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15 enero, 2010

El Misterio del Amor


Dios es Amor. .. es Dar, no Tomar

¿Cuántas veces has oído que Dios es amor? ¿Cuántos de vosotros habéis oído esa declaración? Levantad la mano. Dios es amor. ¿Qué quiere decir eso? Bueno, da una especie de escalofrío en la espalda cuando alguien dice que Dios es amor y luego lees los Diez Mandamientos, ¿no? Es un poco confuso, ¿no es verdad? ¿Cuántos estáis de acuerdo? Bueno, yo también estoy de acuerdo.

Bien, vamos a comenzar por definir algo que tanto los poetas como los compositores y los escritores, y los coyotes que le aúllan a la luna han tratado de explicar, y eso es el amor. Dios es amor y tenemos que volver al principio para ver cómo comenzó todo esto.

Ahora, si Dios es amor, maestros, entonces Dios se ha mantenido como un secreto muy bien guardado durante muchísimo tiempo, porque las acciones del amor no consisten en tomar, sino en dar. ¿Quieres apuntar eso?

El amor de Dios y llamar a Dios amor, se definen por el hecho de que Dios te hizo nacer a la vida. Él te ha dado la vida y nunca te la ha quitado. Así que si Dios es amor, el secreto del amor está en dar sin condiciones. Tomar no significa amor. Tomar no significa amor; dar sí lo significa.

Y todos conocemos ahora la historia de la creación y de cómo, en nuestra conciencia separada, fuimos creados en una ilusión de túnel, y estamos aquí abajo en la Tierra , y se supone que debiéramos estar soñando sueños, devolviéndoselos a Dios y luego creándolos aquí en la Tierra o dondequiera que vivas.

Entonces, esta entidad es lo que se llama Prima Materia*, porque esta entidad, la primogénita del Principio Madre/Padre, hizo lo mismo para darte ahora una situación desagradable/agradable. Actuó como el amor, te dio. Hemos dicho, y lo has aceptado como una filosofía, que tu Dios es tanto personal como trascendental. Que no sólo eres ese Dios, sino que te da la ilusión de estar separado de él. Es trascendental. ¿Entiendes?

* La Prima Materia es el término usado a menudo por los alquimistas para describir la sustancia primaria que se requiere para la transmutación.

Ahora, maestros, vuestro Dios os lanzó al plano terrenal, y habéis estado creando y evolucionando durante todo este tiempo. Estáis aquí fuera y os habéis desplazado de Dios a la humanidad. Dios se vuelve trascendental en vez de personal.

Pero si este Dios —cada uno de vosotros— de repente dijera: «No más», en un instante olvidarías todo, desaparecerías y ya no existirías, nunca jamás. Es más, el recuerdo de tu naturaleza continua se anularía simultáneamente; nunca habrías existido. Así que este Dios te da la libertad aquí abajo para que te cuelgues de su árbol y te columpies, para que juegues.

Entonces, si el secreto de Dios es el amor, ¿cómo interpretamos ese secreto en nuestra propia vida? Yo lo encontré muy profundamente con mi maestro. Y lo que mi maestro representaba para mí era lo que yo había reprimido en mi interior, y eso era el Dios dentro de mí. Mi maestro reconoció la oportunidad de «darme». Y él, en vez de salir corriendo y hacer que yo lo matara, me dio todo lo que le quedaba. Y eso lo hizo noble.

Vamos a hablar de cómo podemos cultivar el amor y por qué es importante. Si Dios es amor, entonces Dios es aquel que da y no aquel que toma. He oído esto muchas veces recientemente. Los «tomadores» no son semejantes a Dios. Los «dadores» son como Dios, porque estamos restableciendo el principio divino dentro de nosotros. Yo era un tomador; no era como Dios. Mi maestro era el que daba y se asemejaba a Dios, y me dio sin condiciones. ¿Cuántos de vosotros entendéis? Ahora, el amor es el pegamento que mantiene todo unido.

Y entonces aquí tenemos que aprender, en una situación muy difícil, la magia del amor y cómo es en realidad. Esta cultura, una cultura que antiguamente destruyó los derechos de igualdad de las mujeres de estar a la par con el hombre, ha creado, en esta línea de tiempo, una realidad que ha originado un ambiente incivilizado, sin amor, indiferente, y venenoso, en el cual los frutos de esa represión han causado toda serie de dilemas en la naturaleza humana. Y lo único que tuvimos que hacer fue tomar a los hombres o a las mujeres y quitarles su derecho divino, lo cual significa que por ser del género femenino, se las consideraba inferiores, y por lo tanto, podían ser usadas, abusadas, amontonadas y tratadas como ganado. Y si luego se rebelaban, se creaba una enseñanza que decía que no tenían alma y que por lo tanto, tratarlas como ganado, como posesiones y abusar de ellas no era pecado, puesto que Dios os las había dado para vuestro propio placer.

