de cuarzo a la luz... todavía más luz, hasta el extático retorno, cuando toda conciencia finalmente vuelve a fundirse en la Fuente.

Esta es la verdad absoluta de la Creación, de toda existencia y de la naturaleza misma de la vida en cada forma, en cada coyuntura del universo: El Todo Lo Que Es, Que Siempre Fue y Siempre Será.

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