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11 julio, 2009

Tú creas tu propia realidad

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Tú creas tu propia realidad y lo que piensas, es lo que eres. Estas afirmaciones las encontramos desde hace siglos en distintos idiomas y culturas. Creo en ellas y lo he vivido. Tienen toda una fundamentación que ocuparía muchas páginas. Bien, funcionan. Sin embargo, he aprendido ya hace mucho tiempo que no es tan simple aplicarlas para cambiar la vida. Hay otros pasos que realizar y que cuestan algún esfuerzo.

Podemos escoger estar felices o estar tristes en algún momento dado, aunque esta opción generalmente es inconsciente en la mayoría de las personas. En general, se tiende a permitir que las circunstancias y el pasado condicionen los comportamientos. Y al no tener control sobre esta situación, el pasado se repite, no es posible liberarse de él y no permite construir un nuevo futuro.

Cuando piensa actuar de determinada manera, usualmente es porque considera que “debe” comportarse así, porque es “bueno” ese modo de ser o porque “siempre se ha hecho así”. Como no es un comportamiento realmente consciente, es muy vulnerable a las condiciones. Es fácil tener serenidad, paz y sonreír en un templo o una iglesia, por ejemplo. Las circunstancias favorecen ese estado. Sin embargo, es posible que a pocos minutos que llegue a casa, ese estado haya cambiado incluso en una polaridad opuesta. O también habrá experimentado que es fácil amar a una persona con quien siente simpatía y con quien comparte ideas y opiniones; sin embargo, no le es fácil sentir amor por alguien a quien no comprende y que tiene ideas muy distintas a las suyas.

Es fácil caer en suposiciones e interpretaciones sobre los otros. Es cómodo no escucharles ni esforzarse por conocerlos más profundamente. Es una manera fácil de alimentar al ego con ideas de superioridad. Esta actitud es un venero de pensamientos equivocados y perturbadores para su mente.

La mente es análoga al cuerpo físico: busca siempre donde alimentarse. El cuerpo físico buscará comer si tiene hambre. Se le puede “nutrir” con alimentos que se encuentran fácilmente en restaurantes de comida rápida. No es comida saludable, pero sabe agradable y una persona puede morir prematuramente si no reacciona a tiempo para reconocer la comida apropiada para ella. La mente también busca con qué nutrirse y si tiene “hambre” buscará lo primero que encuentra: pensamientos perturbadores (enfermedades, crisis, desempleo…), pensamientos negativos (rabia, rencores, crítica,…). Es el alimento mental que más abunda en la sociedad actual, de modo que es fácil encontrarlo.

Si no está atento a esta actividad mental, estos pensamientos y estos comportamientos pasan a ser automáticos, dejan el control consciente (si es que alguna vez lo tuvo) para ser incorporados al subconsciente. (*)

Pasan a ser pensamientos predominantes y dirigen el modo de ser y de actuar. Los pensamientos van unidos con sentimientos y emociones relacionados con ellos. Por eso, entre otras razones, cada persona es lo que piensa. Lo que no se explica siempre es que los pensamientos predominantes están en el subconsciente, no en el consciente, en el darse cuenta.

Usted puede leer un texto interesante que le explica que si cambia a pensamientos positivos y sentimientos de amor, cambiará su realidad favorablemente. Y muchas veces le resulta: siempre y cuando esté tranquilo y relajado pensando en ello y las circunstancias le sean favorables. En todo el resto del tiempo, sigue un proceso automático desde el subconsciente con ideas generalmente perturbadoras que se incorporaron allí hace muchos años, quizás desde su infancia.

Así su realidad ha sido contaminada por esos malos alimentos mentales, y usted lo toma como verdadero y quizá, como que así tiene que ser.

Es absurdo pretender sabiduría siguiendo otra frase que abunda mucho más que las anteriores: “No necesitas a nadie, sigue a tu maestro interno”. Ese “maestro” interno proviene del subconsciente, pleno de ideas equivocadas y perjudiciales. Nada bueno puede inspirarle dejarse llevar solamente por su ser interno.

Primero hay que hacer una limpieza del fondo mental. Conviene identificar las ideas y pensamientos perturbadores que contienen, descubrir las opiniones arcaicas, observar los “principios” y normas sin fundamentos y los sentimientos dañinos. A medida que se van reconociendo, se podrán ir anulando o debilitando.

Al mismo tiempo, hay que esforzarse por crear nuevos hábitos de pensamiento y nuevos diálogos internos. No deje que su mente se alimente sola e incorpore lo primero que encuentre. Diríjale pensamientos positivos, optimistas, constructivos, esperanzadores y estimulantes. Identifique las ideas negativas y perturbadoras de las personas que le rodean. No las critique, solamente identifique esos pensamientos y no permita que se incorporen a su mente, reemplazándolos por ideas positivas y constructivas.

Así comenzará verdaderamente a cambiar su realidad. Se trata de actuar conscientemente todos los días en este propósito. No basta con pensarlo solamente. Todos los días hay que ponerse en acción. Solamente si lo experimenta varios meses hasta cambiar de hábitos, comenzará a experimentar y maravillarse cómo va cambiando su vida y cómo va percibiendo y aprovechando nuevas oportunidades para mejorar en todo sentido.

El premio es muy grande para tan pequeño esfuerzo.

Sergio Valdivia



(*) Hay distintas corrientes psicológicas que clasifican la mente de diferente manera. Explicándolo en términos sencillos y prácticos, es claro que hay una parte mental que nos permite darnos cuenta de nuestras acciones inmediatas y que nos permite traer fácilmente los recuerdos. Esto podemos llamarlo “consciente”. Hay otro estrato más profundo donde la información no es de acceso inmediato y donde se gestan comportamientos, hábitos, actitudes y sentimientos más bien automáticos, sin un darse cuenta inmediato del proceso. Es lo que generalmente se llama “subconsciente”.

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