Las atrocidades que se han cometido en el nombre de Dios y, en verdad, en el nombre del amor, son innumerables. Para que el amor pueda florecer debe haber una actitud como la que posee Dios, la cual se encuentra generalmente en los niños jóvenes, quienes antes de que su conocimiento se transforme en prejuicios, dogma, y en un carácter civilizado, dan amor a todo el mundo. Nos deleitamos en los niños pequeños porque nos dan muy fácilmente y lo único que nos piden es que los cuidemos. Les enseñamos a ser tomadores y los entrenamos de tal manera que pierden su naturaleza dadora y amorosa.

El amor no existe en una civilización que no considera a todos iguales. El amor existe en una civilización donde todos son iguales. Y, en verdad, los hombres y las mujeres, sin importar el color de los ojos y la piel, sin importar si son gordos o flacos, jóvenes o ancianos, deberían ser considerados iguales. Y hay indicios en esta cultura de que no es así, porque tendemos hacia lo bonito y evitamos lo feo. Tendemos hacia lo joven y destruimos lo viejo. En tal cultura, Dios como amor no existe.

Ahora, siendo mis estudiantes, os he dicho durante muchos años que mi gran amante era el Dios Desconocido y eso es exactamente lo que ocurrió en mi vida. Mi iluminación llegó cuando, después de muchos años, comencé a entender esto. En vez de seguir mi vieja naturaleza destructiva, seguí una naturaleza más gentil, lo cual era algo muy extraño para mí. Sin embargo, al hacerlo creé una nueva sociedad civilizada antes de marcharme de este plano. Entre mi gente no había desiguales. Había Dioses y Diosas, y había querubines a los cuales se consideraba Diositos pequeños: los niños. Y todos eran iguales.

Cuando hablamos del amor como una persona, y a quiénes amas en tu vida y a quiénes no, es muy fácil para ti sentarte y señalar a las personas que amas o de las cuales estás enamorado, y a las personas que no amas. ¿No es eso interesante? Y, probablemente, las personas que amas son aquellas que te dan. Las personas que no amas son las que no te dan. ¿Suena eso familiar? ¿A cuántos de vosotros esto os suena a verdad? Así es. ¿Cuántos habéis dicho: «Si me amaras, harías esto»? ¿Cuántos habéis dicho eso?

Somos un ser divino concebido por amor. Eso simplemente significa que fuimos concebidos en un entendimiento ilimitado y nos fue dado un entendimiento ilimitado. Dios dijo: «¡Ve ahí fuera, y haz que ocurra! ¡Hagámoslo juntos, y yo te apoyaré siempre!»

¿Cuántos habéis oído la historia del Hijo Pródigo? Bien. El Hijo Pródigo es el que se llevó la herencia de su padre y la derrochó por ahí, huyó, durmió con cerdos y todo lo demás. Era un tipo bastante asqueroso. Pero luego regresa a casa descaradamente. Su padre le trae su propia túnica, su corona y tesoro y le da la bienvenida con los brazos abiertos. Esa es la historia de Dios y vosotros, porque vosotros sois los hijos pródigos. Dormís con cerdos.

La Solución al Misterio de «Dios es Amor»

Ahora, cuando podemos resolver el misterio de que Dios es amor, se abre para nosotros una iluminación absoluta. Si comprendemos esta simple declaración, sabremos entonces que cada vez que le hemos dado a alguien sin condiciones hemos sentido el surgir de este sentimiento. ¿Cuántos habéis experimentado ese sentimiento extraordinario al darle a alguien inesperadamente? Que así sea. Ese sentimiento es amor.

Además, cuando las personas se enamoran, lo que realmente están haciendo es entrar en una situación donde se dan mutuamente. Por eso es tan poderoso y magnético. Cuando la gente se deja de querer es porque uno está empezando a tomar más y el otro no está dando nada. Y muy pronto el dulce sentimiento de dar empieza a deteriorarse, porque la idea o nobleza que sostenía la relación sacrifica al amor por la acción de tomar.

Pero si has sentido esto al darle a alguien, has experimentado el sentimiento mágico que ocurre cuando te enamoras de una persona. Esos sentimientos son el mismo entimiento; no son diferentes. Ése es el sentimiento.

Ahora imagina, si quieres, ese sentimiento en un nivel eterno siendo Dios. Si es así como se siente, ¿entiendes ahora por qué Dios te ha dado continuamente? ¿Cuántos de vosotros entendéis? Porque lo que Dios da en la acción de dar, es amor. Dios está enamorado del amor. Dios está enamorado del sentimiento de dar y de permitir que su cuerpo —el de él o ella— sea moldeado otra vez en un reino nuevo. Ese sentimiento de dar es lo que Dios es, y todo maestro que alguna vez haya honrado este plano ha procurado enseñar eso a la chusma en el mercado; y enseñárselo de una manera a la vez noble y respetable.

