En China ya han rodado cabezas por la falta de cuidado del medio ambiente. Los que aspiran a ascender deben incorporar a sus currículum cómo ayudan a mejorar el entorno
China se robó la película con los anuncios sobre sus planes de reducción en el empleo de combustibles fósiles. El Presidente Hu Jintao dijo que su país se compromete a generar 15% de energía de fuentes renovables. También prometió que los planes de reforestación alcanzarán a una superficie equivalente a la de Noruega.
Ambas metas serán cumplidas para 2020.
En la actualidad el mayor contaminador es Estados Unidos, con cerca de un cuarto de todos los gases de efecto invernadero lanzados a la atmósfera. Lo sigue China, con algo más de 20%; el tercer lugar es para la Unión Europea, con 14%; y bastante más atrás Rusia e India, con 5% cada una. Estas naciones son responsables de 70% de los gases que amenazan la faz del planeta.
El desafío para China es complejo. El país obtiene 80% de su energía a partir del carbón. Hasta hace poco se decía que en China se inauguraba cada semana una planta termoeléctrica alimentada con carbón. Ése ya no es el caso, puesto que se detuvo la construcción de pequeñas y medianas centrales, de hasta 300 megavatios, que eran más contaminantes.
China, junto con Alemania, está a la vanguardia en los sistemas de captura del CO2 emitido. En ambos países se experimenta con sumideros para enterrar el carbono captado por filtros.
En cuanto a las nuevas tecnologías, también llamadas no convencionales, que permiten el empleo de fuentes renovables, China ha logrado desarrollos notables. El país es el cuarto en el mundo en la producción de energía eólica y ha conseguido una gran eficacia en la producción de aerogeneradores.
Dispone de una capacidad instalada que produce tanta electricidad como toda la generada en Chile. En lo que toca a paneles solares destinados a calentar agua, China es el mayor fabricante y consumidor del mundo.
En la conferencia realizada esta semana en la sede de Naciones Unidas, Hu declaró que China actuaba “por un sentido de responsabilidad con su propio pueblo y los pueblos de todo el mundo, China entiende la importancia y la urgencia de enfrentar el cambio climático”. Una nación con 1.300 millones de habitantes, que depende de sus cosechas para sobrevivir, sabe bien cuál es la magnitud de la amenaza del calentamiento global. El progresivo derretimiento de los glaciares del Himalaya podría dejar a unos 400 millones de chinos con severa escasez de agua.
Las palabras de Hu fueron acogidas con beneplácito en Occidente. Estados Unidos reaccionó con cautela, porque Beijing no fijó metas precisas. Tampoco Washington se ha comprometido con objetivos verificables.
Por el momento, los grandes estados mantienen sus cartas tapadas, a la espera de la gran conferencia que tendrá lugar en Copenhague en diciembre. Todos coinciden en que es urgente hacer algo, pero también saben que es caro y, como es la norma, cada cual trata de no terminar pagando más que otros.
En lo que toca a la situación interna en China, ya han rodado cabezas de autoridades por la falta de cuidado del medio ambiente. En estos días los que aspiran a ascender en la jerarquía comunista china deben incorporar a los currículos cómo contribuyen a mejorar el entorno. Una práctica que merece ser emulada.
Kristen Neiling
Dirección y Producción
Agencia CPl.News ®
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