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18 agosto, 2010
¿Es Esto Realmente lo que Dios Quiere?
por Neale Donald Walsch
31 de Julio de 2010
Traducción: Margarita López
Edición: El Manantial del Caduceo
http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm
Mis queridos amigos...
A veces recibo notas de personas que se preguntan, primero, si existe siquiera un “Dios”, y segundo, si es que hay un Dios, qué es lo que Dios quiere.
A muchos humanos les han dicho que Lo que Dios Quiere es que la vida sea una escuela, un lugar de aprendizaje, un tiempo de prueba, una breve y valiosa oportunidad para migrar al alma de regreso al cielo, de regreso a Dios, de donde vino.
A muchos humanos también les han dicho que es cuando termina la vida que comienza la verdadera alegría. Toda la vida debe ser considerada como un preludio, una precursora, una plataforma sobre la cual se construye la experiencia del alma de la eternidad. La vida, por tanto, debe vivirse con un ojo en el Más Allá, porque lo que se gana ahora se va a experimentar para siempre.
La mayoría de los humanos también cree que Lo que Dios Quiere es que la gente entienda que la vida consiste en lo que la gente puede ver, oír, saborear, tocar y oler -y nada más.
Un resultado de esta enseñanza: Los humanos creen que la vida no es fácil, ni se supone que lo sea. Es una lucha constante. En esta lucha, cualquier otra cosa fuera de lo que se percibe con los cinco sentidos se considera “sobrenatural” u “oculta” y cae, por lo tanto, en la categoría de “comercio con el Diablo” y “la obra de Satanás”.
Los humanos luchan por volver a Dios, y a la gracia de Dios. Luchan por volver a casa. De esto es que se trata la vida. Se trata de la lucha del alma, que vive dentro del cuerpo, por volver a casa, volver a Dios, de quien se ha separado.
La mayoría de las personas de creencias religiosas se enfocan mucho en el Cielo y el Infierno. Aquellos que creen que “ir al cielo” es el Propósito fundamental de la Vida, y que verdaderamente y fervientemente creen que pueden asegurar su entrada al Cielo haciendo ciertas cosas en la tierra, van a intentar, por supuesto, hacer esas cosas.
Se van a asegurar de confesar sus pecados con regularidad, y que sus absoluciones estén al día, de modo que si mueren de repente, su alma esté lista para el Día del Juicio. Van a ayunar por horas, días o semanas a la vez, viajar en peregrinación a lugares santos distantes, ir a la iglesia o templo o mezquita o sinagoga cada semana sin falta, dar el 10% de sus ingresos como diezmo, comer o no comer ciertos alimentos, usar o no usar ciertas prendas de vestir, decir o no decir ciertas palabras, y participar en todo tipo de ritos y rituales.
Van a obedecer las reglas de su religión, honrar las costumbres de su tradición de fe, y seguir las instrucciones de sus líderes espirituales con el fin de demostrarle a Dios que son personas dignas, de manera que se les reserve un lugar en el Paraíso.
Si están lo suficientemente angustiados y suficientemente oprimidos y suficientemente infelices, algunos humanos incluso van a terminar sus propias vidas y matar a otras personas –incluso aquellas totalmente inocentes y absolutamente desprevenidas– por la promesa de una recompensa en el cielo.
(Si esa recompensa prometida resultan ser 72 vírgenes de ojos negros con quienes pasar toda la eternidad, y si los humanos en cuestión resultan ser hombres de 18 a 30 años, con poco futuro y un presente polvoriento, lleno de injusticia y pobreza, las posibilidades de que tomen una decisión tan extraordinariamente destructiva se van a multiplicar por diez.)
Ellos van a hacer esto porque creen que esto es Lo que Dios Quiere.
Pero, ¿lo es?
Creo que uno de los libros más importantes que me han dado alguna vez fue el texto, Lo que Dios Quiere. Si no has leído este librito en algún tiempo, sería maravilloso que le echaras un vistazo mientras ponemos fin a este séptimo mes del año.
