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04 junio, 2009

NO RESPONDER por Santiago Pando


Durante una meditación, tuve una visión de cómo nos habían entrenado- previo bajar a la misión final en la tierra- para enfrentar la última tentación del gran maestro de la sabiduría terrestre: la sagrada serpiente.

Era un campo de entrenamiento cósmico. Habíamos miles y miles de nosotros formados militarmente. Todos éramos muy fuertes y estábamos armados con unas espadas enormes.
De repente, a cada uno, nos rodeaban cientos de serpientes, cuyas bocas se nos insinuaban a milímetros. Eran como metálicas y se movían a gran velocidad. Pasaban una y otra vez a nuestro alrededor, prácticamente rozándonos la cara y todas las partes del cuerpo.

Recuerdo que un jefe de instructores que estaba cerca nuestro, decía en voz alta:

-No les pueden hacer daño. A menos, claro, que ustedes lo permitan, respondiendo a su miedo.

Si sentíamos un asomo siquiera de miedo, las serpientes nos atacaban.

El instructor seguía hablando cada vez más fuerte:

-Si confían en su poder, la bestia de mil cabezas nada puede hacerles. La fe en uno es el poder del Creador.

Y teníamos que mantenernos quietos, en paz, sin responder.

Al final el instructor gritaba:

-La clave es no responder, dejar pasar. Cada cabeza de serpiente es un pensamiento negativo creado por ustedes mismos. Son los miedos de todas sus vidas acumulados para la última batalla, la decisiva. Si les pones atención, los materializan. Si no responden, los regresan a la fuente de luz ya liberados.

No responder, dejar pasar. La última gran enseñanza de la sagrada serpiente. Ya no querer tener razón: dejar de luchar.

Fuimos guerreros, ese el entrenamiento galáctico de miles y miles de nosotros que hoy estamos encarnados en la tierra esperando el final de los tiempos de la bestia como príncipe de la humanidad.

Fuimos guerreros, más ahora somos caballeros.

Y los caballeros ya no tenemos necesidad de luchar: la espada la hemos convertido en nuestro cetro de luz.

Son los tiempos finales. La última misión es elevar la vibración del planeta hasta lograr el nacimiento del Cristo Cósmico entre todos nosotros. Ser feliz y estar en paz es lo que nos resta por hacer.

No responder. Dejar pasar los últimos embates de la bestia herida de muerte. Todo está consumado, manda decir el comandante en jefe: el Maestro Jesús.

Se restaura el reino de los cielos en el planeta del amor. Misión cumplida.

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