Si aceptamos entonces que todo lo que Dios es, es amor, al recrear este diagrama del Vacío contemplándose a sí mismo y creando luego la escalera de Jacob* bajando hasta llegar a la masa molecular, veremos que todo esto fue amado hasta llegar a tener vida.

*: La escalera de Jacob describe el sueño de Jacob que se cuenta en la Biblia (Génesis 28, 10-22), el cual realmente se refiere a la historia de la involución y la evolución de la conciencia y energía

Has sido amado hasta llegar a tener vida. Tal vez no lo sientas el domingo por la mañana cuando te despiertas después de una larga noche de sábado. Quizás no sientas que el amor hizo que te despertaras, pero hay una fuerza llamada vida que te ha amado y que experimentó puro gozo magnético al darte la vida para que pudieras quejarte de ello el domingo por la mañana.

Ahora, ¿no es un enigma entonces que este maravilloso sentimiento haya eludido a tanta gente durante tanto tiempo? Sus momentos han sido fugaces. Y reinos completos han perecido, y ejércitos enteros han marchado hasta la muerte sólo por amor. ¿Y qué hombre no traicionaría a su propia familia a causa del amor? Parece ser el premio mayor de esta vida. Y la verdad es que lo es.

¿Por qué? Porque el momento en que expresas la acción de dar de manera inigualable es el momento en el que mas te asemejas a Dios en toda tu vida. ¿Quieres estar cerca de Dios? Pues sé Dios. ¿Y cómo eres Dios? Das y amas. Das hasta que sientes ese amor; entonces te asemejas a Dios. Cuando te separas de la gracia de Dios, no es que Dios te haya dado la espalda, sino que tú has olvidado lo que significa la unión armoniosa del amor.

¿Y no imitas esto en todas tus relaciones? ¿No estás buscando a alguien a quien amar o que te ame? ¿No esperas que tus hijos te amen? ¿No esperas que tus hijos encuentren el amor y sean felices? ¿No estás descubriendo que desearías que tus padres encontraran el amor y fueran felices? ¿No se tratan de eso todas tus tarjetas de felicitaciones? ¿No es verdad? Lo es.

Así que si Dios es amor, destapamos el misterio cuando preguntamos: «¿Qué significa todo esto?» Y lo que significa es que Dios es un dador; que Dios es un dador, no un tomador. Mi viejo maestro era un dador y no un tomador. Y esta noble entidad dejó que se extinguiera su pasado y continuó dando hasta que se agotó toda la vida que había en él.

Semejantes a Dios

El amor es la acción de Dios de permitir que todo esto exista. Y si nos decimos que queremos ser más semejantes a Dios, entonces ser semejante a Dios significa volver a esa esencia y ese decreto originales y tratar a todo lo que hay en tu vida con respeto, compasión, y entendimiento. No me importa si te dan una bofetada en la cara, si te escupen en la cara, o si te insultan terriblemente. Sí, eso duele. Sí, la supervivencia está incorporada a la materia humana, a los genes humanos, causando que reaccione, responda, y se haga territorial. Ésa es la naturaleza de la propia bestia que habitas. El día que seas más amable, considerado, y caritativo —y necesitas ser así especialmente con aquellos con los que no quieres ser así en absoluto— será el día que comprendas lo que es ser un verdadero maestro. Comprendes lo que es ser Dios y lo que es sentirse como Dios. Entonces comienzas a cultivar en tu vida un jardín que es más abundante de lo que yo te puedo decir.

Si nos hemos perdido este dulce misterio en nuestra vida, es porque no hemos entendido bien, fuimos tomadores en vez de dadores y pensamos que todo el mundo nos debía algo, en vez de preguntarnos a nosotros mismos qué podíamos dar. Entonces serás Dios. Porque os digo una cosa, mi bella gente: no importa cuán difícil sea vuestra vida, no hay nadie ni nada en esa vida que pueda imponerse frente al amor; nadie, nada. Y no importa cuán sombríos y desesperados os sintáis, no hay desesperación que no pueda ser sanada simplemente mediante la acción de permitiros y amaros a vosotros mismos.

Estas acciones son las acciones del gran Yo, el gran centro.

Lo que te ha puesto enfermo en el alma es que has sido grosero y malo con la gente, has esparcido mentiras acerca de la gente, has sido envidioso de la gente y la has calumniado, y tú lo sabes en tu corazón. Es una enfermedad que tarde o temprano afecta al cuerpo. Y luego odias a la gente porque no te ama. Sin embargo, no te ama porque tú mismo no te amas.