En él se nos dice que cuando realmente entendamos lo que Dios quiere, los humanos sabremos que la respuesta es: nada. Nada en absoluto. ¿Cómo podría Dios querer algo, cuando Dios tiene y ES todo lo que Dios podría querer?
Cuando sepamos esto, vamos a entender que la vida no es una escuela, ni tampoco es un tiempo de prueba. Si Dios no quiere nada, no hay razón para una prueba. Si los humanos somos Uno con Dios, no hay nada que aprender, sólo hay que recordar lo que se ha olvidado.
Los humanos también van a comprender que la vida no es un calvario durante el cual el alma lucha por volver a Dios, sino más bien, es un proceso continuo mediante el cual el alma busca conocer a Dios, luego crecer, expandirse, y experimentar más de aquello que es. También va a tener en claro que este proceso, llamado evolución, nunca termina, sino que es experimentado por el alma eternamente, a diferentes niveles y en diferentes formas de vida.
Los humanos también van a entender que la vida no se limita a lo que se puede percibir con los cinco sentidos, sino que es mucho más amplia en su alcance y más profunda en dimensión, que los humanos al principio imaginaron o les dijo alguna vez la religión.
Un resultado de esta enseñanza: Se va a prestar mucha más atención a lo que no se percibe con los cinco sentidos, y esto será la base para una nueva comprensión de la vida y cómo se la puede experimentar de forma más alegre y maravillosa.
La vida no se va a vivir con un ojo en el Más Allá, sino con un ojo puesto en lo que se está creando, expresando, y experimentando en muchos niveles de percepción en el Momento Sagrado del Ahora. Los humanos serán cada vez más conscientes de que “ahora” es El Único Momento Que Existe.
La vida no se va a experimentar como una lucha o como un esfuerzo por “volver a casa” a Dios, sino más bien, como una libre expresión fluida de la naturaleza intrínseca de uno, que es ilimitada y divina.
“Ir al cielo” ya no será el máximo propósito de la vida. Crear el cielo donde sea que uno esté se verá como el objetivo principal. Para experimentar esto, la gente no tendrá que confesar ningún pecado ni ayunar durante las horas del día ni viajar en peregrinaciones ni ir a lugares de culto semanalmente ni pagar el diezmo regularmente ni realizar ningún ritual ni acto en particular – aunque pueden elegir hacer cualquiera de estas cosas si les complace, o si les ayuda a recordar quiénes son en relación con Dios, o les ayuda a permanecer conectados con su propósito.
Debido a su comprensión más profunda y rica experiencia personal de la vida como un campo unificado, para la gente en todas partes la vida misma se convertirá en el valor máximo, y el núcleo alrededor del cual gira toda comprensión y expresión espiritual.
No sabemos por cuánto tiempo más va a continuar nuestra propia vida. Nuestro tiempo en este planeta podría terminar mañana. Ya que esto es así, yo quiero, por mi parte, utilizar cada momento disponible, cada minuto, cada segundo, para avanzar lo más espléndidamente que pueda, lo más plenamente que pueda, a la más alta expresión de la que soy capaz, la mayor visión que jamás tuve acerca de quién soy.
Yo quiero demostrar a Dios en la tierra, en mí, a través de mí, como yo. Incluso si no existe “Dios”, incluso si estoy “inventándolo todo”, ¿puede haber una mejor manera de vivir, una manera más decidida, más agradable, de pasar a través de los días y las noches de su existencia?
Así que hoy, a cada momento, con cada decisión sobre lo que voy a comer, lo que me voy a poner, lo que voy a pensar, lo que voy a decir, lo que voy a hacer, voy a tratar de preguntarme: Si Dios estuviera aquí en este momento, trabajando en mí, a través de mí, como yo, ¿qué haría Dios ahora?
¿Quieres unirte a mí en este experimento?
Cariños y abrazos,
Neale
© 2010 Fundación ReCreation - http://www.cwg.org. Neale Donald Walsch es un mensajero espiritual contemporáneo cuyas palabras siguen conmoviendo al mundo en maneras profundas. Su serie de libros Conversaciones con Dios ha sido traducida a 27 idiomas, tocando a millones de vidas e inspirando cambios importantes en sus vidas cotidianas.
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