Si tienes una relación en la que piensas que todo se te debe, entonces no has dado con el significado de la relación. Ten una relación en la cual todo surja de ti hacia fuera y no de afuera hacia ti. Todo se debería considerar desde este punto de vista: ¿Qué puedo dar yo? ¿Cuánta sabiduría puedo ofrecer? ¿Qué buenas obras puedo hacer? Y no, ¿qué harán ellos por mí?

Y lo que te han contado a través de la historia y en algunas religiones es que cuando haces algo por tu hermano y tu hermana y por aquellos que no lo reconocen aquí en la Tierra , los reinos que se te darán en el reino de los cielos serán incontables. Y eso es así. Nadie aquí, nadie en tu vida, es digno de que por su causa tú no seas aquello que fuiste creado para ser.

Así que deberías afrontar y cambiar cualquier reto que disminuya tu capacidad de ser semejante a Dios. Amarte a ti mismo es ser eso. No esperes que la gente te ame; ámate tú. Cuando lo hagas, entenderás lo que te estoy diciendo aquí. Entonces los pájaros se posarán en tus manos, y el león vendrá y se acostará a tus pies, y podrás caminar en un bosque moteado y todas las tiernas criaturas se acercarán a ti y no huirán de ti porque estás irradiando. Tú eres el gran dador y beberán de tu fuente. Entonces puedes curar a las personas porque está en ti amarlas. Sin eso no puedes curar. El amor es el bálsamo que cura todos los males.

Y entonces, ¿qué le dices a tu Dios al final del día? «Dios, ¿qué tan noble fui hoy? ¿Dónde fracasé y cómo puedo mejorar?» El fracaso no es pecado; es reconocimiento. No es pecado; es ser consciente. Y si dices: «Tráeme de nuevo esa situación. Déjame tomar parte en ella otra vez. Te pido que la manifiestes de nuevo», entonces Dios te traerá la situación de nuevo y la repetirá. Y entonces te tocará afrontarla. Y tendrás que afrontarla desde el punto de vista de cómo lo puedes hacer mejor. ¿Entiendes?

Ahora sí tengo un hombre noble y una mujer noble que están seriamente interesados en ser Dios, y Dios ya no es un misterio tan grande; es la simple acción de sentir esa conexión unificada con toda la vida. Y si todos los días te levantas con ese modo de pensar, tus días se enriquecerán y tus bendiciones serán más numerosas que las gotas de lluvia que caen en esta región. Y son muchas, ¿no es verdad?

Por lo tanto, ¿qué tienes al final de tu vida? Cuando alguien te dice: «¿Qué te hace feliz?», tú deberías decir: «Todo». «¿Qué te hará feliz?» «¡Todo!»

«¿Qué te molesta?» «Que no puedo dar suficiente.»

Ahora, todo esto se trata de ti. Todo este drama tiene que ver contigo. Y todo este drama se está representando como nubes de tormenta. Y mira quién está observando. (¡Tu Dios!)

«¡Eso es! ¡Sigue haciéndolo! Nunca te abandonaré. Tienes mucho tiempo para jugar a este juego. ¿Me estás tratando de decir que quieres regresar aquí y hacer esto de nuevo? ¡Entonces, cariño, que así sea! ¡Puedes tener todo lo que quieras!»

¡Dios mío! ¡Adoro al Vacío! Amo a Dios porque, por muy despiadado que fui, no importó. Lo único que importó fue lo que llegué a ser a consecuencia de eso.

Así que hoy recibiste una lección espléndida sobre el amor y adquiriste muchísimo conocimiento. Y podemos tomarlo y aplicarlo a distintas situaciones. Y lo podemos refutar con las cosas más hediondas que te puedas imaginar. Y siempre se reducirá a lo siguiente: ¿Qué has dado? ¿Cuánto has perdonado? ¿Cuánto has permitido? ¿Qué tan lejos estás dispuesto a ir? ¿Dónde está tu límite? ¿Qué tan fuerte eres en realidad? ¿Cuánto amor tienes realmente? ¿Podemos encontrar el fondo? ¿Es posible? ¿Entiendes?

Si somos, en definitiva, toda la vida y la gran telaraña azul brillante, —todas las telarañas de la conciencia conectadas unas con otras— si somos esos hilos tan delicados que relucen, entonces esto es solamente temporal. Y sólo estamos viendo el campo de la vida a través de estos ojos. En realidad, tenemos la oportunidad de verlo a través de todas las vidas, todos los ojos, y todas las criaturas. Dios no es singular; deberías saber eso. Dios es la totalidad de todo. Y es el amor de Dios lo que nos permite a todos existir de esa forma. Somos, maestros, criaturas de transición.

“Extracto del libro: “El Misterio del Amor”
Ramtha

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